Capitulo 1

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(PROLOGO)

Buenos Aires, Argentina, Invierno de 2010

Jenny Martínez, con dieciséis años recién cumplidos, tuvo la terrible sensación de que algo malo estaba a punto de suceder. Había salido de casa sin el permiso de sus padres después de recibir un mensaje de su novio. Julián le había dejado una nota esa misma mañana en donde le decía que necesitaba verla esa noche, que tenía algo importante que decirle. Por eso, tras agarrar su mochila y su bicicleta, acudió a su cita sin pensarlo dos veces. Poco le importo el frio y la humedad reinantes en aquella noche de finales de febrero.

Y allí estaba, en el sitio favorito de ambos, acurrucada junto a unos de los tantos abetos que rodeaban al rio Willamette, toda arrebujada con la mochila en su regazo, esperando impacientemente a que Julián hiciera acto de presencia, Dejo la mochila en el suelo, metió ambas manos en los bolsillos de su campera y emitió un sonoro bostezo. No tenía sentido mirar el reloj; por más que lo hiciera, el tiempo no iba a pasar más rápido. Sabía que era más de medianoche y estaba empezando a sentir que salir de su casa para internarse en el valle, a merced del clima gélido y las alimañas que poblaban la región, no había sido una de sus ideas más brillantes. Dejo escapar un suspiro que rápidamente se condenso en el aire. Esperaría solo un rato mas, y si Julián no venia, iba a tener que soportar todos y cada uno de sus reproches a la mañana siguiente.

De repente creyó escuchar el motor de un vehículo acercándose

– ¡Por fin! –dijo aliviada. Tomó su mochila y salió del improvisado refugio en el cual, estaba segura, había permanecido casi una hora y atravesó el estrecho sendero que conducía a la interestatal número 5.

Pero el vehículo que se acercaba no era la vieja Ford F-50 de Julián. Se sorprendió cuando reconoció el pequeño utilitario perteneciente a Lola Moran, una de sus amigas y compañera en el instituto Saint Mary of The Hills.

El coche se detuvo y de él se bajaron Lola y tres chicas más: Carolina Domenech, Mariel Percossi y Tiziana Sabatini; todas alumnas de la misma escuela.

–Lola, ¿qué haces acá? –pregunto Jenny parándose frente al vehículo para que las luces encendidas le brindaran un poco de calor–. Estoy esperando a Julián, me dijo que...

Lola ni siquiera le permitió que siguiera hablando.

– ¿Estás segura de que es a Julián a quien esperas? –Las tres chicas se acercaron a Jenny y la rodearon.

–Por supuesto, me pidió que nos viéramos acá –  respondió Jenny un tanto inquieta. No le gustaba nada la manera en que Lola la estaba mirando.

–Sos una mentirosa, Jenny Martínez–dijo Lola entrecerrando los ojos–. Sabemos muy bien que estuviste coqueteando con mi novio. ¡No lo niegues!

Jenny trago saliva. El pánico se apoderó de ella. Dejó caer la mochila y retrocedió unos cuantos pasos pero una de las chicas la sujeto del brazo y la obligo a detenerse. Cuando giro, comprobó que era Tiziana Sabatini.

–Lola… no es verdad. Fue Joaquín quien me buscó…

Lola Moran se mordió los labios; sus ojos verdes centelleaban en la oscuridad. Había odio en ellos y Jenny comprendió que Julián nunca le había dejado aquella nota en su mochila; todo era una trampa y el nunca vendría.

–Joaquín no se habría fijado en vos si no te hubieras insinuado –le espetó Lola.

– ¡Es verdad! –afirmo Mariel

– ¡Sos una puta! –la insulto Carolina uniéndose al ataque.

– ¿Sabes que les pasa a las putas como vos? –le pregunto Lola al oído.

Novela Orian - Susurros del mas alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora