16-"Un gatito juguetón"

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Amy

-Joder, Amy…—gime Daniel revolcándose encima de mí—, ¿puedes dejar de mencionar a los niños?, ¡estamos teniendo sexo, por dios!

Coloco mis palmas en su pecho y lo empujo hacia atrás.

-¿Y si tienen un accidente y nadie está ahí para ayudarlos?, ¡Daniel!, ¡¿Qué tal si Susy se cae de cabeza?!

-Dylan está ahí, cariño…—ronronea metiendo las manos debajo de mi blusa—, él la va a cuidar.

-Pero…—cojo sus manos y las saco de debajo de mi ropa. Daniel bufa e inclina las cejas hacia arriba ligeramente—, ¿te importa si voy a echarles un vistazo?

El rubio me mira mal, frunce el ceño, se aparta y camina hasta la maleta para sacar su ropa y ponérsela.

-Daniel…

No me responde; solo se limita a coger su ropa y meterse dentro del baño adherido a la habitación, en completo silencio.

Suelto un bufido y me recuesto en la cama suspirando. No ha sido buena idea venir al hotel; yo voy a pasármela todo el tiempo preocupada por los niños, mientras que Daniel solo va a querer sexo.

Me hubiera negado a venir rotundamente, pero Daniel me dijo que ya había reservado las habitaciones y luego me mostró el dineral que le había costado…Nadie se puede negar a eso.

Daniel sale del baño, ya cambiado y con el ceño todavía fruncido.

-Estaré en el bar…por si me necesitas—dice acomodándose el cuello de la camisa.

Hago una flexión con torpeza y luego quedo sentada en el borde de la cama.

-Daniel…-insisto-, no te pongas así. Solo no…yo no…--suspiro—, solo no quiero que les pase nada malo.

Daniel me mira, enarcando una ceja. No sé si todavía sigue molesto, pero puedo sentir cierta comprensión en sus ojos.

Luego,  cambia su semblante y se sienta a mi lado.

-Te entiendo, mi amor—coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja—, pero ya pregunte por todas las medidas de seguridad, y nuestros hijos tienen un mínimo riesgo de salir heridos. Además…los veremos en el almuerzo, y para eso falta solo una hora.

Suspiro y coloco mi frente en su hombro.

-¿Y si lo hacemos rápido y luego vamos a verlos?

Daniel ríe.

-Bueno, eso es mejor que nada—dice volviendo a desabotonarse los botones de la camisa.

Sonrío y luego lo jalo para que quede encima de mí. Daniel estampa sus labios contra los míos, al principio con dulzura, pero después va empezando a tomar cierta rapidez feroz.

Paternidad ©--PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora