TERCERA PARTE
Días después, Bárbara se removía inquieta en la cama; el calor parecía haberse triplicado y ella no conseguía dormir; Alexandros había optado por dejarla sola y se había levantado para dormitar sentado en uno de los sillones que había en la habitación. Desde que su esposa dormía con él, debía usar pijama completa para no molestarla, y generalmente dormía sobre su estómago; pensaba que era probable que una erección matutina o cualquier contacto, sin intención, podrían ocasionar un serio inconveniente, dados los antecedentes de su relación.
De pronto ella empezó a quejarse quedamente, despertando por completo a Alexandros, quien luego de escuchar los quedos gemidos de su esposa, se enderezó rápidamente y fue a su lado en la cama; ella parecía estar dormida pero una de sus manos se posó en el vientre; despertó por completo y de inmediato tomó la mano de su esposo y dijo
-¡duele! - se quejó lastimera
- creo que ya es hora cielo; van a nacer
- eso... eso parece - dijo levantándose un poco
- ven, te ayudo
La levantó con cuidado hasta dejarla sentada en la cama, le puso sandalias y una bata y salió con ella, para llevarla al hospital.
Después del nacimiento de los pequeños, continuaron viviendo en su casa en Kárpatos; Alexandros había viajado tiempo atrás en varias ocasiones a América, por varias razones; una de ellas, eran sus empresas y la otra era el juicio que había empezado meses atrás, en contra de la mujer que lo había drogado en la fiesta.
Con buenos abogados, había logrado una condena ejemplar para dicha mujer, quien no pudo salirse con la suya, ni cuando lo drogó, ni luego del juicio.
Ahora ya estaba todo arreglado, y él podía pasar todo el tiempo que requería, intentar hacer que su matrimonio funcionara y que Bárbara le tomara un poco de cariño de esposa.
Después del nacimiento de sus hijos, ella ya no volvió a dormir con él, con la excusa de querer dormir con los niños. Alexandros no puso objeción, puesto que tal y como él le había prometido, haría todo lo que ella quisiera.
Pero un día, luego de dos meses después; algunos amigos de Alexandros fueron de excursión a la isla y eligieron la zona de la playa más cercana a la casa Koshta, para bañarse y tomar el sol.
Ese día, Bárbara había amanecido más extraña que nunca, hacía unos días había vuelto a su antiguo mutismo y a alejarse de su esposo; él se empezaba a desesperar y para buscar algo de distracción, bajó a la playa junto a sus amigos.
Bárbara estuvo con sus hijos durante un tiempo, pero luego, dejándolos al cuidado de una mujer que le ayudaba, específicamente a cuidar de ellos, fue a buscar a su esposo; llevaba casi una semana alejándose de él, pero eso no se debía a que hubiese vuelto a sus temores del pasado; hacía cerca de un año que había ocurrido aquello y ella ya había sido curada, más por la ayuda y cuidados de su esposo, que sin problemas se había ganado su corazón.
Pero ahora, era el hecho de que él no hacía nada para acercarse a ella de manera romántica, lo que la tenía disgustada; ella deseaba hacerle notar que lo necesitaba, pero no sabía cómo, ella no tenía experiencia de ninguna clase.
Salió a la terraza y viendo hacia el mar, vio que su esposo en ese momento hablaba con una mujer, al parecer él quería regresar a la casa, pero la mujer lo tomaba por un brazo para retenerlo; finalmente él se zafó del agarre y se dirigió por el sendero que subía hacia la casa.
Alexandros levantó la vista y descubrió que su esposa lo estaba viendo; probablemente había visto a la mujer que lo había intentado retener, esperaba que eso no empeorara las cosas entre ellos dos, porque ya de por sí, estaban bastante tensas.
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NACIDO ENTRE ESPINAS
Short StoryHistoria Corta... ¿hasta dónde llegarías por amor? ¿serías capaz de perdonar a alguien que te trató con violencia, abusando de ti, aunque no hubiese sido su culpa? ¡ADVERTENCIA! No apta para personas sensibles, o susceptibles a los atropellos... Una...