Hace tiempo que mi amiga tiene novio. Él es guapo, alto, sonrisa tierna, atento, inteligente... Es perfecto para ella.
Me acerqué a él para que hablara con ella, otra amiga también lo animaba, y poco a poco, comenzaron a hablar. Ellos dos, nadie más.
Pasaron los días, ellos se enamoraron y se confesaron el cariño que sentían el uno por el otro, y entonces... llego la envidia... La maldita envidia que carcome por dentro y te hace querer sacar el peor lado de tí. Esa envidia al ver que alguien tiene lo que más deseas.
Yo no soy valiente. Llevo años enamorada de un chico, que no me ve más que como su amiga y que jamás va a cambiar, o al menos eso creo. Mis amigas dicen y juran que él siente algo por mí, pero si fuera así, él no me hablaría de las citas con chicas que le agradan.
Un día, conversando él y yo, pasaron frente a nosotros aquel par de enamorados con un aura de cariño, ternura, amor... Los seguimos con la mirada, y cada uno se perdió en lo más recóndito de sus pensamientos; él, en la chica con la que ha tenido más suerte; yo, en sus ojos profundos y oscuros.
¿Qué puedo hacer?
¿Tengo oportunidad?
¿Tengo el valor?
Nada.
No la hay.
No lo tengo...
Y así, los veo disfrutar de esa magia, de ese amor correspondido, de esa coincidencia al quererse, de eso tan hermoso que yo no experimentaré...