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¿Qué podría ser peor que ver a tu novio comiéndole la boca a uno de tus compañeros de trabajo? Todo esto mientras se suponía que él te esperaba en recepción mientras tú acababas con tu último informe. Jimin sentía su pecho quemar, pero no quería llorar, no más después de todas las lágrimas derramadas por las acciones anteriores de su pareja.

Salió por otra puerta y caminó con pasos rápidos en dirección a su departamento, si bien las lágrimas no se escurrían por sus rosadas mejillas, pronto lo harían. Esquivó personas y autos en el trayecto, hasta que uno color rojo se detuvo bruscamente frente a él.

—¡Mira por dónde te metes imbécil! — Gritó el conductor enojado.

Jimin con el corazón en la mano se disculpó con una reverencia y retrocedió hacia la acera para que el vehículo pasase. Sin embargo, vio cómo un gato negro se detenía justo delante del neumático del auto rojo. El conductor encendió el motor con intención de avanzar. Su corazón se aceleró más que antes y sin pensarlo volvió a atravesarse en el camino del conductor enojado. Cuando se había dado cuenta, ya tenía al gato en sus brazos y estaba de rodillas en medio de la pista.

El conductor esta vez ofuscado de la ira abrió con violencia la puerta con intenciones de golpear al castaño a la par que lanzaba maldiciones e indecencias. Jimin de prisa se levantó y corrió con el gato en sus brazos, no quería verse envuelto en una pelea, no porque fuese una persona sumamente pacífica, sino que tenía miedo de que lo golpearan. Con todas las emociones vividas de ese día, daba zancas con tal de llegar más rápido a su departamento.

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