Pensamientos que surgen durante actividades cotidianas.

1. Creo que mi padre nos odia

Qué dramático, ¿verdad? Así me han llamado muchas veces, ya no puedo contarlas. ¿Por qué llegué a esta conclusión? Fácil, enlistaré algunas de las razones.

Razón 1.

Parece estar harto cada vez que hablamos.

Así como lo escuchan, se molesta cunando mi hermano y yo hablamos acerca de nuestro día (o de nuestra mascota).

Durante varias noches noté que se apresura a cenar cuando estamos en la mesa, hay veces en que ni siquiera espera por un vaso de agua, o por el segundo plato, pero, él es así, no le interesamos en lo absoluto. Me pongo a imaginar por qué mi madre se casó con él y en ocasiones se lo preguntó, sin embargo, me entristece que responda "él no era así"; y de pronto, me doy cuenta que nunca terminamos de conocer a una persona.

Razón 2.

El simple "siempre hacen mucho ruido" mientras ve sus vídeos en Facebook.

Es política, la derecha siempre hablará mal de la izquierda y viceversa. Los partidos nunca cambiarán, nosotros sí; vamos a crecer, lo vamos a olvidar.

Es muy serio hablar de mi padre de esta forma, ¿no? Pero es que ya es algo natural despreciarlo así, ya en natural que no sienta ese amor descontrolado que una niña siente por su padre, ese amor que desde el 2006 ha desaparecido.

Yo crecí, pero mi amor por él y por la vida se quedaron pequeños.

Razón 3.

Se expresa mal de mí, pero no entraré en detalles.

Razón 4.

Le interesa más el alcohol que mi educación.

Así es, hace unas semanas estaba estudiando para un examen importante, aunque a él le pareció buena idea poner música alta y empezar a tomar junto al vecino. Para reducir la historia: le pedimos que bajara un poco el volumen, ¿cuál fue su respuesta?

"Es mi casa, si no les gusta, váyanse."

No puedo esperar el momento para irme.

Y todo esto lo analicé mientras desayunaba.