Andres.

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Mientras caminaba por el pasillo de la escuela, notaba las risas y murmuros de algunos compañeros a los que pasaba en el camino. Comenzaba a pensar que la causa era yo, no lo entendía, tenía mal atado el cabello, se me habrá caído salsa en la ropa... Otra vez? Mis pensamientos fueron interrumpidos al sentir un par de manos en mi cintura, moviéndose. Me quedé paralizada mientras sentía que las manos dejaron de moverse.

Pero noté una respiración leve, calmada, en mi oído izquierdo. -no te alteres, pero te vino... Y se nota- susurró. Se me heló la sangre y se erizaron mis bellos al escuchar esas palabras. Rápidamente miré hacia abajo mientras coloqué mis palmas en mi trasero, tanteando, al hacerlo noté que había un suéter amarrado a mi cintura.

Comprendí que lo colocó la persona a mi lado, cuya identidad desconozco. Me volteo a verlo y allí estaba él, alto, un tanto delgado, con el uniforme de la escuela perfectamente vestido, a excepción de su suéter, claro. Me fué imposible identificar su rostro porque estaba en contra luz. Los rayos del sol hacían que sus mechones rubios brillaran.

Imnotisada por su cabello y su mandíbula, oigo el timbre, el cual me saca de mi trance y me indica que el receso ha acabado. Justo cuando entro en razón, escucho su voz --en veinte minutos, vé al baño-- pronuncia antes de marcharse. Al ver como se retira, puedo apreciar mejor su rostro, pálido, sus pestañas son un tanto largas, destacando al estar de perfil, al igual que su mentón... No logro reconocerlo, parece ser la primera vez que lo veo aquí, me sacó de un apuro sin siquiera pedírselo y nisiquiera le dí las gracias...

...

Y aquí estoy, diecinueve minutos después, en mi salón de clases. Pido a la profesora de matemáticas permiso para ir al baño y salgo. Justo al cruzar la puerta lo veo, frente a mí, con una media sonrisa en su rostro y una bolsa de compras en la mano izquierda.

--Toma, creo que esto te ayudará-- dijo antes de pasarme la bolsa y cruzar la puerta a mis espaldas... A mis espaldas?! Va a mi curso? Cómo no lo había notado? Antes de de emprender mi camino al baño, escucho a mi profesora -Señor Adrián, ¡llega veinte minutos tarde!- dijo molesta --Disculpe señora, es que estaba con los auriculares y no escuché el timbre-- ambos sabemos que eso no es verdad. Al menos ahora sé su nombre... Y la profesora, al dejarle pasar la falta por ser nuevo, me confirmó que no ha estado aquí hace mucho tiempo, debí estar durmiendo cuando se presentó ante la clase, genial. En fin. Recuerdo la bolsa que tengo en mis manos, al observar su contenido, siento que mis mejillas se sonrojan de la vergüenza... Eran toallitas sanitarias.

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Holaaa. He aquí el primer capítulo de mi primera novela! Me sí les gusta, me encantaría que puedan compartirla, así tiene más vistas y me animo a seguir actualizando ^^

Amor VergonzosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora