Son dos personas que se conocen por chat pero una de ella guarda un secreto que esconde bajo su ropa.
Esta historia es una adaptación autorizada por la verdadera autora ;ReaperSutcliff.
Joel:pasiva
Chris: activo
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Christopher se despertó aquella mañana de domingo de mediados de septiembre con los sonidos de las arcadas de Joel viniendo del baño. Aún medio dormido, se dirigió hacia allí rápidamente.
Se arrodilló junto al mayor y quitó el cabello de su frente con una mano, mientras que con la otra acariciaba tranquilizadoramente su espalda.
-Shh, está bien-— murmuró, viendo las pequeñas lágrimas rodar por las mejillas del hombre gato.
Ambos estuvieron así durante unos minutos, en silencio, exceptuando los sonidos que salían de la garganta del rizado .
Entonces Joel extendió la mano y tomó un poco de papel higiénico para limpiarse los restos que habían quedado en sus labios y barbilla.
-Odio vomitar-— se quejó con la voz rota.
-Lo sé, Joe—- el castaño le besó la sien suavemente.
Christopher aguardó a que el mayor se lavara los dientes antes de que ambos volvieran a la habitación. Con sus brazos envueltos alrededor de la cintura del rizado y un "Te quiero" murmurado a media voz, los dos volvieron a dormirse rápidamente.
(...)
A los dos meses, los extraños antojos del primer embarazo volvieron a presentarse.
Christopher despertó solo en la cama, y las sábanas a su lado estaban frescas, lo que indicaba que joel se había ido hace más de unos minutos.
Rodó fuera de la cama y fue a revisar la habitación de las gemelas para asegurarse de que aún dormían sin problemas.
Luego de hacer eso, bajó las escaleras. Sonrió cálidamente al ver a Neko y Toby acurrucados en la cama para perros, el gato resposando bajo la pata del perro.
Se dirigió a la cocina, de donde venía una tenue luz, flitrándose por la ligera abertura de la puerta. Entró, y tuvo que contenerse con un esfuerzo casi sobrehumano para no estallar en carcajadas limpias que despertarían a toda la casa.
Allí estaba el hombre gato, comiéndose un pepino. Con crema.
Cuando el mayor notó su presencia, le dirigió la mirada, con los ojos grandes, brillantes y mieles, pero sin dejar de masticar la verdura de figura fálica. La crema manchaba su barbilla, sus comisuras, e incluso la punta de su nariz.
-¿Joy? ¿Qué haces? Son las cinco de la mañana—- dijo, fijándose en el reloj de pared.
El rizado quitó el pepino de su boca con un ligero 'pop'.
-Tenía hambre-— se explicó, con un encogimiento de hombros—-. ¿Quires probar? Está rico—- le ofreció el pepino y sus dedos llenos de crema.
El tatuado negó con la cabeza.
-No, gracias-—dijo-—. ¿Qué día es?
-Martes, ayer fue lunes, y mañana será miércoles-— respondió, lamiendo sus dedos y gimiendo suavemente al sentir el sabor de la crema.