LIV. Violencia

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Kings Landing

Margaery Tyrell había conseguido salir del Septo. Hizo que Tommen le jurara devoción al Gorrión Supremo y que pusiera la corona bajo el yugo de la Fe. Cualquier decisión que el Rey tomara, debía ser primero evaluada y aceptada por el Gorrión y su montón de septones y septas. Luego era discutida por el consejo real, que estaba conformado por Mace Tyrell, su madre Olenna, Ser Kevan Lannister y el viejo maestre Pycelle. La Reina Cersei no tenía acceso a esas reuniones, aunque era su derecho.

A donde quiera que volteara, Cersei estaba rodeada de enemigos. Si no recibía miradas de odio, las recibía de burla. Ellos la habían visto; desnuda y cubierta de mierda.

«Pero sigo siendo su reina, y me deben respeto.»

Las opiniones de la gente no le importaban, podía aguantar a los gorriones dando vueltas por el Red Keep; a Margaery Tyrell vestida como vagabunda, predicando ante los niños pobres las doctrinas de los Siete en el que fuera su jardín de rosas, ahora destruido para que la mitad de pordioseros que vivía en la capital pudiera acudir a las charlas patéticas de la joven reina; incluso, soportaba en silencio no ser parte del consejo. Lo único que le dolía en el alma, era no poder tener cerca a Tommen.

Su hijo menor, el último que le quedaba, se rehusaba a verla o a visitarla.
Tampoco permitían que ella se acercara a él. Su niñito estaba en manos de los gorriones, y de los Tyrell. Jugaban con él por sus propios intereses, lo arrancaban de un lado a otro como buitres.

Desde que regresó al castillo, un par de meses atrás, no lo había visto. Ni por los pasillos o asomándose por una ventana. Siempre se encargaban de mantenerlo lejos de ella.

Estaba sola.

Ni siquiera tenía a Jaime porque él también había decidido dejarla sin siquiera despedirse. Qyburn le dijo que el Rey Tommen lo envío a las Tierras de los Ríos para tomar Aguasdulces, pero Cersei estaba segura que él quiso marcharse por voluntad propia, para así poder buscar a la Reyne. Su hermano estaba encaprichado con esa mujer.

«Debí matar a esa pequeña puta cuando la tuve en las celdas negras.» Solía pensar. «Ofrecerle veneno fue algo estúpido, debí obligarla a beberlo. Así ella y su mocoso estarían muertos.»

Lo único que la consolaba con respecto a Ellys Reyne, era saber que en efecto, ella no podría darle hijos a Jaime. Qyburn le contó que cuando Ellys se quedó en Rosby, sufrió de un aborto espontáneo.

—¿Un aborto? —preguntó Cersei— Usted dijo que la pócima que le dió para engendrar al Stark no le permitían tener más hijos.

—Y así es —le aseguró Qyburn— Y esto lo demuestra. Lady Ellys podrá quedar embarazada cuántas veces quiera, pero ninguno de esos fetos podrá desarrollarse.

—¿Nunca?

—Hay una posibilidad entre dos mil —dijo el sanador— Y dudo que Lady Ellys sea quien la tenga.

****

Una tarde, mientras fingía pasear por los destruidos jardines con la esperanza de ver a su hijo, un enviado de su tío Kevan acudió a verla. Le dijo que él solicitaba hablar con ella. Aquello la tomó por sorpresa, su tío se había mostrado renuente a conciliar con ella. Aún no le perdonaba haber "seducido" a su hijo Lancel.

—¿Irá a verlo, Alteza? —le preguntó Qyburn.

—Sí... Tal vez tiene que decirme algo sobre Tommen.

Ser Kevan Lannister la esperaba en las habitaciones de la Mano. Todo seguía igual a como lo dejó su padre, la misma decoración, los mismos manteles, y la misma cama en donde habían encontrado el cadáver de la prostituta que era amante de Tyrion.

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora