- ¡Niños vamos a empezar la clase!
Los intentos de la profesora Hina, maestra de cuarto de primaria, de hacer callar a la jauría de niños que más bien era su clase, eran totalmente en vano. Después de varios suspiros, se dejó caer en su silla, esperando que los niños callaran en algún momento sin que ella tuviera la necesidad de dejarse la voz. Mala idea. Al sentarse, noto como algo punzante se le clavaba en el trasero, provocando que un dolor abrasador la recorriera de arriba abajo. Viéndose víctima de una broma tan antigua como una chincheta en su silla, la paciencia de la joven profesora llego a su límite.
- ¡¡BASTA!! - gritó, a todo pulmón, callando el griterío -. Gracias - dijo aliviada -. Y ahora, antes de empezar la clase, me gustaría saber que listillo me ha puesto una chincheta en la silla, si no es mucho pedir. Ya que, si no lo sé, toda la clase va a quedarse castigada sin recreo durante dos días.
Al oír eso, los niños estallaron en una multitud de protestas y empezaron a acusarse los unos a los otros, la maestra por otra parte, tenía la mirada puesta en uno en concreto. Se trataba de un niño de la antepenúltima fila, castaño y con el pelo ondulado casi hasta la altura de los hombros y con unos ojos castaño-rojizos que brillaban con un destello de inteligencia malevola, este chico ni siquiera se immutava a la opción de no tener recreo. Al ver que los niños hacían incluso más ruido que antes, la profesora se vió obligada a poner orden por segunda vez.
- ¡Silencio! - ordenó. Los niños, al ver que estaba enfadada de verdad, callaron otra vez y se la miraron suplicantes. Ella suspiro -. Muy bien. Quiero que el autor de la broma de un paso al frente y reconzca su culpa.
Nadie se movió y la mujer volvió a suspirar profundamente, espero dos minutos y, al ver que nada sucedía, hizo amago de abrir la boca otra vez cuando un niño levantó tembloroso la mano.
- ¿Si Bruce? - preguntó, un tanto sorprendida, Bruce Hegh no era el típico niño bromista, así que suponía que él probablemente no era el culpable de la jugarreta.
- Yo... yo sé quien a sido, señorita - dijo, un tanto asustado.
- Eso es genial, pero preferiría que se entegará él o ella solito, ¿sí? - le cortó la profesora Hina, antes de que pudiera delatarlo.
- De... de acuerdo, señorita - le contestó, un poco decepcionado, antes de volver a sentarse.
Pasaron cinco minutos más y el (o la) culpable segía sin aparecer, finalmente, Oskar Juper se levantó de su asiento y levanto la mano con indignación.
- ¿Qué pasa Oskar? ¿Acaso eres tú el culpable? - dijo, dándole la palabra.
- No señorita - contestó, muy seguro y serio -. Pero igual que Bruce, que usted y que toda la clase, sé quién ha sido, así que, porfavor, dígalo de una vez. Porque querría hacer clase - explicó, con un tono ligeramente repelente.
- Está bien - respondió la profesora -. ¿Te importaría decirnoslo?
Y... ¡hasta aquí! Siento que el capitulo sea un poco corto, luego voy a ir añadiendo partes, pero es que tengo ganas de que leeais a ver que tal.
En fin, ¡espero que os guste a tod@s! ¡Y supongo que ya sabréis quien es el culpable, claro!
¡Un beso, comentad y votad y compartid!
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¡La infancia del ex-capitán! (Inazuma Eleven GO)
Fanfiction¿Quien iba a saber que Riccardo di Rigo, el gran estratega y ex-capitán del Raimon, de pequeño fue un autentico nervio que llevaba de cabeza a todos los adultos? ¿Y quien diría que su mejor amigo Gabi era incapaz de hacer nada? ¿Y que dos niños de n...