Erza no tenía duda alguna, aunque la tormenta lo ocultaba de su vista, en definitiva había un dragón. El silbido de la mujer resonó y todas las criaturas respondieron. La horda pasó de largo junto a Erza, ignorándola por completo hasta salir de su alcance de visión. En medio del clima los ghouls gruñían, chillaban de dolor, ellos ya no eran los atacantes, eran atacados. Muchos o no, para un dragón serían poco más que un montón de insectos molestos.
Blizzard les daba órdenes y subía el tono de voz cada vez más. Erza era incapaz de ver algo, solo lograba escuchar los gritos de furia de la mujer. Al poco rato un enorme rugido hizo eco entre las montañas. Luego hubo silencio, un profundo silencio. Ni siquiera el mismo viento podía escucharse.
Entonces Blizzard cayó de espalda al suelo, abrió sus ojos solo para ver unos enormes colmillos, tan grandes y afilados como espadas sobre ella. Silbó y miró a su alrededor buscando la ayuda de sus mascotas, pero sus pequeños ya hacían muertos. Sus cadáveres estaban regados por todos lados, la colonia entera había sido destruida en minutos. Sus afiliadas garras no lograron ni traspasar las duras escamas negras de su enemigo. La bestias fueron trituradas entre gigantescas fauces o pisoteados por poderosas patas delanteras. Ella chilló de miedo, llorando y suplicando por su vida.
Una fuerte exhalación de aire caliente la hizo callar rápidamente, conteniendo las lágrimas con esmero.
Silver, Chelsea y Let observaban incrédulos y sin habla luego de ver tal escena. La mujer chilló por última vez antes que Shen la levantarán del suelo en forma humana y le atara sus manos a la espalda con una cuerda.
Él volteó a ver a sus compañeros y ellos se sintieron intimidados ante su mirada agresiva y llena de ira. Sus ojos dorados eran brillantes como centellas en medio de aquella tormenta. Los magos solo pudieron mirar hacia abajo como respuesta. Elizabeth que apenas recuperaba la conciencia, abrió los ojos un poco y pudo ver a Shen en su brutal estado. Entonces se levantó de un sobresalto al verlo así.
La tormenta finalmente terminaba y Erza se pudo reunir con los demás, llegó corriendo a toda velocidad y también quedó atónita al ver al joven en ese estado. Ella advirtió que no se acercaran pero la pelirosa ignoró la orden y se aproximó a Shen. Preguntó con cautela y llena preocupación si se encontraba bien. Las palabras de la joven hicieron entrar en razón al dragón, que rápidamente regreso a la normalidad.
—Dormirse a mitad de una batalla… ¡Que idea tan inteligente! —exclamo.
—Jeje. Si, ¿verdad? —respondió sonriente —. ¿Y cómo estás tú?
—Podría estar mejor, pero no me quejo.
—¡M-m-mo-monstruo, es un monstruo! —chillo la prisionera.
—¿Té encuentras bien, niña? —preguntó desviando la mirada.
—¡He estado mejor! —contestó en broma.
La pelirosa abrazo a Shen cariñosamente para sorpresa de éste último. Él aún dudoso, llevó sus manos a la espalda de Elizabeth y correspondió el abrazo.
Erza y los demás se calmaron un poco y se acercó a sus compañeros. Erza sugirió regresar al poblado antes que otra tormenta los pudiera atrapar.
Al volver al pueblo lo primero que hicieron fue entregar a Blizzard a las autoridades. El alcalde del pueblo la reconoció de inmediato. Su nombre era Mary, una joven originaria del lugar, muchos años antes su familia había perdido todo en un mal negocio. Después de la muerte de sus padres, ella enloqueció y culpó al pueblo por ello. Furiosa se adentro en la montaña y juró venganza. Todos pensaron había muerto o simplemente se había marchado del lugar. Jamás pensaron que ella pudiera ser la causante de todo el desastre.
