Inicios de primavera

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En un pueblo muy humilde de Hong Kong caían los pétalos rosas de las flores del cerezo, comenzaba la primavera y todo se veía muy cálido. No obstante, algo interrumpía ese cálido ambiente. En un dormitorio con poca luz, mucha ropa que transmitía un estilo urbano, joyas, relojes y gorros por todos lados y papeles con canciones originales, frescas, con un toque de rudeza y alta autoestima, se encontraba un muchacho pálido, de ojos rasgados, con una figura muy bien esculpida y con esos bigotes que comienzan a aparecer después de una semana sin afeitar. Se veía muy joven para tener esa expresión en plena primavera, estaba leyendo una carta que había recibido de un alma que algún día llegó a amar demasiado. Esta carta era una respuesta a otra que él le había escrito la noche anterior y dejó en la ventana para que el viento se la llevase. Parece que el viento en lugar de llevarla a ningún sitio, la llevo a esa alma que tanto extrañaba.

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