Capitulo 1

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Levantó la vista al ver entrar a esa pequeña de diez años a la habitación, era tarde y los gritos seguramente la habían hecho despertarse. Javier adoraba a su hermanita, era su mundo, su vida, en esos momentos en los que su padres tenían esas discusiones acaloradas, le gustaría poder llevársela lejos, al mundo de nunca jamás, como le decía ella. Miró a su mejor amigo, que esa noche se había quedado a dormir allí como tantas veces, compartían tantas cosas que la verdad es que sentía a Alfred como si fuese ya de la familia. Alfred le dijo con la mirada que no pasaba nada, no era la primera vez que presenciaba aquello, los padres de Javi discutiendo en medio de la noche, era algo a lo que ya estaba habituado, sin embargo, ver la cara de la pequeña Amaia muy asustada, eso si era algo a lo que aún no se habituaba.

-Eh, peque...-Cuando Amaia se subió a la cama donde Javi y Alfred habían estado viendo unas revistas...no aptas para menores, los dos se hicieron a un lado para que ella se acurrucara mordiéndose las uñas.-¿No puedes dormir?.-Amaia negó con la cabeza y su gracioso cabello cortado sobre sus hombros se movió ligero, Alfred sentía mucha ternura por la hermana de Javi, le parecía una niña muy guapa y dulce, aunque a veces se comportaba de una manera extraña con él, como si le tuviese miedo.

-¿Puedo quedarme con vosotros?.-Los dos chicos se miraron en silencio y acordaron que la diversión quedaría postergada para otro momento.

-Claro que si, peque, venga, métete aquí.-Le dijo su hermano mayor por cinco años tapándola con la manta.-¿Quieres que te busque un poco de leche?.-Le preguntó y ella asintió sonriendo un poco.

-Gracias.

-Va.-Le atusó un poco el pelo y salió de allí.

Sus ojos oscuros miraron a Alfred y cuando él le sonrío ella apartó la vista sonrojándose.

-¿Tú donde vas a dormir?.-Escuchó que le preguntaba, él se movió acomodando su manta en un colchón que Javi siempre sacaba cuando él se quedaba allí, y el cual ponían en el suelo, al lado de la cama.

-Pues aquí también...-Le dijo dulce.

-¿Mis padres van a separarse?.

Alfred la miró sin saber que decirle.

-Pues no lo sé, Amaia.

-Pero tú eres grande.-Declaró ella haciéndolo sonreír.

-Supongo que si, pero te aseguro que ni siquiera alguien aún mas grande que yo puede saberlo.

-Yo no quiero que se separen.

-Nadie quiere eso.

-Oye ¿por que siempre usas el pelo así?.

Alfred frunció el ceño y luego rió tocándose los rizos.

-¿Que tiene?.

-Pues así, con caracolitos...está guay.-Dijo sonriendo y Alfred adoró la sonrisa de aquella pequeña.

-¿Si?, ¿te gustan?, a las chicas le gustan.

-¿Por eso lo usas así?, ¿a tu novia le gustan?.

-Pues...no sé, no tengo novia aún.

-Pero si le dijiste a Javi que habías besado a una chica...-Alfred abrió los ojos.

-¿Y tú como sabes eso, enana?.

Amaia se tapó la boca, no debió haber dicho eso.

-Ejem...es que...

-Así que es cotilla la niña ¿ah?.

-No, es que pasaba por aquí...

Él rió.

-Ya...

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