Después fueron a atender sus heridas y descansar. Por suerte para ellos, además del brazo de Shen ninguno tenía algo más grave que moretones y rasguños. En un principio el dragón se negó a recibir al doctor, pero ante la insistencia de Elizabeth terminó por acceder.
Fue una revisión bastante rápida, el doctor felicitó al joven por su rápida recuperación, vendó el brazo y le dijo que en unos días estaría como nuevo, también felicitó a la persona que dio los primeros auxilios pues lo hizo de maravilla. El rostro presumido de Elizabeth apuntó a Shen con una clara expresión de “Te lo dije”.
Además de la recompensa prometida, el alcalde preparó un banquete para sus salvadores. El grupo con cuchara en mano y saliva escurriendo se sentó a la mesa y comenzó con el festín.
Shen tomó un pedazo de carne y le dio una gran mordida, Silver, Chelsea y Let lo observaron fijamente sin perder detalle de cada movimiento que realizaba. Esto por supuesto, incómodo bastante al dragón.
—Si tienen algo que decir, háganlo ya —pidió molesto pero sin dejar su comida a un lado.
—Tú... Tú no vas a comernos si tienes hambre, ¿verdad? —preguntó Chelsea algo preocupada.
—Por supuesto que no —negó con la cabeza—. No comería humanos… Crudos.
—¡Ehhhhh! ¡Lo sabía! Mamá, este tipo es peligroso —grito descontrolada.
Shen se puso a reír, Erza se sorprendió al observar que ya no parecía estar a la defensiva como antes. Poco después, Chelsea entendió que se trataba de una broma, Elizabeth miraba de un lado a otro sin entender la causa de la risa.
—Hmmm… ¿De qué están hablando? —preguntó con curiosidad.
—¿Es qué no lo recuerdas, Liz? —preguntó Silver.
—¿Recordar qué?
—Bueno digamos que… — Chelsea tragó saliva.
—¡Su historia no es mentira! —concluyó Let.
La pelirosa tardó un momento en entender, luego volteó a ver a Shen con ojos brillantes y llenos de asombro. Se acercó a él y lo miró fijamente, empezando a inspeccionarlo por todos lados.
—¡Oh dios! ¿Cómo pude perderme eso? ¿Cómo era? ¿Grande? ¿Tenía alas? —preguntaba energéticamente —. ¿Es como papá describe al abuelo Igneel? ¿O talvez peludo como Grandeney?
En medio de la inspección, Elizabeth colocó su rostro frente al de Shen, estaba segura de que sus ojos eran dorados en aquel momento que lo hizo inconscientemente.
—«Demasiado cerca» —pensó él.
Los curiosos ojos de la joven sobre su persona, hicieron a Shen desviar la mirada rápidamente.
—¿Cómo era? La verdad no lo vi bien por la tormenta. ¿Y ustedes? —preguntó Chelsea volteando a ver a los demás.
Todos negaron con la cabeza, a causa de la tormenta y el susto de caer al vacío, ninguno prestó mucha atención a lo que ocurrió después si no hasta que los colmillos de Shen estuvieron frente a Blizzard. Todos se quedaron pensativos intentando recordar algo de lo ocurrido pero ninguno fue capaz de darle alguna referencia a Elizabeth sobre la forma de dragón de Shen. Ella volteó a verlo de forma sería.
—¡No! —exclamó él anticipándose a la petición de la pelirosa.
—¿Por favor?
—¡No! —repitió.
—¡Por favor!
El juego de tira y empuja otra vez. Elizabeth creía que podría obligar a Shen con el mismo método de antes. Ella insistió durante un largo tiempo pero él permaneció firmé hasta que finalmente ella se aburrió y se dio por vencida.
—¿Y por qué no? —preguntó ella otra vez.
—No puedo hacerlo a la ligera —respondió él.
—¡Malo! —Elizabeth comenzó un puchero —. ¡Entonces no te volveré a hablar hasta que me muestres tu forma de dragón!
Tal como dijo, ella fijó su mirada más intensa sobre Shen, la cara de respuesta de este fue obvia, algo como; “esta mocosa”. Entonces él exhaló y observó a Elizabeth.
