Prologo

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En España, concreta mente al norte, en la zona del Cantábrico, dos jóvenes se encontraban mirándose cara a cara. Ambos estaban en un precipicio. Uno mirando hacia el mar y el otro de espaldas a este. El primero era un joven pelinegro, alto, delgado, de buen ver dirían las mujeres. Ese, queridos lectores, es mi hermano menor Diego. Y el joven feo, bajo, rellenito y de aire desgarbado que le observa con calma de espaldas al precipicio soy yo. No diré mi nombre, pues poco importa ya. Solo usaremos mis iniciales por ahora, L.E. 

- ¿Estás seguro de esto?- dijo Diego

- Si.- respondí

- ¿Cuánto tiempo llevas planeando esto?- Me preguntó de nuevo

- Demasiado. Empecé a planteármelo con trece años, y ahora ya no tengo ningún tipo de ataduras para impedírmelo.- 

- Nuestros padres se van a preocupar mucho.- Dijo él

- Lo sé.- Lo corté secamente. Lo miré por última vez a los ojos antes de darme la vuelta y encarar el abismo que ante mí se extendía. Abrí mis brazos y dije - Adiós, hermano.- Y salté  con los ojos cerrados notando la brisa y el viento en mi cara mientras oía los gritos de mi hermano menor detrás. 

Os preguntareis que ocurre y por que estoy intentando quitarme la vida. Veréis, es sencillo de entender. Soy un suicida, pero no de esos que se suicidan por miedo o tristeza. Yo soy un suicida por aburrimiento. ¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que existís solo por existir? ¿Qué nacisteis sin ningún propósito en la vida salvo existir? Espero que no, pues eso es lo que me ha llevado a esta situación. Eso y la curiosidad. Curiosidad por saber si de verdad hay algo al otro lado. Yo soy ateo, pero igualmente quiero descubrirlo. Y si os preguntáis porqué hay tanto "relleno" en este momento es única y exclusivamente por el hecho de que quiero distraerme antes de morir para no sentir el dolor. ¡A quién engaño, esto va a doler mucho! 

Choqué contra las rocas, rompiéndome ambos brazos y la pierna derecha, incluso una de las piedras era tan afilada que se me clavó y me sacó el ojo derecho de la cuenca. Lo estoy contando como si no fuera nada pero duele de una manera que ni las torturas de Anko del anime Naruto o las sufridas por Kaneki de Tokyo Ghoul podrían igualar. 

Cuando volví ha abrir mí único ojo, estaba en un lugar oscuro. Negro como la noche, vació como mi cuenca y no sentía nada. Solo frío....Y algo de hambre. No he comido desde el desayuno. Miré como pude mi cuerpo. Mi brazo y pierna derechos doblados de manera antinatural y el brazo izquierdo tenía agujeros y cortes por toda la zona del hombro hasta el antebrazo. Mi mano izquierda tenía todos los dedos aplastados y doblados de manera que podía verme la huella dactilar teniendo la palma apuntando al suelo.......Al menos tengo a "mini-yo" a salvo....espera......tengo un piedra ahí clavada.........Odio mi muerte. 

Bueno, parece que tenía razón. Aquí no hay una mierda. Sabía que había alguna mentira tras tantas religiones. Aquí no hay ni cielo ni infierno ni purgatorio...nada. Si de verdad existiese un dios todopoderoso debería, al menos, recibirme él o sus "esbirros". Lo mismo ocurre con Satanás.  Esto es muy aburrido. Si esto fuese algún tipo de historia ahora aparecería algún tipo de luz divina que proyectaría a Dios en todo su esplendor ante mí, pero ambos sabemos que no va ha.....Olvídalo, acaba de llegar.

Una luz ilumino toda la ¿sala?, dejándome en medio de un fondo blanco. 

- Hola hijo mío.- Dijo una voz proveniente de la luz.

- Hola.- Dije con cara de poker. Acabo de conocer a Dios, estoy en shock.

- ¡Qué asco de saludo! No se puede conocer a Dios todos los días, ¿lo sabías?- Dijo molestó

- En realidad hay tanta luz que no veo una mierda.- Respondí, manteniendo mi cara de poker.

- ¡Oh, perdona! - Entonces la luz empezó a disminuir hasta que quedo lo justo para alumbrar la sala.- ¿Mejor?- 

Yo en Highschool DXDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora