Era un día normal, como cualquier otro en la ciudad de México. Jacobo, un chico de 16 años, como todas las mañanas, se bañó, se vistió, desayuno, y salió de su casa con dirección al metro que lo llevaría como todos los días a la escuela. Mientras caminaba, paso al lado de un puesto de periódicos, nunca compraba ese tipo de cosas, pero en la portada se encontraba una noticia que le llama mucho la atención. Lo compro y se detuvo al leer lo que en letras gracias decía: “Muerte inesperada de un familia. Esta mañana, una pareja de esposos se encontraron muertos en su casa, a las afueras de la ciudad. Tenían una hija, la cual por el momento se encuentra desaparecida. Aun no se sabe lo que realmente paso.”. Muy desconcertado y queriendo saber más, guardó el papel en su mochila, para al rato seguir leyéndolo. Se subió al metro, este tardaba en avanzar, lo que se le hizo raro a Jacobo ya que generalmente siempre iba muy rápido. Como estaba aburrido se puso a voltear a ver a todos las personas que se encontraban ahí, y lo que le llama mucho la atención fue que en la esquina de este, se encontraba sentada una niña con la cabeza gacha, todo el cabello sobre la cara, y se escuchaba un pequeño ruido, como si estuviera llorando. Con ganas de consolarla, ya que la veía muy sola, se acercó lentamente hasta llegar a su lado. La saludo, el dijo su nombre y le pregunto si estaba bien, no escucho respuesta alguna y lo intento de nuevo, pero esta vez preguntándole primero su nombre, en esta ocasión ella contesto. – Mi nombre es Mariana-Dijo con una voz fea y rasposa- Y mate a mis padres.- al tiempo de decir esto, alzo la cara, era tenebrosa y sonreía con malicia. Jacobo se aterrorizo tanto que soltó un grito, salto hacia atrás y se estampo contra el suelo del metro. Mariana empezó a reírse escalofriantemente, las luces del tren empezaron a parpadear, primero lento y cada vez más rápido, el metro freno fuerte e inesperadamente haciendo que todos cayeran al suelo y se golpearan en las paredes de este. De repente, en las bocinas del metro se escuchó la voz de la niña decir: “Bienvenidos a el ultimo día de su vida.”, y un grito escalofriante retumbo en todos lados. Todas las personas que allí se encontraban entraron en pánico, empezaron a gritar y lloraban del miedo. El metro se quedó a oscuras, se escucharon gritos de dolor y los cristales de las ventanas romperse. Jacobo corría lo más rápido que podía, pero algo lo agarro del tobillo, lo jalo, sintió una mordida, después un gran dolor y la oscuridad venirse. Todo quedo en silencio.
FIN.