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¿Alguna vez esto se acabará? ¿Este miedo que me inunda terminara por ahogarme? ¿Por qué se siente tan vivo como la primera vez?

Mi respiración era agitada, y trataba de que sonara lo mas leve posible, pues necesitaba todo el silencio que pudiese aprovechar antes de que me lo arrebataran. Mis piernas no paraban de tambalearse sin que pudiese hacer mucho para equilibrarlas y mis brazos buscaban desesperados una salida entre las dos paredes que me aprisionaban, pero todo era en vano. Podía percibir mi corazón palpitar a un ritmo desesperado, como si hubiese terminado de correr la maratón más larga de la historia, provocada por la amarga sensación que crecía mientras reconocía las siluetas  de mi hermano y algunos de sus compañeros acercarse a la esquina en la que me encontraba atrapado. Estaba completamente acorralado y sin ninguna oportunidad de salvarme de lo que se avecinaba.

Mi hermano sostenía un bate de su deporte favorito en las manos. Un jugador de años en el béisbol tenía la fuerza suficiente para matar a alguien con su mejor equipo deportivo, y no dudaba que quisiese  hacer eso conmigo. Una sonrisa cargada de satisfacción y crueldad se dibujo en su rostro luego de observar mi miedo acumulado, acariciando a su mejor amigo y desviando la mirada directo a su presa más vulnerable. Yo.

Mi estómago comenzó a doler. No tenía ni idea de si era por la velocidad con la que huí de mi mayor o el miedo que me generaba su cercanía cada vez mas pronta. Recordaba la sensación, similar al momento más aterrador de una montaña rusa, el momento en el que miras hacia abajo estando en el punto más alto y sabes que no hay vuelta atrás, que caerás quieras o no; que lo harás con mucha velocidad y nadie podrá salvarte. La diferencia era que, una persona suele disfrutar de esa experiencia, al saber que bajará y su vida continuara, que la seguridad la mantendrá a salvo y al fin y al cabo solo será un recuerdo. Yo por el contrario, temía de nuevo que ese golpe terminara por destrozar mis huesos y simplemente desfalleciera entre el suelo y la pared.

¿Por qué la gente no se da cuenta de cuan afortunada es de esa seguridad en los juegos y en la vida? Ellos gritaran emocionados, y yo, probablemente baje de golpe por el dolor. Por una herida más, un nuevo moretón y otra camisa arruinada.

Aún así, tal y como en los últimos 6 años de mi vida, no importaba cuanto implorara o me humillara por una pisca de misericordia o piedad, la tortura y el odio de alguien puede ser tan destructor como la guerra misma y tan irracional como las ideas más tontas.

Al que aún llamo hermano por alguna razón, posó ambas manos en mis hombros y me azotó contra la pared en la que estaba recargado en repetidas ocasiones . Dos de los compañeros que lo acompañaban me sostuvieron mientras el me pateaba ambas rodillas. Y entonces llegó el momento que más temía. El bate.

Un golpe, dos, tres ¿Cuánto más aguantaras cuerpo estúpido? Desmáyate de una maldita vez. Por favor.

Estaba por perder el conocimiento. Lo último que recuerdo fue una silueta delgada corriendo a donde me encontraba mientras gritaba palabrerías a mis agresores.

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-¡Jungkook! ¡Ey! ¡Jungkook despierta! Mocoso abre esos ojos. ¡Levántate maldita sea!- Podía sentir como alguien me sacudía con fuerza con la única intención de que me levantara, pero por mas que yo quería , mis ojos no lograban abrirse, mis parpados no obedecían mis deseos y mi mano no reaccionaba para presionar contra la suya e indicarle que lo escuchaba. Sentía el cuerpo pesado y ni siquiera había terminado de recobrar la conciencia.

-Amigo por favor quédate conmigo. Por favor no me hagas esto. Jungkook abre los malditos ojos. ¡No te rindas por esto!- Percibí como el tono torno de alguien desesperado a uno más preocupado, mientras continuaba sacudiendo mi brazo con fuerza e incluso me levantó un poco para recargarme en sus piernas. Y entonces, después de varios minutos  transcurridos, reconocí la voz de mi mejor amigo. Y le ordené una vez más a mis ojos que me permitieran ver la luz del sol.

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