Los Últimos Reyne II | Fanfic GOT

Epílogo V

Nota
Este será el único capitulo que cuente con varias multimedias intercaladas con el texto.
El motivo es que será narrado en diferentes PdV's.

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Kings Landing
305 d.C

Las campanas redoblaron desde el amanecer. Los gorriones, septones y septas dieron un último recorrido por las calles, anunciando que el juicio de la reina Cersei Lannister y Ser Loras Tyrell empezaría después de la hora del ruiseñor.

La reina Margaery se preparó para ir al Septo de Baelor tan pronto como amaneció. Quería ver a Loras antes de que fuera juzgado.

Ella había logrado un acuerdo con el Gorrión Supremo; si la corona se ponía a disposición de la Fe, su hermano sería liberado y enviado de regreso a Highgarden. Eso era todo lo que le importaba, tener a Loras tan lejos de la capital como fuera posible, era la única forma de tenerlo a salvo. Su abuela Olenna también se había marchado, luego de que ella le advirtiera que el Gorrión estaba preparando un caso en su contra.

Ese hombre parecía empeñado en ello. En destruir en orgullo de cualquier casa noble. Lo había hecho al humillar a Cersei Lannister, y luego, trató de hacerlo con ella. Pero Margaery no era estúpida como la vieja leona. Ella no se sometería a tal vergüenza. Hasta el final tuvo esperanzas en Tommen, era un niño dulce, pero demasiado sumiso.

«Joffrey no habría permitido que ese Gorrión se hiciera de tanto poder.» Pensaba Margaery.

Pero Tommen sí. Él se rehusó a alzarse en armas contra los religiosos, y suprimió a su padre, Mace Tyrell, cuando él quiso levantarse contra el Septo.

Al final, la única opción viable fue unirse a ellos y proclamar que desde el momento en que Margaery saliera del Gran Septo de Baelor, la corona y la Fe serían los dos pilares que sostendrían el mundo.

«Maldita sea Cersei, todo esto es culpa suya.» Renegó la joven reina.

Las siervas le habían puesto un vestido color marfil. Tan simple que parecía el de cualquier pueblerina. Sobre la frente se ceñía la pequeña corona dorada con delicadas rosas de esmeralda y unas astas alzadas que representaban al venado Baratheon. Su cabello también debía ser modesto, suelto a los lados con dos rodetes livianos a cada lado la cabeza.

«Modestia y fervor.» Se dijo, al verse al espejo. «Eso es lo que el maldito Gorrión quiere: modestia y fervor.»

Afuera de la alcoba, la esperaban siete gorriones y tres septas, junto a los ocho guardias que debían cuidar a su reina. Todos fueron a pie hasta el Gran Septo. La hicieron rezarle una oración a cada uno de los Siete Dioses antes de permitirle el paso a las celdas.

Allí estaba él, su frágil hermano. Con los rizos sucios y enredados. La barba espesa le cubría las mejillas hendidas. Apestaba a orines y a mierda. Le habían atado los tobillos con una soga de tela, Margaery le retiró las ataduras y lo abrazó con cariño.

—Todo termina hoy, hermano —le dijo— Saldrás de aquí, volverás a casa...

Loras le respondió el abrazo y se echó a llorar violentamente.

—Quiero ir a Storm End's —susurró el joven.

—Podrás ir a donde quieras —lo animó Margaery— Sólo tienes que ser fuerte por un poco más de tiempo.

Él le dedicó una sonrisa triste, y pudo darle un beso en la frente antes de que los gorriones la arrastraran fuera de las celdas.

En las graderías bajo los altares de los Siete Dioses, estaban reunidos los septones, gorriones y septas. Varios nobles de la corte también acudieron al juicio. Su padre estaba ahí, con el rostro preocupado por el futuro de su primogénito. Junto a él estaba Ser Kevan Lannister, la Mano del Rey.