Parte 6

396 34 0
                                    

Por la mañana desperté sintiéndome agotada. ¿Habría dormido algo? Solo recordaba pasar lo que parecían horas y horas con imágenes sueltas y distorsionadas viniéndome a la cabeza. Sin estar completamente despierta, pero sin estar dormida.
En el mundo exterior quizá hubiera podido ir a dormir otra vez, para intentar descansar de esa noche tan... extraña, pero donde estaba eso era un lujo inimaginable.
Me levanté de la cama con un ligero dolor en la frente y me preparé para trabajar. Lavar sábanas y ropa ocuparía la mayor parte de mi día, así que me dirigí al "purgatorio". Llamábamos así al cuarto de limpieza al lado de la... habitación.
Al llegar al cuarto, miré por uno de los pequeños agujeros de la pared que daban a la gran estancia de al lado.
"Vacía", pensé. Sabía que ese día no iba a haber nadie, pero aún así mirar se había convertido en costumbre.
Sacudí la cabeza y empecé a hacer mi trabajo. Apenas unos minutos después, la puerta se abrió bruscamente.
—¡Entra ahí!—oí gritar a un hombre mientras empujaba dentro del cuarto a una pequeña figura para luego cerrar con la misma rapidez.
No me sorprendía ya la aspereza de esos hombres, así que solo levanté ligeramente la vista para ver a quién obligaban esta vez a ayudar con la limpieza. No tuve siquiera que esperar a que se diera la vuelta para reconocer esa pelirroja cabellera.
—Buenos días—la saludé, aunque en ese lugar había muy pocos días buenos.
—¡Ah!—se sobresaltó, dándose la vuelta al instante—oh-hola! Eh-si, perdón. M-me han dicho que tenía que venir y... eh-para que me enseñaras y...
—Tranquila—reí—, parece que vas a colapsar de un momento a otro.
—P-perdona—dijo sonriendo, un poco más relajada.
Le hice una seña para que se acercara y me ayudara a poner orden.  Cuando estuvo a mi lado le tendí una esquina de una de las sábanas para doblarla.
—¿Qué tal dormiste anoche?—le pregunté, había estado pensando en eso, mi tono se volvió más suave sin darme cuenta—. La primera noche suele ser difícil...
—Pues... no estoy segura—contestó—. No ha sido... tan malo como esperaba.
La miré sorprendida. Ella simplemente se encogió de hombros con una sonrisa cansada.
—¿Y tú? ¿Dormiste bien?—dijo tímidamente—. Anoche... parecías tener una pesadilla.
¿Una pesadilla..? No era un buen sueño, eso estaba claro. Pero igual que todo desde que llegué aquí... Todo era una pesadilla, pero...¿se puede disfrutar de una pesadilla? Seguro que en el enorme mundo en el que vivimos hay alguien que se acuesta una noche pensando: "Hoy me apetece tener una pesadilla". Hay de todo, ¿no? Suena un poco macabro... pero quizá pueda entender esa sensación... ¿Era yo de ese tipo de gente? Al fin y al cabo toda mi vida era una pesadilla. Pero en cierto modo... muchas veces era una pesadilla excitante... Debía de estar loca. No podía decirle algo así, seguramente le parecería repugnante, algo perverso y corrompido... Igual que yo.
—S-sí, bueno—intenté decir—... La verdad es que hablar contigo después de la... pesadilla—la miré con sincera gratitud—me ayudó a tranquilizarme.
La chica pareció alegrarse al oír eso.
Seguimos doblando sábanas en silencio, un silencio reconfortante.

Sin darme cuenta pasamos el día juntas haciendo las diferentes tareas. Ella era como un rayo de sol que se abría camino a través de los barrotes de una jaula. Estaba en el infierno, pero aún así podía contemplar a una criatura inocente y capaz de tener esperanza, y me sentía maravillada por ella.
En apenas unas horas, y sin siquiera percatarme de ello, la pequeña pelirroja y yo habíamos forjado una extraña confianza. Sentía que podría hablar con ella. Quizá podría explicarle por qué me intercambié por ella. Quizá lo entendería. Quizá no tenía que estar sola.
O quizá me despreciara por ello... Quizá arruinaría esa confianza que se había formado en tan poco tiempo. Al fin y al cabo, algo que se crea tan rápido se puede destrozar con la misma rapidez, ¿no es así?

Fuego infernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora