Capítulo 2: La Vida del Gangster (1)

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El extravagante coche alargado se frenó en lo que parecía ser un edificio abandonado. Pietro le pidió cordialmente a Jon que bajara del coche.

—¿Qué es este lugar? No parece ser el cuartel general como habías dicho —dijo Jon en un tono confiado, ya habiendo previsto que podrían engañarle.

Pietro se abstuvo de responder e hizo una seña al soldato sentado al lado de Jon, el cual de inmediato lo apuntó con su revolver. Jon respondió con una mueca burlesca, como si pensara que apuntar un arma contra él no servía de nada, y procedió a salir del automóvil. Pietro, Jon y los dos soldatos se dirigieron hacia la entrada del edificio donde esperaba otro soldato, un hombre corpulento de lentes oscuros, que se hizo a un lado al reconocer a Pietro. Al ingresar al lugar, Jon dejó de ser apuntado con el revólver.

—Bueno, ya estamos aquí —dijo Pietro.

De entre la oscuridad del lugar, donde apenas se filtraba la luz del atardecer por las pequeñas ventanas, Jon pudo divisar a cuatro muchachos jóvenes.

—Bienvenido señor Journey, al fin estamos todos —dijo uno de los jóvenes, el que parecía ser el más educado y de mejor apariencia.

—¿Quiénes son? ¿Qué se supone que hacemos aquí? —preguntó Jon.

—¡Bueno! Yo soy Franco Farina, un recluta de la Familia Gentile. El señor Pietro nos ha reunido aquí a los nuevos reclutas para hacernos una prueba —respondía el entusiasmado joven.

—Alto ahí, Farina —interrumpió Pietro—, déjame la explicación a mí. Verás Journey, estos chicos y tú son los novatos. Ellos cuatro son vulquinerios, por lo que tienen derecho directo de pertenecer a la familia. Tú eres la excepción, pero los jefes te quieren con nosotros, así que no hay problema. Una de las reglas de la familia es probar a los nuevos reclutas en una pequeña misión que les asignamos. No es nada complicado, sólo deben completarla y serán asignados a una decina con el rango de associato. A los cuatro meses recibirán el rango de soldato.

Mientras Pietro explicaba, Jon se detuvo a examinar la situación: el joven que había hablado primero, Franco, parecía un chico de unos veinte años de buen nivel económico, incluso iba vestido con un elegante traje. Por su actitud, parecía que se había unido a la familia por su propia voluntad y probablemente hubiera ignorado o abandonado a sus padres. Los otros tres tenían un aspecto deplorable: parecían ser jóvenes marginales que probablemente vendrían del barrio bajo del distrito donde vive la comunidad vulquineria. Este término se utilizaba para designar a personas nacidas en Ineria cuyos padres o abuelos provenían del Reino Vulcane, o de alguna región perteneciente a dicho país, como Isola Fumante, tierra de la que provenía la mayor parte del Clan Lavilia. Si bien el reino se componía de varias regiones unificadas en un solo país, se trataba más bien de distintas naciones que tenían una cultura en común. Esto era bien sabido por Jon y también por cualquier gánster del clan, sin embargo, era una de las pocas cosas que sabían los descendientes e hijos de aquellos que provenían de aquella tierra. Incluso los mismos que habían vivido parte de su vida en Lavilia u otra nación cercana, no sabían mucho más sobre lo que había fuera de la región. 

Pietro continuó explicando la prueba.

—Hace unas horas una camioneta que transportaba armas hacia el cuartel general ha sido interceptada y robada por un clan menor rebelde. Esos hijos de puta al parecer eran novatos como ustedes, ya que fue fácil localizar su ubicación. La camioneta se encuentra en el subsuelo de un estacionamiento cerca de aquí, al parecer la han dejado ahí y por el momento se han ido. Su tarea es muy sencilla: vayan y traigan de vuelta esa camioneta. No sabemos si se han llevado o no las armas, pero eso no les afectará a ustedes. Su deber es comprobar el vehículo y traerlo de regreso aquí mismo.

Odisea de Clanes | Volumen 1 - Primera Odisea en IneriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora