La fierecilla domada por Adri 1 y 2

38 - A veces es mejor no saber la verdad

Mi padre me volvió a acompañar a la estación. Aún quedaba tiempo hasta que llegara el autobús.

-Gracias, por intentarlo. ¡Aunque pasado se vaya todo a la mierda! Aventuré resignado.

-Adrián, cuida ese lenguaje. Me advirtió, de pequeño me hubiera ganado una reprimenda.

-Papá. ¡Necesito saber una cosa! Dije tímidamente.

Me animó a preguntar todo lo que quisiera.

-Desde cuando sabes que no soy tu hijo? Cerró los ojos y me contestó un momento después.

-Tú siempre has sido mi hijo y el de tu madre! Rehíce la pregunta.

-Desde siempre, cariño. ¡Desde siempre! ¡Y siempre serás mi hijo! Me da lo mismo lo que hagas. Aunque me he enfadado siempre con vosotros, siempre estaba dispuesto a intentar de nuevo lo que sea. Te he contado varias veces que he despedido a varios trabajadores por que no obedecían o no daban la talla. ¡A vosotros os he castigo y siempre lo he vuelto a intentar!

Me dolía escuchar eso, pero no lo entendía. Cuando se acercaba la hora de partida, me lo explicó. Mi padre me confesó que era estéril. En vista de eso, tácitamente aceptó que la única manera de tener niños era tener relaciones con otros hombres. Podían haber ido a una clínica, digo yo. Joder, de todos los lugares que podía habérmelo dicho. Ayer, por ejemplo, en casa. Por teléfono. Yo qué sé. Me explicó en una estación de autobuses de segunda categoría. Igual que mi concepción. En lugar de irse a una puta clínica y escoger hombres universitarios, altos, guapos e inteligentes; mi madre se lio con uno que le entró por el ojo y punto. Una puta.

Mi padre me tranquilizó. Había sido capaz de quitar unas cuantas capas como a las cebollas y ahora veía un hombre tranquilo, muy severo, muy metódico, pero sobre todo sereno en ausencia de mi madre.

Me lo razonó a su manera. En realidad, según él, en mi caso eligió a mi padre biológico mi madre, según su criterio. Podía haberse casado perfectamente con él. La diferencia está en las formas, pero la concepción es la misma. Sí, dicho así fríamente, es así, pero me imaginaba mi vida de otra manera. Pensé que me merecía algo más bonito. Joder, simplemente algo más. Estaba furioso. Quizás por lo decepcionado que estaba. Mi padre lo sabía y no había hecho nada. Qué coño iba hacer. Y mi madre, había decidido quién era mi padre. Mi padre a mi lado empezó a serenarme y le rogó que pensara fríamente, tal y como él lo hacía.

Quizás gracias a que mi padre estaba por encima de todo esto y no se alteraba.

Una concepción, como él lo llamaba hubiera sido igual que inseminar en una clínica. También podían haber pedido esperma a un lugar lejano. Yo ya estaba pensando en China.

-Y tú conoces a mi padre biológico? Dijo aun intentando ver el alcance de toda la mierda.

-He evitado conocerle! Pensó un momento. ¡Decidí no conocerle! ¡Confié plenamente en tu madre!

Explicó que a él no le importó. La idea de concebir un niño y yo como segundo niño, partió de mi madre. Tener relaciones con un hombre que él no conocía y que iba a ser algo puntual no le gustaba, pero terminaba con los problemas de la descendencia.

Siguió explicándome lo que él pensaba de todo esto y que le parecía de lo más pragmático. Yo juro que alucinaba en multicolor, tecnicolor y otros colores. Dónde estaba el puto amor y toda esa mierda. Le dejé hablar porque estaba otra vez furioso.

-Eso no explica los castigos tan severos. ¿Era por venganza? Aproveché y pregunté también.

-Te quiero Adrián. Eres para mí, mi hijo. Aunque tengas otro padre. Te daría mi riñón para que vivieras si te hiciera falta y yo me muriese. No hay venganza. Si quisiera vengarme no lo haría de un niño, sino de una madre. Eres mi niño.

-Papá, aun así, te pasaste. Dije mirándole.

-Lo siento. ¡No quería hacerte tanto daño! Pensé que no era para tanto.

-Había días que quería terminar con todo esto.

-Mírame! Dijo mientras me subía la barbilla hacía él. Puedes sentir lo que quieras. Te quiero. Tu madre siente muchas cosas, otra cosa es lo que haya pasado de verdad. ¡Dice que la he pegado, pero no lo he hecho! Dijo serio.

-Lo sé. ¡Nunca le pegaste! Era cierto lo que decía. Una cosa son los castigos y otra la violencia física contra mi madre que nunca hubo.

-Y si hubiera sospechado que querías escaparte o hacer cualquier otra tontería me hubiera dado cuenta. ¡Estaba seguro que no era para tanto! Pensé que no! ¡Te lo prometo!

-Te equivocaste. ¡Te has equivocado, pero totalmente!

Poco después me subí al autobús. Pasé de buscar a mi padre entre la gente que estaba en la puerta de la estación. Salimos a la autovía y paramos a mitad del camino como se hacía habitualmente dirección Madrid.

Estuve pensando. Pensé mucho y eso no se me da bien. Noté cómo odiaba a mi padre. Lo que había hecho era horrible, pero estuvo llorando cuando le dije que le quería, aunque no había sido del todo honesto cuando se lo dije. Siempre había preferido a mi madre. Me di cuenta que sí me quería de verdad por lo que dijo. Empecé a lagrimear por lo que había vivido de pequeño. Había pensado en suicidarme. Le debo la vida a Toni que me ayudó a superarlo. Subí al autobús con lágrimas. Fue de lo más horrible. Si hubiera tenido trece o menos años mi padre también me hubiera dado una tunda por llorar. ¡Los hombres no lloran! Y yo no podía aguantarme. Pensaba ahora en Asun. Fue vergonzoso, me hacía sentir mal. Mi compañero de asiento, un africano me dio unos pañuelos y me intentó hablar en francés. Mi francés del instituto era muy básico. Conseguí calmarme.

El tiempo no puede volverse atrás. Los golpes ya no duelen. Aunque se han quedado en mi cerebro como muecas que tallas en un árbol. No lo haría con esas intenciones, pero lo hizo y yo lo sentí. Quizás me mintió, aunque mi padre rara vez mentía. Preferí irme a Madrid. Pasé de regalos para mis padres, me había quedado casi sin pasta. Me quedaría con la beca y ya vería.