Más o menos a las diez me levanté para preparar el desayuno para Jesse. Luego lo llame para que bajara. Una vez que termino de desayunar me avisó que iba a verse con unos amigos y volvía en la tarde. Fue a cambiarse y se despidió antes de irse.
Mire una serie hasta que eran casi las dos de la tarde. Me di una ducha y me vestí con un short de jean y una musculosa blanca. Tome dinero y lo metí en el bolsillo de mi short. Me calcé unas zapatillas blancas y fui a la sala a esperar que Matt pase por mi. Unos diez minutos después escuche el timbre.
—Estas hermosa. —Dijo al verme.
—No te quedas atrás. —Conteste viéndolo detenidamente. Llevaba unos jeans negros y una camiseta blanca que resaltaba los músculos de sus brazos.
Cerré la puerta de mi casa con llave. Y nos subimos al auto. Hablamos sobre trivialidades todo el camino. Al llegar hicimos la fila y compramos las entradas. Me dieran dos pulseras rosa chillón. Le agradecimos a la cajera y nos pusimos a un costado. Matt me puso la mía y yo le puse la suya.
—Empecemos con los tranquilos y dejemos este para el final. —Sugirió señalando una montaña rusa muy grande con muchos giros, partes donde quedabas de cabeza y caídas muy grandes.
—Trato. —Dije tomando su mano y arrastrándolo a un juego cercano.
Recorrimos casi todos los juegos, hasta que llegamos a la gran montaña rusa.
—¿Estas nervioso?—Le pregunte en la fila.
—Puede. —Contestó sin mirarme.
—Solo toma mi mano si te asustas. —Dije riendo un poco. Justo entonces nos indicaron que avancemos para que subieramos. Era una larga fila de carritos de a dos. Nos sentamos y abrochamos nuestros cinturones. Matt tomó mi mano. Un chico paso revisando los cinturones y bajando una barra de hierro para más seguridad. Luego de revisar a todos le hizo una seña al chico que estaba con el interruptor. Gritamos durante todo el recorrido.
—Hagámoslo de nuevo. —Dijo Matt apenas la montaña rusa se detuvo. Subimos un par de veces más y luego estábamos listos para irnos a casa.
—Espera, ven. —Dije mientras lo arrastraba a una cabina de fotos. Saque dinero de mi bolsillo y lo metí en la máquina.
Cinco minutos después salimos para retirar la tira y verlas. En la primera yo le estaba lamiendo la mejilla a Matt. En la segunda ambos sonreímos, mostrando nuestros colmillos y ojos amarillos. En la tercera ambos nos mirábamos sacando nuestras lenguas y estas se rozaban. Y en la última solo estábamos abrazados y sonriendo a la cámara. Reímos mientras caminábamos, viendo las fotos.
—Guárdalas tu. Yo soy bastante descuidado. —Me dijo.
—Espera. —Respondí. Con cuidado corte la ultimo con mis manos. —Ten esta es la más normal. Guárdala tú. —Me sonrió mientras sacaba su billetera para guardarla ahí.
—Juro que voy a hacer todo lo posible para no perderla. —Dijo viéndome a los ojos.
—Bien. —Le respondí.
Fuimos al auto y Matt arrancó para dejarme en mi casa.
—¿Hay alguien en tu casa? —Preguntó mirándome un segundo.
—Quien sabe. Mi casa parece hotel. —Rio suavemente.
—¿Porque?
—Todo el mundo entra y sale sin avisar. Mi padre, mi hermano, yo, Jesse. A nadie le importa, a nadie le preocupa. Quizás yo y Jesse, uno por el otro, pero tampoco demasiado. —Dije viendo mis manos.
—Suena... —Empezó a decir pero lo interrumpí.
—Oh, no te preocupes. —Dije viéndolo. Me dio una mirada rápida y volvió a ver el camino. —Siempre ha sido así. Papa dejó de estar cuando mamá murió, y tuvimos niñera hasta que tuve 12. Entonces yo me encargue de Brent.
—Eras una niña. —Susurro.
—Lo era. Como sea, el me daba dinero, yo lo solucionaba. El es bueno comprando una familia. El trato tácito siempre fue el mismo. Den lo mejor, sean lo mejor, y el dinero siempre desbordara de sus cuentas. Y así fue.
—Suena solitario.
—Nah. Yo pude con eso. El secreto es no esperar de más. Y aprendí a hacerlo. —Me miró, incintandome a explicarle. —Cuando... cuando tenía 14... le implore como... por dos meses que fuera al cumpleaños de Brent. El aceptó. Pero... él nunca apareció. Recuerdo no saber como consolar a Brent. Al otro dia desperté con un repartidor o algo parecido, con un auto. Y una tarjeta, que decía:"Lamento no haber estado ahí. Feliz cumpleaños, Bree. Este es tu regalo." Ni una palabra más. Ni una palabra menos. Entonces nunca volví a esperar nada de una persona así. El padre de alex era mecánico. El me enseño todo sobre autos. Pasaba mucho tiempo en su taller. Alex y yo nos odiábamos, pero lo manejaba. Luego cada regalo se convirtió en un auto. Por 4 años, todo era un auto. "Terminaste el año", un auto. Dia del niño, un auto. "ganaste las olimpiadas matemáticas", un auto. A los 18 tenía más autos de los que podía usar. De todos modos era un buen escape. Trabajar en ellos, en el taller. Era más familiar que las cenas a las que tenía que asistir, con un largo vestido y una falsa sonrisa. A los 16 la familia de Alex se mudó. Así que seguí trabajando en autos en vez de buscar cariño donde no lo había. Eventualmente tuve mi propia manda y deje de refugiarme en los autos.
—Yo... lo siento. —Dijo entrelazando su mano con la mía. Y poniendo los cambios con la misma.
—Oh, de veras. Esta bien. Sé que es lo que no le hare a mis niños. Y sé que ya acabó. Ya crecí. Puede que no sea un buen padre, pero sabiendo la comparación a una madre muerta, al menos papá me debe dinero y todo eso. Esta bien. Es lo que es.
—Estoy segura que te ama. —Dijo en un susurro.
—Yo también estoy segura. —Me apure a responder. —Es solo que su forma de amar es una mierda. —Suspire. —Mi familia es una mierda, esta muy jodida. Estoy segura que los tres nos amamos. Pero también estoy segura que no somos funcionales como familia. Y yo sé, que a ninguno de los tres nos interesa lo que no nos funciona... y estoy acostumbrada a eso. Y no me molesta. Ya no.
—Suena triste.
—Pero es realista. —Dije sonriendo. —No puedo cambiar lo que fue o lo que es. No puede cambiar mi familia. Pero puedo decidir lo que será. Puedo decidir como será la familia de mis hijos. Así que estoy bien.
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Union de manadas U.C.A#2
Werwolf¿Una chica Alpha?#2 Bree vuelve a su ciudad natal al graduarse de la Universidad. Ella se encuentra con algunos cambios. Nuevos aliados, nuevos enemigos y, quizás, sólo quizás, un nuevo amor.