I'm park jimin and i'm fine ||KOOKMIN|| O.S//

the only one

¿Cómo Park JiMin se podría caracterizar?

Yo no era una persona a la que le gustaba caminar por bastante tiempo, a travesar calles mientras probablemente choco con muchas personas no era lo mío. En cambio, prefería hacer cualquier otra cosa que en el interior de mi casa hubiera disponible, como, jugar videojuegos, coleccionar cosas... A veces tenía preferencias por crear arte con mis dedos, o al menos algo que pudiera asemejarse a una persona u objeto, allí siempre estaba, plasmado en miles de libretitas llenas de garabatos, sin saber que cada línea o trazo era participe de la formación de mis sentimientos en una simple hoja de papel.

Tenía predilección también por observar, afuera de mi ventana los colores que pintaban los cielos y las de seguro esponjosas nubes blancas y a veces grises que les hacían compañía.

¿Pero qué pasó ahora?

Caminaba, sobre la acera de la calle y no dejaba de hacerlo, mis pies no se querían detener. Ambas manos dentro de mis bolsillos eran suficientes para contrarrestar de alguno modo el asfixiante frío que me deshacía por completo. Mis ojos, tristes ojos de luna llena que se privilegian de estar observando esta misma en una oscura y sin aliento noche de abril.

Mi interior, un sinfín de sensaciones sin nombre y que solo vagan golpeando las paredes vacías de mi corazón.

¿Qué hago aquí?

Recuerdo cuando yo solía sonreír. Sentía la felicidad absoluta o invisible en su máximo punto de resplandor.

De aquella luz que da esperanza y valentía, yo solía ser su favorito; solía pensar que me reflejaba con su gran foco cuando sentía que estaba haciendo algo bien, cuando la denominada ''suerte'' prefería caminar a mi lado.

Solía bromear, junto a algunos amigos sonreír hasta que nuestros estómagos se contraían cansinos, buscando algo del oxígeno que habitaba alrededor del ambiente siempre radiante. Nos contábamos miles de cosas, algunas buenas, otras no tanto, pero ninguna que al final llegara a arruinar lo que sea que haya sido nuestra amistad.

Mis pasos ahora curveaban, no tenía miedo de regresar la mirada hacia atrás, pero el arrasador sentimiento de preocupación calaba mis huesos sin importar que tanto me encontrara escondiéndome bajo mi ropa.

Conmigo cargaba los fantasmas de mi pasado.

Mis pasos se volvían mas lejanos y tan faltos de vida por las intocables cadenas llenas de pesas atadas a mis tobillos; cada una pesaba los kilos que equivalían el tamaño y la franqueza del problema. Y eso eran, intocables, la imposibilidad de olvidar era lo que les daba vida propia a estas, lo que las reforzaba con los candados más grandes y duros que pudieran existir.

Mi cara estaba inmóvil, fija en un punto que prefería no ver, mis ojos estaban desgastados, y no quería usar de excusa el abominable viento que golpeaba una y otra vez la horrible mueca de mi rostro. Mi comisura, podría ser la derecha, o quizá siempre fue la izquierda, luchaba por alzarse, y al hacerlo me lastimaba a mí, fragmentaba un pedacito más de mi esencia natural, además de los cientos que caen a cada segundo que sigo mi camino sin rumbo.

No había nadie a mi alrededor, así que ¿Qué sentido tenía hacer tal cosa?

A veces me gustaría... si las cosas no fueran invisibles, tomarlas y arrojarlas con fuerza hacia las montañas, enterrarlas bajo tierra o lanzarlas a la tranquilidad del mar que apenas lograba escuchar de lejos. Así justo como esta mascara blanca, desgastada por el tiempo y rota por el uso constante que nadie ve; me gustaría solo, jalar con rabia de las cuerdas que la mantenían atrapada a mi rostro, pero todo sin llegar a dañar mis facciones, no querría que de esta saliera algún liquido escarlata que desde tiempos inmemorables para mí tiene un significado algo peculiar, yo lo conocí por el nombre de dolor.