Los dragones nos temen

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Después de correr un poco más hacia abajo del bosque, Astrid interceptó al dragón. Ella aligeró el paso y se acerco lentamente a este. Detrás de ella llegaron su esposo y su amigo haciendo la misma acción; los niños y Valka llegaron unos momentos después. El cortaleña se mostraba cada vez más inquieto al ver que cada vez aparecían más figuras humanas frente a su nariz.

Astrid estiró el brazo hacia su marido mostrándole la palma de su mano abierta, sin quitar la vista del dragón. Hipo tomó la mano de su esposa y permitió que lo guiara. Patapez movía su candil para calmar al dragón, Astrid hacía lo mismo mientras traía a Hipo hacia el dragón. La pareja llegó lo suficientemente cerca como para sentir la respiración del dragón, así que Hipo decidió hincarse en sus rodillas para "gatear" hacia el cortaleña.

Patapez y Astrid bajaron sus candiles e Hipo levantó el suyo para atraer su atención. Este se sintió lo necesariamente tranquilo y curioso como para bajar la cabeza hasta el hombre que se apoyaba sobre sus rodillas frente a él. Hipo bajó su candil y extendió su brazo cautelósamente hasta la nariz del animal teniendo la oportunidad de acariciarla; luego prosiguió a hacer lo mismo con el resto de la cabeza del dragón, cosa que parecía disfrutar. Él frotó sus dedos por la mandíbula del cortaleña hasta logró encontrar su punto débil, el cuál hizo caer a la bestia.

El dragón estaba recostado en el suelo, entre los helechos, ronroneando y exhalando con tranquilidad. Valka caminó hacia el dragón con emoción y soltando risas de felicidad. -Hipo, míralo, ¡es hermoso!-, exclamó ella, -No puedo creerlo, hace tiempo no veía uno-. La madre de Hipo revisaba meticulosamente al dragón mientras lo acariciaba; todo en el dragón parecía normal, excepto por un agujero de tamaño considerable en su ala derecha. La mujer sintió un asco tremendo que subía por su garganta por tal abominación; ¿en serio sigue habiendo humanos tan horribles en el mundo?, ¿Por qué odian tanto lo que no se parece a ellos?

El dragón abrió los ojos y movió un poco la cabeza. Valka se le acercó al rostro al darse cuenta de esto y lo tranquilizó; ya se ganaron la confianza del dragón. Astrid se acercó a darle cariño también e Hipo se levantó para pedirle a Patapez que recogiera un poco de pescado. Los niños se acercaron a su padre avisándole que estaban asustados.

-¡Papá, vámonos, se va a levantar y nos hará daño!- exclamó Zephyr tirando del brazo de su padre.

-¡Los dragones son malos!-, anunció Nuffink haciendo lo mismo que su hermana.

-No, no, niños; no es cierto-, dijo el padre de los niños tratando de corregirlos. Astrid se le acercó a Hipo para decirle que hable con los niños, de todos modos ella y Valka se encargarían del dragón. Él se llevó sus hijos a su casa y trató de explicarles en el camino: -Niños, los dragones no son malos, en absoluto, pero ellos sienten miedo al igual que nosotros, y harían lo que fuera para sobrevivir.

-¿Pero entonces por qué nos haría daño?- preguntó Zephyr.

-Porque se siente amenazado, porque tristemente personas como nosotros le hicieron daño, y ahora nos tiene miedo-. Hipo pausó por un momento para poder explicarse, -En el mundo existen personas muy malas que no se toman el tiempo de entender otras creaturas más que a ellos mismos, o no les regalan ese tiempo. Y por eso los dragones nos temen, los dragones solo quieren vivir en paz...incluso si deben matar para conseguir esa paz.

Al escuchar esa explicación los niños asintieron, aunque se notaba en sus rostros que seguían teniendo ciertos nervios debido a aquel cortaleña. Mientras regresaban a casa Hipo logró divisar entre la hierba el libro de dragones que sus hijos suelen llevar a todos lados, así que lo levantó del suelo y se lo llevó con él.

Al llegar a su hogar Hipo se encontró con Bocón en medio de un ataque de nervios debido a que no encontraba a sus ahijados en la casa. Bocón le rogaba perdón hasta que vio a los niños detrás de su padre y los empezó a perseguir correteando por toda la casa. Hipo dejó que el hombre se fuera a su hogar para poder descansar debidamente.

HTTYD/CEATD: Dragones y HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora