¡Largo!, ¡Maldito vagabundo!
Que irónico, era un cinismo, pensaba el pobre hombre con su pequeño bebé en brazos. Fue en la noche de "navidad" en Japón, se suponía era un día dónde las personas deberían ser más blandas de corazón.
Que estúpido, la navidad solo era una excusa para el consumismo y la presunción. Él era un hombre y no un niño así que, ¿Por qué pensaría que una fecha cambiaría la pobreza de alma de una persona que solo va ganando maldad con el tiempo y que no cambió en todo el último año?.
Podían decirle que era un pesimista, pero tenía sus razones. Jamás pensó que el día que su esposa se embarazara del pequeño ser que tenía en brazos, se marcaría la sentencia de muerte de su amada. Ocupó todo lo que tenía en tratar de salvarle de aquella maldita enfermedad que con el embarazo provocó que se la llevara más rápido. Todo fue inútil.
Se quedó sin esposa, sin casa debido a la hipoteca que no pudo pagar, y sin trabajo debido a que le botaron cómo un perro debido a sus constantes faltas por cuidar de su esposa. Ahora no tenía nada, ni siquiera para alimentar a su hijo.
En su desesperación fue a una casa de acogida, pero solo logró que le robaran lo poco que tenía. Al reclamar el problema nuevamente le botaron con su pequeño bebé a la calle. ¿Que acaso la gente ya no tenía corazón?.
Su última opción y comiéndose su vergüenza, fue ir a la casa de su antiguo jefe a pedir ayuda, aquel hombre que miraba en menos a todos sus trabajadores, rara vez cruzaba palabra con alguno, aquel hombre que parecía no tener un alma por lo avaricioso y explotador que era, aún así debía intentarlo aunque ya supiera el resultado.
Lamentablemente no erró para nada en sus suposiciones, nuevamente el trato fue el mismo, le lanzó a la calle sin consideración.
La noche estaba fría, veía a su pequeño hijo llorar hasta enrojecer, mostrando su pequeña boquita sin dentición. ¿Tendría fiebre?, ¿Hambre?, seguramente eran las dos opciones y más. Sus pies estaban heridos de tanto caminar, a pesar de que el bebé no pesaba casi nada, sus brazos dolían al igual que su espalda,
En tan malas condiciones el mal pensamiento lo atormenta, ¿lba a morir en la calle con su muchacho?.
El gran portón de una mansión próxima a la que se encontraba comenzó a abrirse, dando paso a la salida de dos autos, uno más lujoso que el otro. Desesperado y ya sin razonar, se acercó corriendo a todo lo que daban sus pies para abordar el auto que estaba saliendo. Sin importar nada pediría ayuda para su pequeño hijo, aún si eso le costaba que le golpearan por pensar que era algún tipo de maleante o algo por el estilo.
Al aproximarse inmediatamente ambos autos frenan, bajándose tres tipos con pistolas en mano, dispuestos a dispararle si daba un paso en falso, de eso estaba seguro.
En cosa de segundos, un alto y apuesto hombre sale del auto más elegante, era un alfa en verdad temible, de seguro andar, intimidante y de fuertes feromonas.
Vio al alfa dar una orden con la mirada de que bajaran las armas, siendo obedecido al instante. Aquel imponente hombre se acercó de forma muy segura pero curiosa, al llegar hasta dónde estaba él, le analizó enigmático, podía ser por su aspecto lamentable o porque su pequeño bebé lloraba sin cesar.
Exhausto, tembló de miedo apretando contra si a su criatura.
Pensó, ¿Quién era aquel alfa?, ¿Había sido correcto acudir a él o solo había marcado su sentencia y la de su niño?.
-Buenas noches, veo que estás en serios problemas, no hay que ser demasiado listo para darse cuenta-el alfa le vio de arriba a abajo-¿Ese niño es tu hijo?-
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Desde mi infancia.
Fanfic(Asami/Misaki) Eran los mejores amigos desde niños, Misaki siendo hijo de uno de los miembros de la servidumbre de aquella gran mansión, y Asami Ryuichi, el único hijo y heredero de la familia. Misaki se preparó para mayordomo y asistente personal d...