Me siento estúpida.
Había leído tantas veces en varios libros lo maravilloso que era perder la virginidad con el chico que amas, el amor de tu vida.
Había escuchado tantas veces repetir a mi madre el porqué debo esperar hasta el matrimonio.
Cometí el error más tonto de mi vida, a pesar de tener dieciocho años, sabía que perdí lo más valioso de mi ser, sí, lo hice en un impulso de baja autoestima.
Perdí la virginidad con quién menos lo esperaba, la culpa vino a mi a los minutos de eso. Cuando los colores me volvían y el sonrojo desaparecía, lo supe cuando dejé de mirar el techo sonriendo. Aunque no entiendo porque estaba feliz. Él no me hizo el amor.
Y pienso que si no hubiera sido tan estúpida, alguien tal vez me hubiera llegado a amar. Y me hubiera hecho el amor.
Después, me carcomía la conciencia, me arrepentía cada noche de ese acto, pensando que aquellos cuarenta y cinco minutos que tuve en aquella habitación de un motel, quizás imposibilitarían que conociera al amor de mi vida y este me rechazara.
Y ahora me pongo a pensar ¿Quién va a querer casarse conmigo? Y si lo encuentro ¿Qué pensará mi futuro esposo?
Ahora pienso que no merezco nada, ni a alguien que me llegue a amar.
¿Para qué? Si soy un asco como mujer. Una decepción. Una estúpida.
Según mi madre.
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