Las nuevas coreografías de Bryce eran geniales. Nadie tardó demasiado en aprendérselas, y era cierto que Louane quería que Dylan fuera la nueva estrella. Siempre estaba en el centro, tenía mínimo un solo en cada actuación y casi todo estaba centrado en él. Se sentía un poco presionado incluso, si algo en él fallaba, todo se iría al garete.
–¡Para, para un momento!– Gritó Bryce en un momento en el que todas tenían agacharse de golpe y abrir las piernas, incluido Dylan.
Él no se sentía cómodo con esa clase de pasos, y sabía que ahora el ensayo se había parado por su culpa. Todas se levantaron esperando a que Bryce se acercara al escenario y subiera las pequeñas escaleras para dar un par de indicaciones mientras Dylan intentaba evitar el contacto visual, como hacia cuando no quería hablar con alguien.
–Dylan.– Le llamó y no tuvo más remedio que mirarle.
–¿Hum?
–¿Te pasa algo?
–No, a mi no. ¿Seguimos?
–Espera un momento, cielo.– Se acercó a él.– Te he visto hacer un mortal hacia atrás y dar vueltas como una peonza. ¿Puedes decirme por qué no puedes abrir las piernas?
–Si que puedo.
–¿Enserio? Vale, agáchate.
Dylan entendía por donde iba, pero no quería admitirlo. Aún así, se agachó despacio a la vez que Bryce con las piernas cerradas.
–A ver si puedo explicarme debidamente. No quiero esto.– Dijo poniendo las manos en sus rodillas y después le hizo abrir las piernas de golpe todo lo que pudo.– Quiero esto.
–Vale, si. Lo entiendo.
–Si lo entendieras, lo habrías hecho a la primera.
–Es que no... no me siento muy bien así.
–¿Así como?
–Con las piernas abiertas enseñando lo que tu ya sabes y contigo delante de mi con las manos en mis rodillas.– Algunas chicas se rieron.
–Vale.– Bryce se levantó.– Seguro que has oído la expresión de que las mujeres tienen un tesoro entre sus piernas. Y sinceramente yo creo que los hombres también lo tenemos.
–Eso es porque cruzaste a la otra acera.– Le gritó Derek desde el piano.
–¿De verdad has dejado de besar a mi sobrina para decir eso?
–¡Bryce!– Grito Janet levantándose.– ¡No estábamos...!
–Eso espero. Seguid "practicando".– Volvió a mirar a las chicas.– ¿Por donde iba?
–Por el tesoro de los hombres.– Le recordó Yoyo.
–¡Ah, si!– Miró a Dylan.– Explota tu talento. Todo tu talento. Si nuestras chicas pueden "enseñar" su tesoro, ¿por qué tu no?
–Porque es diferente.
–¿Diferente?– Insistió Tina.– ¿Seguro que es eso o es que tienes algo de que avergonzarte?– Se cruzó de brazos con una expresión de soberbia enfureciendo a Dylan un poco.
–Para nada.
–¿Entonces te han dotado bien?– Dijo a la vez que ambos iban acercándose poco a poco.
–De maravilla.
–No creo que tu seas el más indicado para decidir eso.
–¿Estas diciendo que quieres comprobar si estoy bien dotado?
–Joder.– Escucharon de repente y todos miraron hacia la puerta, donde Noah acababa de entrar, y tras él todo el equipo de camareros.– Perdón, pero es que si habláis de esto siempre, creo que voy a empezar a venir a los ensayos.
–Vale, se acabó la cháchara. Hay que empezar a prepararse. Y Dylan, recuerda lo que te he dicho, ¿vale?
Dylan asintió un par de veces y después fue con las chicas a los camerinos. Se quedó un rato sentado frente al espejo pensando en todo lo que le había dicho Bryce y que enseguida tenía que volver a escena.
–Eh.– Le llamó Clary acercándose a él.– ¿Estas bien?
–Voy a salir al escenario con un short, que bueno, tengo calzoncillos más largos que eso, en tacones y voy a "enseñar mi tesoro".– Clary se rió.
–¿Quieres que te ayude con el maquillaje?
–Pues no estaría mal.
Clary acercó a Dylan a su mesa para ayudarle y le dijo que cerrará los ojos mientras le maquillaba.
–¿Crees que está noche todo saldrá bien?– Le preguntó Dylan al rato.
–¿Bien? Dylan, el público te adoró el otro día.
–Si, pero ahora va a ser diferente.
–¿Tenías tantas dudas el otro día?
–Si.
–Mira, no quiero darte una bofetada porque ya te he aplicado el colorete, pero haz el favor de confiar en ti. Vas a estar guapísima.
–¿Es enserio?– Se rieron.
–Vale. Guapísimo. Ya estás.
Clary se echó un paso atrás y dejó que Dylan se mirara en el espejo.
–Eres una profesional.– Dijo Dylan mirando a través del espejo con una sonrisa.– Jamás pensé que acabaría así...
–¿Así de guapo o...?
–¡Dylan!– Gritó Bryce entrando.– Súbete al tacón, my darling. Sales en tres minutos.
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Show me your burlesque
Teen FictionLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...