Cuento primero

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La distancia que el espacio abarca es, por lejos, uno de los misterios más grandes que este aguarda. Si bien hay quienes sí conocen este dato, no lo revelan. Las categorías más bajas ni siquiera saben la cantidad de mundos, estrellas, galaxias, y eventos que el cosmos guarda entre sus brazos, y mucho menos los colonizadores, el más bajo rango de Grandes que hay, hubo y habrá jamás. Se dice que hubo algún grande que, desafiando la cólera y las consecuencias que los altos cargos pudieran imponer, salió a la aventura y descubrimiento de la totalidad de esta colosal existencia. Yo sólo soy un narrador, un espectador que observa todo cuanto pasó y pasará, pues no existe un presente. Todo cuanto crees vivir ahora mismo, ha forma parte de tu pasado. Basta con que te fijes detenidamente. Si bien podría ser considerado un dios, hay seres que distancian mucho más allá de mi capacidad. Y no inferiormente, no, no. Si no verdaderos dioses que desempeñaron papeles de suma importancia y, que aunque inmediatamente fueron borrados de los registros universales y el resto de dioses, privados de el conocimiento de su mera existencia, aún permanecen presentes en mis registros como si de ayer mismo procedieran estas historias. Y es aquí, donde el primero de ellos toma escena; Egmelssendlegor, colonizador asignado a la galaxia Quinta-T, el primero que decidió expandir su mente más allá de la labor que los altos cargos hubieron impuesto sobre sus espaldas. Su única misión era la de formar dicha galaxia, poblar la de estrellas con toda su energía y, en dos rocas que él mismo construiría a partir del polvo y los asteroides, cultivar vida y formar un culto digno en cada uno de los dos planetas. ¿Por qué un culto? Sencillo: los grandes se alimentan de la fe, la creencia, el misticismo hacia su persona. Cultivan vida utilizando el mínimo de su poder para que así, mediante esta vida que crean, este mismo poder aumente. Ebrios de energía están desde hace mucho tiempo, e irónico es sin embargo su propósito, pues no son los más grandes, sin embargo, los más poderosos seres. Los hay que escapan a toda comprensión, aquellos que poseen habilidades que carecen de nombre o sentido frente a nuestra mediocre comprensión, y recordemos sin embargo, que somos conocidos como dioses. La ironía es el más mortal suceso que jamás se pudo dar, desde que comencé mi guardia eterna, hasta este mismo instante. Bien, sin desviarnos de nuestro protagonista, este ente tenía esa sencilla tarea. Pero en medio de su procedimiento algo surgió en él, y pensó que sería una buena idea desobedecer las órdenes que el cargo mayor le impuso. Ja, pobre idiota. Acto seguido hubo creado dos planetas más de la cuenta y dádoles vida, un inmenso, colosal, sinmedido agujero se abrió sobre él. Estos seres sólo son energía, y se dan lugar gracias a los más grandes, quienes pueden crear cualquier tipo de vida; más o menos inteligente, en mayor o menor cantidad, y de mayor o menor poder. Y así como le dan lugar, se lo pueden quitar. Y este pobre ingenuo, cuyo razonamiento, inteligencia sólo sobrepasó por poco la de sus iguales, fue llevado de vuelta al lugar del que salió; el Vientre de los Grandes. Este fue el final que encontró la primera rebelión en la existencia. Ni siquiera los grandes se reversión nunca antes al mayor escalón que existe, a los que llamaremos los Aspectos. Y no fue en vano por una parte el sacrificio de este pobre tonto, porque hubo quienes empezaron a pensar parcialmente por sí mismos, y decidieron tomar las riendas de su destino y su propio propósito. Pero estos son cuentos que no dan a lugar hoy, sino que continuarán. Quizá no hoy, pero pronto, sin lugar a dudas.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2019 ⏰

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