Acto único

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PERSONAJES: Hombre
Muerte

Escena I

Un tétrico silencio recorre de punta a punta la inmensa morada. En una de sus habitaciones, un hombre de mediana edad se encuentra recostado sobre una cama de antigua fachada; mientras su mirada se desplazaba un constante vaivén entre cada sucio rincón del cuarto. Se lo nota perturbado, asustado.

Las luces se vuelven tenues sin previo aviso, posicionadas sobre el hombre y una pared blanca frente a él. Entre una densa humareda, la figura de una delgada mujer vistiendo ropajes oscuros se hace presente frente a él.

Hombre: (muestra una mueca de felicidad al verla) —¡Vaya! (el tono de alegre de su voz se percibe la falsedad con la que expresa sus emociones). Creí que nunca tendría la oportunidad de verla con mis propios ojos, a usted bella dama. Sin duda muchos tomarían como una desdicha su visita; mas a mí me ha alegrado el día. Estoy ansioso por partir en este instante, sin oponer resistencia alguna. Estaré feliz de marchar con usted, hermosa mujer.

El hombre se reincorpora, quedando frente a frente con La Parca. La observa con detenimiento desde su sitio, sentado entre las sábanas. La Muerte se mantiene en su lugar, con la mirada fija en el contrario.

Muerte: (incapaz de mostrar expresión alguna en su rostro tan frío y blanco como el blanco. Su voz de ultratumba resuena en todo el lugar) —No me llamés hermosa si no conocés el valor de aquellas palabras que recitás cual oración pagana. Pues la belleza que tanto aclamás proviene de la falsa imagen que los humanos y sus múltiples filosofías me han dado (Deja escapar un un suspiro casi inaudible. Se produce un corto silencio). Y no; no he venido a ello, que es lo que tanto anhelas. Conocés muy bien tu condición, y sabés que el hecho de que esté hoy presente en tu hogar es un caso particular.

Hombre: —¿Mi condición? ¡Insufrible maldición, querrá decir! (eleva su tono de voz a la vez que se coloca de pie frente a ella en tono amenazante. Sus piernas tiemblan frente a la impotencia de la situación). No confunda conceptos, señora. Lo que me ha tocado vivir no es más que una condenación; la cual me ha causado grandes tormentos (con el melodrama a flor de piel, libera una queja cargada de resentimiento) ¡Ay de mí, que si he sufrido! ¡Me han negado el control sobre mi propia vida!

Frota las arrugas de su rostro y cuerpo. Con los ojos abiertos de par en par; acaricia su rostro buscando desaparecer cada rastro que ha dejado el tiempo en él.

La Muerte lo observa con decepción.

Muerte: —Son tormentos de los cuales podés librarte, pues he venido a proponerte un trato. Que tu libre albedrío no te corrompa y seas capaz de decidir el camino más sabio (se produce otro silencio en el cual el hombre le hace señas para que continúe). Si me encuentro presente aquí, es porque he venido a poner a prueba tu moralidad como parte de una de las especies más inmorales e hipócritas que existen.

Hombre: —¿De qué está hablando usted? He sido hechizado por el mismísimo príncipe de los infiernos, ¿cómo podría usted; una recolectora de almas inmundas, solucionar este percance? (Con la tristeza plasmada en su rostro, se vuelve a recostar en el mismo sitio de antes). Usted debería saber más que nadie lo horrible que es la vida eterna. La he visto llevarse a mis familiares, a las personas que amo, de un día para el otro. He visto el paisaje cambiar entre estación y estación; mas el espejo de la sala es testigo de los pocos cambios que ha sufrido mi persona. Nunca pedí esto ni creo que nadie lo quiera. Quiero vivir y morir de manera digna.

Relatos de la Parca #NightAwards2k19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora