Capítulo 4: La Vida del Gangster (3)

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Transcurría el segundo mes de Jon en la Cosa Nostra. Las decinas a cargo de Benito solían frecuentar el bar Gli amici, ya que pertenecía a la familia del caporégime. Este bar era uno de los lugares más visitados por Jon y sus compañeros, donde cenaban, bebían y jugaban al póker y a otros juegos de azar. Era el mismo lugar donde conoció a Tommi, Donato y Ángelo. Los cuatro se encontraban en el bar, una noche luego de cenar, jugando al póker y bebiendo. Luego de una mano los jugadores mostraron sus cartas.

—Full —dijo Jon, quién parecía entretenerse.

—¡Mierda, Jon! ¡Otra vez de suerte, maldito!

Tommi se quejaba porque venía de mala racha. Por fin había formado escalera, pero no podía ganar ante una mano de full. Ángelo tenía un par y Donato nada, pero no se hacían mucho problema.

—Si quieres lo dejamos por hoy, Tommi —Respondía Jon.

—¡Eso nunca, maldición! ¡Te haré saber quién ríe último aquí! —Tommi se encendía un puro mientras hablaba.

—Lo siento muchachos, debo irme, tengo una cita que atender —decía sobradamente Ángelo mientras se paraba y fijaba la vista en una chica que parecía esperarlo en la puerta del bar.

—Traidor, te dijimos que trajera a sus amigas... —respondía Tommi— ¿Verdad, Donni?

—Me da igual, las prostitutas están bien —dijo con un rostro inexpresivo, como si no le despertara ninguna emoción conocer a una mujer.

—¡Jajaja! ¡Ese es mi chico! Este tipo no entiende nada. Escucha, Ángelo, las mujeres te buscan porque luces bien y todo, pero lo que más quieren es tu billetera. ¡No vengas llorando luego! —decía Tommi, quién estaba ya pasado de copas.

—Oh, ya cállense, chicos. En vez de meterse conmigo podrían ir a acostarse entre ustedes, si tanto detestan a las mujeres —respondía Ángelo con un tono entre fastidio y broma.

—No se irán a ningún lado —dijo Leonardo, el jefe, quién irrumpió en la conversación—. Y tú tampoco Ángelo, hay trabajo que hacer, así que cancela tu cita.

—¡No puede ser, esto es demasiado repentino! —se quejaba Ángelo.

—¿Qué ha pasado, jefe? —intervino Jon, quién parecía más interesado en el trabajo que en la discusión que llevaban sus camaradas.

—Un grupo de gangsters afroccidentales han instalado una pequeña base en nuestro territorio, sin ningún tipo de permiso. Parece ser que utilizan una fachada de club nocturno. Irán ustedes cuatro y se encargarán del asunto, tendrán que darles una advertencia. No podemos admitir negros en nuestro territorio, ni siquiera pagando tributo.

—¿Oye, oye, sólo los cuatro? —cuestionaba Tommi— ¿Qué pasa si nos superan en número?

—Bueno, parece ser que los enemigos son cinco. De cualquier forma, cuentan con las habilidades de Jon, así que con ustedes es suficiente.

Finalizada la conversación, la pandilla de los cuatro gangsters se puso en marcha hacia el club de los afros.


                                                                    ♦ ♦ ♦


Al llegar al lugar, pudieron ver que se trataba efectivamente de un club pequeño. Sólo había un guardia en la puerta, se trataba de un afroccidental corpulento, de cerca de dos metros de alto. Tommi repasó el plan que habían preparado con Leonardo en el bar.

—Entonces, Donato irá a detener al guardia a punta de pistola. Sólo le dispararás en las extremidades si se resiste. Entrarás con él como rehén y Ángelo y yo te seguiremos, luego nos encargaremos de chequear la situación dentro. Mientras tanto, Jon entrará por el callejón donde limita el baño de hombres y observará desde allí por cualquier problema. ¿Entendido, cabrones? —Todos asintieron con la cabeza— ¡De acuerdo, vamos a darles una lección a estas berenjenas!

Odisea de Clanes | Volumen 1 - Primera Odisea en IneriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora