Capítulo 26. Un sueño sin dueño

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Di una vuelta y después otra, metí la cabeza dentro de la almohada. Llevaba horas desvelada pensando en todo lo que había pasado: el sórdido relato de Ambar, la presencia de la policía, la muerte de su padre, lo vivido...era demasiado para procesar a mi corta edad. Me recosté sobre el respaldo de la cama aturdida. De refilón ví un papel doblado y lo tomé, me di cuenta que eran las lineas que había escrito Azul para Ambar sin saberlo y volví a leerlo.

TE VI

Te vi

Brillabas como un faro inmenso en el medio un océano garabateado.

Te vi y en tus ojos chamanes lo supe.

El miedo devenido en hormiga, mi caparazón adosándose a tu transparente piel.

Te vi y descubrí en ellos el itinerario de un maravilloso viaje a través del tiempo.

Como una chispa que ciega y colma de existencia.

Solo para mostrarme que te tenga o no, ahí estaremos siempre, inmóviles, en un volátil beso de hipocampos.

Te vi aquella vez y supe que nunca dejaría de verte

Porque tu luz había llegado hasta mi mas oscuro rincón del alma para colorearlo por siempre con tu reflejo perenne, con tu alegría de carnaval, con tus sonrisas de mañanas cálidas, con tus bromas truncas y tu manera hipnótica de cantar las palabras...

Cerré el papel con sigilo sin terminar de leerlo y resoplé, había tanta oscuridad circundante que me costaba ilustrar con luz esta historia, no olvidemos que ésta era mi historia de amor. ¿Tan trágica y gótica podía ser? me pregunté hacia adentro. ¿Porque había elegido este camino? ¡Si mi vida era tan simple! Había tenido una infancia feliz, sin problemas, me sentía amada y cuidada por mis padres, tenía unas amigas de oro...¿porque me había adentrado en un mundo tan problemático y oscuro como el de Ambar? ¿Porque el amor debía ser sufrimiento y Dolor?  Lo cierto es que ni yo ni Ambar habíamos elegido las circunstancias, la tragedia nos había tocado de manera aleatoria y ahora solo teniamos que lidiar con ella. De repente, me di cuenta que eso era lo primero que debía hacer en la mañana. Ir a su casa y ayudarla a empezar de cero, tenía toda una vida por delante. 

Al final, despues de esa autosentencia logré quedarme dormida y empecé a vivir un sueño tan extraño como incomprensible.

Caminaba por un sendero de arena blanca, solitario, bello, grandiosamente minimalista. La arena emitía destellos dorados como el oro. El sol acompañaba cálido y amigable, una brisa tenue zisagueaba de a chispas los pelitos de la piel al descubierto, la sentía sobre el rostro como una caricia maternal.

 A lo lejos resplandecía el mar de un azul único y pictórico; profundo, hermoso como nada jamas visto. Me emocionaba observarlo a lo lejos, sentirme su guardiana omnipresente, aunque también ser parte de él, como si compartiéramos un alma común, una conexión avatar, algo que no era capaz de comprender en su totalidad pero que emanaba vida, alegría, amor. Mas cerca y en la orilla podía ver una figura, parecía no ser humana, era evanescente, irradiaba una luz que encandilaba. Una energía potente, sensual, magnética me llevaba hacia ella y al mismo tiempo me generaba un temor inexplicable. Mientras me acercaba, noté que había algo oscuro en ella, un cuervo brillante como la brea la sobrevolaba y aunque me  aterrorizaba no podía dejar de reconocer su belleza nacarada propia de todo inframundo fantástico y misterioso. 

En cierto modo me sentía en una encrucijada entre el mar y la figura.

 Y aunque me dirigía sin poder resistirme hacia ella en un estado hipnótico y opiáceo, una sonido indescifrable pero belllísimo como una melodía milenaria, me detuvo para susurrarme algo al oído, no estaba claro lo que me había dicho pero hizo que cambie de rumbo para ir directo hacia el mar. Ese mar tan Azul que cegaba y a la vez colmaba. 

Esta vez, a pesar de que avanzaba en su profundidades no temía, al contrario, me sentía tan feliz como nunca lo había sido, en el fondo ya, con sus peces y luces, con el sol que atravesaba cada alga, cada roca y cada rincón de paz que era ese onírico mar.

—¡Ninaaaaa, despertá! —Me sacudió mi mamá urdida.—Teléfono—aclaró —Es Azul.

¿Que rayos había sido ese sueño? 


Las Chicas solo quieren divertirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora