-¿No bajas a cenar?-pregunta Emilio desde la puerta, extrañado. Él ya se ha duchado y se ha puesto ropa fresca, incluso se ha colocado traje de baño para meterse después de la cena general con todos los actores, productores y guionistas.
Mañana iniciaremos a grabar, así que hoy es una de nuestras pocas noches libres. Hasta el momento, Emilio ha sabido sacarle provecho y se ha dedicado a relajarse, pero yo no puedo hacer lo mismo. Desde hace horas he intentado obtener un futón para nuestra recamara, donde yo o él pueda dormir. Porque él más grande problema de esta suite es el hecho de que hay sólo una cama.
-En seguida los alcanzo, sólo trato de resolver todo ésto.
-En serio, tranquilízate-se ríe, ladeando su cabeza mientras me mira con un gesto con tanta calma que me frustra-. La mucama te dijo que lo traería más tarde.
-¡La cosa es que no se puede más tarde, Emilio!-el nombrado me mira con los ojos desorbitados por mi brote de furia, escudándose con la puerta blanca de madera que dirige a la salida y asomando sólo su cabeza entre la ranura de la puerta entreabierta-, hoy no podemos desvelarnos. Ya lo dijo tu padre. Necesitamos dormir bien para lograr levantarnos antes del amanecer. Así que sí, enseguida los alcanzo. Gracias. Disfruta de tu comida.
Solo entonces se encoge de hombros y sale de la habitación. Sé que he estado insoportable y molesto toda la tarde, pero no puedo evitarlo. Quiero resolver este asunto al menos antes de llamar a Diego y contarle las nuevas. De lo contrario, haría de todo más difícil. Decirle a tu novio actual que dormirás con el chico del que estabas enamorado -y con él que por cierto tuviste algo sexual y sentimental- en la misma habitación, en la misma cama, sin supervisión de un adulto no sonaba muy bien y se prestaba a todas las malinterpretaciones posibles. Pero era esa la situación en la que me encontraba, y debía hacer hasta el ultimo esfuerzo para intentar cambiar algo. Se lo debía.
En ese momento, tocaron la puerta de la suite y no pude evitar reprimir una sonrisa cuando escuché que era servicio a habitación. Me levanté del sofá de un salto y corrí para abrir la puerta, encontrándome con la mucama a la que le había pedido ayuda.
-¿Alcancé alguno?
-Lo siento-fue lo primero que dijo ante mi insistencia, negando para hacerme saber que no había sido así-. Todos ya estaban tomados.
-Oh.
La chica me sonrió como pidiéndome disculpas y siguió su camino, arrastrando consigo un carrito con ropa de cama limpia. Le grité un último gracias y volví a entrar, ahora no había nada que pudiera salvarme de poner nervioso a Diego. Aún así, podría dormir en la alfombra con algunos cojines y sabanas, en el sofá o en los pies de la cama. Donde fuere.
Debía relajarme de una vez por todas, así que me metí al baño y me saqué las sandalias en una sacudida. Comenzando a llamar a Diego desde los contactos favoritos, lo puse en alta voz, dejé el teléfono en el tocador del lavabo y continué desvistiéndome mientras me sentaba en la tapa del retrete para apoyarme.
-¿Bebé?-escuché la voz de Diego salir desde la bocina de mi móvil, tan dulce como sonaba cada vez que hablábamos-, ¿cómo estuvo tu viaje?
-Todo bien, bonito-respondo intentando con todas mis fuerzas sonar relajado para no preocuparle. Río, pero luego suspiro-. Ojalá pudiera estar contigo. Este sitio no es tan bueno.
-No creo que sea no tan bueno-dice Diego-, ¿cómo es? Apuesto que es bellísimo.
Me encojo en hombros como diciendo "no lo sé" aunque no pueda verme.
-No he salido mucho a explorar el lugar, siendo sincero.
-¿No has salido mucho para explorar el lugar?-repite, de un modo en el que parece consternado por mi declaración-, vaya. ¿Y tu habitación, cómo es?
-Es... es una suite.
-Woah-chilla emocionado-, Osorio debe estar ganando mucho dinero contigo y Emilio. ¿Las vistas están geniales?
-Sí-digo, sintiéndome chiquito de repente. El valor se me ha ido en ese momento y cualquier atisbo de valentía que pude concebir mientras marcaba el numero de mi chico se ha ido por un jodido tubo, no me siento capaz para decirle que no soy el único que duerme en esa habitación.
-Cool. Debes enviarme fotos.
-Seguro...
-¿Ya te metiste a la piscina?-indaga.
-No, realmente-le digo mientras abro la llave de la bañera y busco entre las cosas bombas de baño con aroma y colores para quedarme un rato ahí sin hacer nada-. Ya sabes... No estoy convencido de hacerlo si no son para las grabaciones.
-Joaquín Bondoni Gress-me regaña seriamente Diego, pero incluso siendo así suena tan amable y cariñoso que me hace sonreír como un bobo-. ¡Estás ahí para divertirte! No te preocupes por lo que los demás digan de tí. Eres precioso, ¿de acuerdo? Hermosísisisimo, bebé.
-Te quiero.
-Yo mucho más-responde incluso más animado que antes, creo que el que no haya podido responderle antes de irme lo ha desanimado un poco-. Diviértete, bebé. Me gustó hablar contigo antes de irme a la cama.
-A mi también, bonito. ¿Hablamos mañana?
-¡Claro!-suelta contento, riendo tiernamente contra el micrófono-, sueña con los angelitos.
Suspiro bobalicón mientras él cuelga el teléfono para concluir la conversación antes que se alargue tanto como para hacernos desvelar, como de costumbre. Él es tan tierno...
-Descansa, Diego-le respondo aunque ya no pueda oírme.
Me metí en la tina de baño preparada y volví a suspirar, ahora más cansado que bobalicón. Oficialmente no le había dicho a mi novio que pasaría la noche con Emilio y no había forma de no sentirme culpable. Cerré los ojos y me sumergí bajo el agua rosa, queriendo olvidarme de casi cualquier cosa que tuviera que ver con mi vida. Conmigo. Con Emilio. Con la novela. Con el viaje. Todo, excepto Diego, quien en mi mente me ofrecía una sonrisa con todos los dientes tal como lo ha hecho siempre. No lo merezco, y el tampoco merece esto: un tonto que tiene que ponerse limites a sí mismo con el chico del que está enamorado para no cagarla.
Los quiero tanto. No quiero perder a ninguno de los dos, pero todo lo que sé hacer es esto. Equivocarme.
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IMPOSSIBLE, emiliaco.
FanfictionJoaquín se ha enamorado de Aristóteles Córcega, ¿el problema?: es que él no existe. Y Emilio está ahí para recordárselo.