—No puedo hacerlo porque eso podría exponer mi identidad y podría poner a los que estén a mi alrededor en peligro… Solo lo haré cuando sea absolutamente necesario.
Shen se colocó entre la espada y la pared el mismo y accedió a contarles un poco sobre los Xing long. Cuando era joven hizo la promesa de no utilizar su forma dragón a menos que fuera absolutamente necesario y solamente en situaciones extremas.
Aunque era cierto que en el país de Xing promesas como esa se hacían con la vida y por lo tanto romperlas significaba una falta de honor y una grave ofensa hacia la otra persona. No era la verdadera razón de su recelo hacia su forma de dragón. Primero estaba el hecho que más le avergonzaba y era que no podía controlar del todo la transformación y solía perder el control y la segunda es que su propia imagen le causaba un profundo desagrado.
A Elizabeth no le convenció del todo la respuesta pero la aceptó de mala gana. No podía obligarle si eso rompía su promesa, los ojos de Elizabeth brillaron ante la idea que se le ocurrió.
—¡Si te pones en peligro a propósito no voy a ir en tu ayuda! —advirtió Shen sin dejar de comer.
—Entonces. ¿La salvarás siempre que esté en peligro? Supongo —bromeo Chelsea golpeando la espalda de Shen.
Shen desvío la mirada y volvió a su comida mientras los demás empezaban a reír sin parar. El festejo duró un rato más hasta que todos se sintieron lo suficientemente cansados y subieron a dormir para estar listos al día siguiente, pues era hora de volver al gremio.
El primero en retirarse fue Shen, completamente agotado después de usar su forma de dragón y aún sin recuperarse del todo. Con apenas una fracción de su poder, le causaba algo se gracia haber sobrevivido una vez más. Antes de entrar a su habitación se detuvo un segundo frente a la puerta.
—«¿Amigos, eh?» —una leve sonrisa se dibujó en su rostro antes de entrar en silencio —. No suena tan mal.
…
Muy lejos de ahí, al otro lado del mar. A lado de un río, un par peces se cocinaban lentamente al fuego mientras las estrellas brillaban intensamente en el cielo nocturno.
—¿Cuánto faltará? ¡Tengo hambre!
—Eso no pasaría si comieras tu pescado crudo como yo —respondió un pequeño gato azul sentado a lado de la fogata.
—No gracias, no soy un gato como tú.
—¿Y qué vamos a hacer sobre la llamada? —preguntó el felino.
—¿Qué más? Volver, obviamente.
—¿Volver sólo por la llamada de Lucy? Ella en verdad… ¡Te gussssssta! —dijo burlándose.
—¡No molestes! De todas formas no obtuvimos ningún resultado de este chico —con su mano derecha golpeó la roca detrás de él.
El hombre se encontraba apoyado sobre los restos calcinados de un dragón. Una enorme bestia de grandes alas. Con anterioridad un rey de los cielos, ahora poco más que carbón.
Su cabello era brillante y rosado como el de Elizabeth, largo, erizado, suelto al frente. Sujeto por con una cinta en la parte de atrás en una cola de caballo hasta la mitad de su espalda. Pantalón blanco complementando con botas negras, un abrigo de cuero negro sujeto con un fajín rojo, cerrado en la parte baja a modo de faldón y abierto en la parte del pecho. El rasgo más distintivo era una enorme bufanda a cuadros blanca rodeado su cuello.
—¡Hora de irnos, Happy!—advirtió al levantarse.
—¡SI, SEÑOR! Pero… ¿A dónde?
—¿A dónde más? ¡A casa, por supuesto! —respondió el pelirosa sonriente.
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Fairy Tail: Valhalla
FanfictionEl final de una historia siempre es el comienzo de otra. Después del rey dragón y el mago negro, nuevos y poderosos enemigos se aproximan. Héroes legendarios, grandes reyes dragón y criaturas de pesadilla acechan desde las sombras a la nueva generac...