Capítulo 23

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Eleanor

Mi vista se mantuvía seria y fijamente sobre el vacío. Después del desayuno, Hank me condujo hacia una sala de la mansión donde solo había ordenadores. Lo miré desconcertada.

-Aquí trabajan parte de mi equipo, los hackers. Desde esta sala hackeamos a mucha gente. La mayoría suelen ser narcotraficantes. Supongo que ya conocerás a Blake Clancy, el fue uno de los primero. Sesenta millones acabaron en mis manos.

-¿Por que me estás contando esto con tanta confianza? ¿No te preocupa que toda esta información esté en mis manos?-lo miré cruzándose de brazos.

-¿Por que debería? ¿Acaso no sabes que jamás te irás de aquí? Desde este momento te aviso que intentes lo que intentes, jamás podrás escaparte de aquí. Tengo todo el poder sobre ti ahora-me dió una sonrisa cínica provacando que mi piel se erizara.

-¿Para que me has traído aquí?

-Hay un viejo amigo que me debe un dinerillo desde hace tiempo. No es de fiarse mucho-fue hasta una silla y me indico que me sentara, lo hice y me puso enfrnete del ordenador-. Me ha llegado a mis oídos que eres una excelente hacker. Vas a entrar y vas a sacarle toda su fortuna.

-Yo no hago esas cosas, ¿por que no le pides a uno de tus muchos hackers que lo hagan?-lo miré desafiante.

-Aquí se hace lo que yo digo, ahora haz lo que te digo-me miró seriamente.

Tragué pesado y asentí. No conocía de nada a ese tipo y ni sabía que ha habido entre Hank y el, pero me sentí como la peor persona del mundo en este momento. Hice al hackeo rápidamente y todo el dinero pasó a estar en mano de Hank.

-Ya está-murmuré alejándome del ordenador.

-Bien hecho, estoy orgulloso-rodeé los ojos y me levanté de la silla-. Siguienta prueba. Vamos abajo.

Sin mas, salió de la habitación y le seguí. Bajamos y salimos al patio trasero de la mansión. Encontré a varios hombres vestidos de negro. Reconocí a uno de ellos. Era al que tenía que quitarle el maletín con los documentos de Jessie aquella noche en el club erótico donde vi a Louis por primera vez en mucho tiempo. Supuse que los otros hombres que están con el también son espías de Hank.

-Veamos como eres luchando-miré a Hank alejándose y sin darme cuenta recibí un golpe en la cara haciendo que caiga al suelo. Miré quien habia sido, y justamente fue el tipo del maletín-. Empezamos mal.

Solté un bufido y me levanté al instante dándole un golpe en el estómago haciendo que el caiga al suelo esta vez. No iba a perder esta vez contra el. Después vino otro con la intención de darme una patada, di una voltereta hacia atrás alejándome de el y después le di una patada alta en la mandíbula. Ni me habia dado cuenta de que todos se me habían acumulado. Debían ser unos ocho hombres. Ocho contra una. Al final, después de unos minutos, suspiré agotada al ver que los ocho hombres estaban en el suelo. Me limpié la sangre que salía de mi boca yendo hacia Hank que me miraba con los brazos cruzados y con cara de sorpresa. Uno de los hombros me habia metido un buen golpe en la mejilla y provocó que sangrara.

-Increíble, los derrumbaste a todos-dijo levantándose de su asiento y solté un bufido.

-¿Puedo irme ya? Necesito curarme.

-Pero que sea rápido, falta una prueba más.

Rodeé los ojos y entre en la casa. Cuando estaba por subir a mi cuarto, Amelia se cruzó por mi camino, y al ver que sangaraba por la boca no dudó en ayudarme. Al rato, Amelia me habia curado y ya no sangraba mas. Se lo agradecí y bajé a la sala donde Hank estaba sentado en uno de los grandes sofás, y observé que en la mesa que tenía enfrente habia un arma.

-¿Lista para la última prueba?

-Supongo...-me encogí de hombros algo nerviosa viendo el arma.

Me pidió que lo acompañara a la azotea. Subimos en silencio, y al llegar, vi a un hombre atado a una silla y con la boca vendada. Observé que tenia ambos ojos morados y la cara ensangretando. Por la cara que ponía, supe que estaba pidiendo ayuda. Y se me estrujo el corazón por unos segundos. No tenía pinta de haber hecho algo malo.

-Prueba final, vas a matar a este hombre.

Lo miré incrédula.

-¡¿Que?! ¡¿Por qué?! ¡No pienso hacer eso!

-Harás lo que yo te diga-me miró fijamente entrgándome el arma bruscamente.

Miré al hombre y vi que estaba empezando a llorar. Dios, no puedo.

-No pienso matarlo, yo no soy así.

-Mira que eres testaruda-suspiró rondando los ojos-. ¿Acaso no sabes lo que puedo hacer si no haces lo que digo?-y sacó una fotografía de su bolsillo mostrándomela. Era una foto tomada de Sophia y Kevin yendo por la calle-. Sería un pena empezar por ellos primero.

Mi corazón empezó a acelerarse y mis lágrimas luchaban por salirse. No, no quiero que les haga nada.

-Hazlo.

Miré al hombre con los ojos cristalizados y suspiré cerrando los ojos.

-Lo siento...

Un disparo resonó en toda la azotea. Abrí los ojos y vi el hombre se hallaba muerto en la silla con una bala en la frente. Dejé caer el arma de mis manos y mis lágrimas empezaron a salirse. Habia matado a un hombre inocente...

Espías-ElounorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora