¿Has olido la tierra al ser tocada por la lluvia? Es un placer que tocó cuando no estoy perdida, es una realidad que palpó cuando no estoy distraída.
He llorado en la tina incontables veces aquí sola en la oscuridad, otras tantas en el coche mientras espero que alguien vuelva de la trivialidad.
Es que me sofoco, no puedo respirar con mi realidad, no quiero abrir los ojos a la oscuridad, ni encender la luz en mi habitación.
Es 13 de febrero y me he vuelto a ocultar detrás de mi falsa sonrisa y mis ojos tristes, ¿Cómo es que alguien entendería que tan joven me quiero rendir, quiero desistir?
Me he rendido de las expectativas tan altas que tenía, me he rendido de las ansias de andar, de la dicha de crear y tengo miedo, tengo miedo de lo que digo, de lo que escucho, de lo que veo, de lo que leo y escribo, tengo miedo hasta de lo que no está.
Tengo miedo de mis demonios que no me dejan andar, tengo miedo del futuro incierto y de que el pasado me vuelva a acechar. ¿Cómo alguien tan joven puede dejar de luchar?
Hubo sueños ahí donde la tristeza se posó, hubo grandes promesas que no he podido soportar, ha habido planes tan grandes que el cielo sentía tocar, pero me he roto y siento que las piezas ya no están.
¿Has sentido que quieres dormir tan profundamente que ya no te duele el despertar?
Las nubes me rodean, no estoy completa, tengo algunas sombras que no se han querido alejar, aún volteo al cielo con ansias de volver a ver la luna brillar.
Aún me abrazo tan fuerte, aún me detengo a oler la tierra con olor a mar.
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Lluviosa tarde de primavera
Non-FictionHe buscado un momento para desahogar esto que me aferra, un poco de lo que siento y no pronuncia mi boca.