Una noche fría y seca, donde reinaba el desorden, ahí es donde empezó todo. Catástrofes de una en una iban sucediendo sin dejar un mínimo espacio de tiempo a que volviese todo a la normalidad.
Sentada en el borde de la ventana de un 8° piso me encontraba yo, viendo cada uno de los problemas mundanos. Era divertido ver la agonía de la población ante la imposibilidad de arreglar sus dificultades diarias; desde una pequeña flor que intentaba sobrevivir en una ciudad en la que apenas llovía hasta una madre buscando trabajo para sustentar a su pobre familia.
Con las piernas colgando por fuera, las cuales movía alegremente, miraba de lado a lado contemplando el nuboso y oscuro paisaje; una tormenta se avecinaba. Los días soleados donde la gente salía a los parques con la famila a disfrutar del aire limpio y claro llegaron a su fin.De repente, llevé mi mano a la cabeza cerrando los ojos del dolor que iba surgiendo poco a poco. Aún sentada en la ventana, empecé a tambalearme, la cabeza me daba vueltas.
-No, otra vez no ...- Dije notando mi cuerpo cada vez más pesado. Me separé de la ventana y caí dentro en el suelo de la habitación. Intenté recomponerme pero no pude. Con la mirada cabizbaja aún sin poder moverme, mire como el color de mi pelo, el cuál tenía en la cara y en el suelo, cambiaban de rosa a negro. Asustada, me levanté como pude, mis piernas estaban débiles. Dando pasos lentos y dificultosos me acerqué a mi tocador.
Me miré en el espejo: Mi piel se volvió blanca y mis ojos se tornaron de color rojo sangre.Este fenómeno tan desagradable para mí, pasaba cuanto menos te lo esperabas.
¿Cómo de la noche a la mañana te puede cambiar tanto la vida? De ser una corriente y sucia humana a...
Inexplicablemente, ya largo tiempo viviendo con esta condena ha pasado; atada al mundo que veo cambiar cada día me hayo.Mirándome aún en el espejo, resoplé empezando a peinarme el pelo.
-Vaya mierda de maldición...- dije refunfuñando.
Hasta el día que me muera, que es imposible, llevaré conmigo esta condena.
Nadie sabe de mi existencia, o eso creía yo. Los humanos viven como si nada en una rutina que les absorbe la energía día tras día. Y mientras yo, les vigilo.
Me llamo Yukih y soy el espíritu del día y de la noche.
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¿Escuchas eso, humano?
Fantasy¿Podrías vivir en una ciudad donde abunda el caos? Si es así, Kaosteville es tu ciudad. Nada ocurre por casualidad y Yukih lo sabe bien. Adentrate en esta historia... Te están esperando... ∆Narrador en primera persona ∆Historia original