Capitulo 34 "Ultimo día de Febrero"

798 36 57
                                    

—Con este frío se me congelará el trasero —dijo ella.Reí,a penas.

— ¿Quieres entrar? —pregunté tomando de su mano.
—La luna está hermosa. Tal vez en un rato —besé su mejía —¿Tú quieres entrar ya?

—No, podemos quedarnos más tiempo.

Las manos me dolían, los labios se me resecaban y el dolor de cabeza me estaba matando. Pero ella era todo, todo para mí.

—Eres un Sol, _________ —besé la comisura de sus labios y ella me miró sonriente.

—Tú Sol —me dijo.

—Mí Sol —repetí. Ella rio, y yo sentí un alivio dentro de mí.

—Minnie Sol,Styles —adherí.

—Minnie Sol __________ Styles —ambos sonreímos.

—Amo como suena.

—Bésame —pidió.

Me acerqué a ella luego de adjuntarla a mí con un leve jalón en el cuello, y jugué un tiempo con su nariz y sus labios.

Veía el contorno de sus labios. El color de sus ojos bajo la luz de la luna, y su cabello. Enmarañado, pero a la perfección.

Lo sostenía con un rollo desordenado sobre la cabeza, atado con una cinta. Se veía hermosa así. Siempre. De cualquier manera.

—Bésame, idiota —reí levemente.

Me acerqué más, y antes de besarla, sonreí. Sin que estuviera planeado, sin que lo pensara, solo… sonreí. Porque mi estrella me hacía feliz. Porque sin ella, yo no sería el Harry de entonces.

—Te amo tanto, _________ —dije entre sus labios.

Ella sonrió, al igual que yo. Y sin más decir, terminamos recostados en nuestra cama –la cual cambiamos por una matrimonial, porque Louis se hartó de vernos dormir en distintas camas –, disfrutando de la compañía mutua.

No había nada –nada –mejor que el amor correspondido.
Y tal vez suene estúpido, cursi, como quieran titularlo. Pero ella me hacía sentir como nadie.

La amaba tanto. Daría mis pulmones, me cortaría un brazo por ella. La veía, y eso era más que suficiente para construir mi día. Besarla… madre, besarla. Besarla era tocar el cielo con las dos manos, ponerme de pie en una montaña rusa y saltar de un avión sin paracaídas. Todo en un beso.

Reía. Porque… pienso en ella. Pienso en ¿Cómo demonios llegamos a esto? Digo, hace unos meses siquiera nos volteábamos a ver, y ahora, la han de apartar de mí y he de morir de depresión.

Uno frente al otro, acostado en la cama. Su respiración me erizaba la piel, y su contacto me hacía perder la razón.

Mariposas hijas de puta. Las odiaba. Se burlaban de mí todo el tiempo. Cuando la veía, cuando la besaba, e incluso, cuando pensaba en ella.

Era mi esposa, la quería hacer feliz y me molestaba como nadie se ha de imaginar, no poder cumplir la promesa que le hice. “Amarte hasta que la muerte nos separe”. 

¿Por qué la muerte me iba a apartar de algo que me hacía tan feliz, tan rápido?

Maldita e injusta muerte.

— ¡_________! —grité desde el patio.

Ella se acercó a la ventana, y me sonrió.

—No deberías estar afuera con este frío. ¿Qué haces allí? —preguntó entre risas.

—Baja. Tengo algo para ti.

La esperé, hasta que bajó con un abrigo negro hasta las rodillas y al llegar a mí, me besó.

En busca de una esposa. (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora