Día 4.

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Dear diary.

Escribir sobre estos quince días se me está haciendo difícil. Recordar todo lo vivido es un poco desesperante, porque significa que no estoy cumpliendo la promesa que hice; no estoy pasando la página y olvidando. Pero cómo hacerlo, si fueron, son y serán, los mejores quince días de mi vida.

Estar ahí sentada frente a este sujeto que sabía todo de mi, pero yo no sabía nada de él, era agobiante. No quería hablar, aunque quería gritar. No quería meter la pata y acabar como el chico de la mañana, aunque si mis suposiciones eran cierta y este sujeto tenía que ver algo en eso, lo más probable es que pueda acabar como él. Así que empecé mi rezo nuevamente y nuevamente falle al no culminar.

Él estaba ahí, sin decir una palabra sólo mirándome, analizándome o  tal vez pensando en la mejor manera de callarme la boca; no lo sé, soy muy buena inventando historias y no culminarlas, ¿recuerdan?. Pero ya mande al diablo todos mis pensamientos y aunque no quería, hablé. Le pedí que me explicara, qué hacía yo ahí. Qué quería conmigo. Cómo diablos sabía todo de mí. Que con qué derecho había visto mis redes sociales y de paso, me tenía retenida en ese lugar. Lo dije tan rápido y a casi un grito, que el compañero quiso acercarse, pero el sujeto con sólo una mirada amenazadora hizo que volviera a su haciento y luego posó la mirada en mi y se acercó.

Sonrió como no había sonreído en todo el rato, pero cuando iba a responder o eso pensé, celular y el de él sonaron¸ bueno más bien el mío vibraba ya que estaba en mi bolso que ahora aferraba a mis piernas. Él observó su teléfono y levantó la mirada, esperando no sé qué cosa. Al ver que yo no hacía nada y me mostro su teléfono, mostrandome quien lo llamaba y al hacerlo me preguntó el por qué no le respondía la llamada a mi madre.

Me quedé helada al mirar que efectivamente era mi madre la que lo llamaba, pero por qué lo llamaba a él. Al ver que no reaccionaba, me explicó que había mandado a enlazar mi teléfono con el de él; por lo tanto si yo recibía una llamada o texto, él también lo hacía. Abrí mis ojos como nunca lo he hecho. Y como seguía sin reaccionar, me dijo que si no contestaba yo, lo haría él.

Al ver que pulso la tecla de contestar y se lo llevaba a su oído, no sé con qué fuerza o impulso, se lo arrebaté de la mano y fui yo la que hable. Los hombres que estaban en el restaurant al ver mi reacción se acercaron de prisa a nuestra mesa, pero el sujeto con una voz mucho más amenazadora ordenó que se alejaran. Yo sólo escuchaba a mi madre llamándome por mi apodo y preguntándome si la escuchaba.

Él me miró y pidió que hablara con ella, tranquilamente. Así que la salude como suelo hacerlo pero casi en un hilo de voz. Era obvio que estaba preocupada ya que era la hora en la que generalmente le aviso que voy en camino, pero aún no lo hacía. El sujeto, me miraba fijamente, esperando que yo hablara. Tome aire y traté de mostrarme lo más calmada posible, para que mi madre no se preocupara, no aún. Le dije que estaba con una de mis compañeras de trabajo y como estaba en la calle no quería sacar el teléfono, así  que no se preocupara que si se nos hacía tarde, seguro el novio de una mi compañera me llevaba a casa.

Él solo se dedicó a observarme mientras hablaba con mi madre, sonreía de vez en cuando al decirle algo que le llamara la atención. Casi al finalizar la llamada, le dije  que todo está bien y que yo estoy bien, aunque no lo creía, y de paso le dije lo que sin duda no suelo decirle que la quiero. Mi relación con mi madre es muy extraña, yo la quiero sí, pero ella y yo somos muy distintas y por eso chocamos las 24 horas del día y los 364 días del año. Pero en ese momento, me nació decírselo, tenía que decírselo. No espere que mi madre dijera algo y colgué la llamada.

Me quedé un momento viendo el teléfono, pero luego reaccione y se lo devolví al sujeto. Este me seguía mirando y lentamente estiro su mano y lo tomo. Yo me recliné en la silla y baje la mirada. Pero sentía la suya en mí. Tras un rato, él se volvió acercar y me pregunta el por qué me despedí de mi madre de esa manera, que había sonado como una despedida definitiva. Yo lo mire y le respondí, que era porque tenía el leve presentimiento, que así sería.

La reacción de él me sorprendió,  pensé que se reiría por mi comentario pero no lo hizo; más bien creo que le dolió. Dio un fuerte suspiro y pasó su mano por su cara y su cabello. Luego me volvió a mirar y me preguntó,  qué pasaba por mi cabeza en ese momento, que le dijera sin compromiso todo lo que pensaba, todo lo que ahora estaba sintiendo. Yo lo miré,meditando, si hacer o no lo que me pedía. 

Pasee mi mirada por todo el lugar, viendo a cada uno de los hombres del sujeto que se encontraban ahí. Él siguió mi mirada y ordenó que se retiraran del lugar. Ellos se miraron sorprendidos ante tal petición, pero la cumplieron sin chistar, sólo quedó "el compañero", que seguía sentado en la misma mesa, eso por alguna razón no me molestó.

Cuando ya salió el último hombre, me recliné hasta la mesa y cruce mis brazos, apoyados de ella; él imitó mi gesto. Reconocí que no tenía idea de quién era él  y mucho menos  qué quería, pero que de algo si estaba segura, él estaba relacionado de alguna u otra forma con un evento desafortunado que presencié en la mañana.  Luego le explique, que  me encontraba en mi mundo en ese momento, y que no estaba segura de lo que había sucedido en realidad. Él me observaba detenidamente y en silencio, me supuse que estaba analizando lo que le decía. 

Seguí con mi explicación y luego de unos segundos de silencio le confesé que estaba experimentando en ese momento un sentimiento que nunca había experimentado, el miedo y que justo por culpa de eso no me gustaba la historia, que se estaba formando en mi cabeza, debido a que  el final que me estaba imaginado, no era un final feliz para mí. Y así di por culminada mi intervención.

Él se volvió a reclinar en la silla,  yo por  mi parte  tomé la cucharilla que estaba frente de mí, y me llevé un pedazo de mi pastel a mi boca saboreandolo, sonreí y comenté que al menos en ese final, estaba mi postre favorito. Él me miró degustar mi postre y sonrió. Se volvió a reclinar hasta mesa, tomando también su cucharilla y quitándome un trozo de mi pastel. Me queje y le dije señalandolo con mi cucharilla,  que los Flips no se comparten . Él me sonrió y me dijo, que tenía toda la razón por estar obsesionada con ese postre. Que  de hecho, pensaba en convertirlo en su favorito igual.

Luego que le dio un sorbo a su café, me miró y  comentó  que aquello que había dicho antes era cierto. Hizo una pausa y continuó explicando que  él sí estaba involucrado indirectamente en ese acontecimiento, pero no de la manera que de seguro yo me imaginaba y que yo sólo había errado en una cosa.  Lo miré extrañada, él sonrió y prosiguió explicando que esa historia  la cual se estaba formando en mi cabeza, no era cierta y que él se aseguraría que ese final no se convirtiera en realidad, ya que como me lo había dicho antes, nunca había conocido a alguien, cuya personas de su alrededor la describan de la manera que me describen a mí, por tanto él tenía que verificar, si era cierto todo eso. Luego de eso, volvió a quitarme un trozo de mi pastel, pero esta vez no me queje.

Yo no sabía qué pensar, no sabía si creerle o no. No sabía que iba a pasar conmigo, sólo pensaba en mi familia, mis amigos y mis piojitos.

Aquí culmino estas líneas por hoy, nos estamos escribiendo luego my dear diary. 

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En multimedia el sujeto escuchando lo que pensaba y sentía

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