Un mes. Un mes y tres días exactamente, ese es el tiempo que han estado alejadas, separadas por cientos y cientos de kilómetros, nunca antes habían estado tanto tiempo separadas, al menos no desde que iniciaron su relación. La primera vez fueron solo tres días, aunque para ellas parecieron meses, exageradas. Según avanzan en sus carreras mas tiempo era el que tienen que viajar la una sin la otra pero no mas de una semana, por supuesto esta vez no podían negarse a la oferta ni siquiera por la distancia, "un mes no es tanto tiempo" había dicho María José antes de despedirse e ir hacia Los Ángeles para comenzar el rodaje de la que decían seria la nueva sensación en cines. En cambio Daniela había viaja hacia el otro extremo, Manhattan, Broadway la esperaba. Pero eso ya es pasado, es hora de disfrutar unos días en casa, en Miami, juntas.
Poché había llegado al amanecer, justo para darse una buena ducha, comer algo, descansar un poco y recoger a su chica en el aeropuerto a media tarde, su novia no la espera, así que será una gran sorpresa. Cinco minutos, solo iban a ser cinco minutos, pero el cansancio le ha ganado y queda profundamente dormida.
El vuelo de Daniela se había adelantado, justo para llegar a Miami poco después que la peli azul, sin perder tiempo había tomado el primer taxi para llegar a casa y encontrarse con ella, con su amor, su vida, como le dice cada vez que tiene ocasión.
Al llegar abre cuidadosamente la puerta, quiere sorprenderla pero ni rastro en el recibidor, ni en el salón, ni la cocina, sólo silencio. No es raro, si Poché esta sola hay silencio en cambio con ella en casa todo es un caos, le encanta volver loca a la peli azul, música a todo volumen, carreras de aquí para allá, solo hay una manera de controlarla y esa la conoce mejor que nadie su chica.
Su habitación, ese es el único lugar que le falta por revisar, reza porque este ahí, si hubiera pasado algo la habría llamado ¿No?, mientras sube las escaleras de acceso a la planta superior recuerda como las odiaba incluso desde antes de comprar el apartamento pero si Poché muy sugerente le promete buenos momentos en esas escaleras como negarse a vivir ahí, es más, viviría en cualquier lugar siempre que sea con ella.
Justo ahí, tendida sobre la cama, acurrucada, sujetando fuertemente sus piernas y dormida como un ángel la encuentra. Lentamente se acerca y tras observarla unos instantes, acaricia su rostro susurrando su nombre.
- Poché – la llama pero la chica ni se inmuta – Amor, ya estoy en casa, despierta – insiste sin apartar su cálida mano de su pelo teñido.
- Cinco minutos – murmura ella aun dormida y ajena a lo que sucede.
- Supongo que no me has extrañado tanto como yo a ti - intenta el chantaje emocional pero nada, así que a grandes males grandes remedios, y es que despertarla es casi imposible a menos que la cantante conecte su ipod a los altavoces a todo volumen, cosa que su bella durmiente odia.
- ¡DANIELA! – grita incorporándose para encontrarla apagando el ipod sin dejar de sonreír – te odio.
- Mentira.
- Vale pero podría hacerlo – admite haciéndole señas para que se tumbe a su lado, lo que no tarda en hacer – hola – la saluda colocado un mechón de pelo tras su oreja cuando la tiene frente a frente, separadas por unos poco centímetros.
- Hola – imita el gesto de su chica añadiendo un pequeño beso.
- ¡No puede ser! – exclama sobresaltada.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- ¡Ya estas aquí! ¿Pero como? Se supone que llegabas por la tarde... ¡OH Dios! ¿Ya es por la tarde? Pero si solo me he dormido cinco minutos ¡Es en serio! – afirma al ver la incrédula sonrisa de la morena – Bueno a lo mejor han sido unas horas – añade después de ver la hora que es realmente – Lo siento mucho amor, estaba tan cansada y entonces...