parte -xvii-

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Por las últimas advertencias de Jinki, él sabe que debe ser rápido en buscar arreglar las cosas con Taemin, antes de que papá Sooman fuera a castigarle como cuando niño hacía travesuras y terminaba arreglando el patio de la vecina anciana.

No sabe la razón, pero le duele verlo salir solo de la universidad, ni Haneul ni Naeun le hacían compañía. Se ve tan solo que le da ganas de ir y envolverle en un torpe y fuerte abrazo de oso para quitarle esa cara tan seria.

—Ey —Taemin levanta la mirada que tenía puesta sobre su móvil y frunce el ceño rápidamente.

—¿Ey? —remeda fastidiado— ¿Qué mierda quieres, Choi?

Minho respira profundo, intentando buscar las palabras más bonitas para que él aceptara una salida, juntos.

—Quería invitarte a... —ve la cara llena de fastidio del lindo conejito y decide que debía ser el idiota que siempre fue con él— ¿prefieres dar un paseo conmigo o te obligo a mover ese lindo culo hacia mi auto para secuestrarte?

Y los movimientos de Minho son tan rápidos que Taemin apenas se ve sujetando la mano del mayor imbécil que pudo haber conocido, y de repente está sentándose en el asiento del copiloto en ese viejo Opel.

Ni siquiera entiende por qué deja que él haga eso, que literalmente lo secuestre y él apenas se queje.

En el camino apenas le dirige la mirada, no quiere, teme que él suelte alguna otra amenaza o finalmente se disculpe y termine diciéndole que volvió con Haneul.

Él no quiere pensar en lo que pasó e hizo que ella le enviara un mensaje diciéndole que no volvería a su vida, que se había aburrido. Y aun así continuaba viviendo con temor, porque sabe que en cualquier momento podría volver a chantajearle.

Cuando llegan a un mirador a las afueras de la ciudad, ve cómo Minho baja de automóvil y encima se atreve a abrirle la puerta y tenderle la mano, como si él fuera una estúpida princesa.

Retira la mano de ese imbécil troglodita y baja del automóvil mirándole aun molesto.

Minho le ve acercarse al borde del mirador, caminando con aires de dignidad y altivez, sin siquiera mirarle una sola vez.

Había extrañado esa manera de ser del lindo conejito.

Por favor que le tratara peor. Sí, estaba cagado por él.

Suspira internamente y se acerca hasta estar a su lado, mirándole, mientras Taemin miraba la ciudad.

—¿Y si te digo que te creo? —y es suficiente para que Taemin le mire frunciendo el ceño, sin saber cómo sentirse realmente por ello.

—No juegues conmigo, idiota, o te quedarás sin pelotas.

Minho no puede evitar morderse el labio inferior, deseoso por lo que Lee Taemin significa y por esas formas tan salvajes de ser, que no controla su propio cuerpo y acorta la distancia tan rápido que Taemin no puede reaccionar ante ese inminente beso.

Y a diferencia de lo que Taemin cree que ocurrirá, Minho sólo le da un par de castos besos, que suenan tan delicioso entre sus labios, y que hacen estremecer hasta su alma.

—¿Y eso qué significa?

Minho se da cuenta de que está sujetándole el rostro, que entre sus manos están esas mejillas que se sonrosan tímidamente, esos ojitos que tintinean temerosos, esos labios que entreabiertos esperan una buena explicación y un beso.

Polvo Pica PicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora