Capítulo 1.

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La soledad del ser
Cuando las balas empiezan a volar, solo es cuestión de tiempo antes de que el miedo envuelva completamente a un soldado.
Ahí estas, con la muerte de acero zumbando en el aire.
El bajo y mudo estruendo distante de los proyectiles, un sonido vacío que sientes más de lo que oyes. Los más cercanos suenan alto y claro. Gritan con una voz que hace sonar tus dientes, y sabes que se dirigen hacía a ti. Cortan profundamente el suelo, arrojando un velo de polvo que se mantiene allí, esperando por la siguiente ronda para rasgar a través de ella.
Miles de cartuchos, ardiendo a través del cielo -pedazos de metal no más grandes que un dedo- y solo basta uno para matarte. Solo basta uno para convertir a tu mejor amigo en una masa de carne humeante.
La muerte llega rápido, en un latido de corazón, y no es exigente con quien lo toma.
Los soldados que las toman rápido antes de que sepan que los golpeo son los más afortunados. La mayoría mueren en agonía, con sus huesos triturados, sus órganos destrozados y dejando un mar de sangre en el suelo.
Esperan solos en el barro por la muerte para que les robe y escurra las últimas gotas de vida con sus heladas manos.
Si hay un paraíso, es un lugar frío. Es un lugar oscuro. Es un lugar solitario.
Estoy aterrorizado.
Agarre el gatillo con los dedos tiesos; mis brazos tiemblan como yo lo hago, enviando una lluvia de acero ardiente sobre el enemigo. El rifle patea cuando lo disparo. Un ritmo más estable que mi corazón. El espíritu de un soldado no está en su cuerpo, está en su arma. El cañón se calienta hasta que ilumina, el calor transforma el miedo en ira
aéreo!
aéreo!

¡Me da igual el general y su patética excusa de maldecir para traer el apoyo!

¡Me da igual sus procedimientos y sus planes que no sirven para nada!

¡Para cuando la maldicion comienza a volar!
¡Me da igual la artillería por quedarse en el flanco izquierdo!
¡ Me da igual el tipo que acaba de hacer que lo maten!
Pero más que todos ellos. ¡Que se mueran todos los que tienen su mira en mí! Empuñas tu ira como un puño de acero y aplastas sus rostros.
Si se mueve. Solo han alargado lo inevitable, lo que siempre llegará y que no podrás huir.
Tengo que matarlos a todos, hacer que dejen de moverse. Un grito se abrió camino a través de mis dientes apretados.
Mi rifle dispara 450 balas de 20 mm por minuto, así que me puedo gastar rápidamente el cartucho. Pero no hay razón para abstenerse. No importa la cantidad de munición que tenga cuando esté muerto. Hora de un nuevo cartucho.
-¡Recarga!
El soldado al que le estaba gritando ya estaba muerto. Mi piedad murió en el aire, un pulso de estática sin sentido. Volví a apretar el gatillo.
Mi amigo atrapo una de las primeras rondas que dispararon de vuelta, una de esas jabalinas. Fue atravesado de manera recta, atravesando su Chaleco. La punta salió cubierta de sangre, aceite y algunos fluidos no identificables. Su cuerpo bailo macabramente por diez segundos antes de que finalmente se detuviera.
No tenía sentido llamar a un médico. Tenía un agujero debajo de su pecho de casi dos centímetros de diámetro, y paso limpiamente a través de su espalda. La fricción había cauterizado la herida por los bordes, dejando un baile de opacas llamas anaranjadas alrededor de la abertura. Todo ocurrió en el primer minuto después de la orden de atacar.
Él era el tipo de persona que se aprovecha de ti por tener un rango superior, te molesta por la cosa más estúpida, o te decía quién era el culpable en una novela policiaca antes de que terminaras el primer capítulo. Pero él no merecía morir.
Mi pelotón-146 hombres de la compañía, 3er batallón, regimiento 12 de la división acorazada de infantería 301- fuimos enviados para reforzar el extremo norte de la Isla Norte. Nos llevaron en helicóptero para emboscar por el flanco izquierdo de la retaguardia del enemigo. Nuestro trabajo consistía en eliminar a los que trataran de huir cuando el asalto frontal inevitablemente los hiciera retroceder.
Tanto para algo inevitable.
Mi amigo murió antes de que comenzara la lucha. Me pregunté si el sufrió mucho.
Mientras tanto, me di cuenta de lo que estaba pasando, mi pelotón estaba justo en medio de la batalla. Estábamos recibiendo fuego de ambos bandos, de nuestros enemigos y de nuestras propias tropas.
Todo lo que podía escuchar eran gritos, sollozos y "¡Maldición!"
"¡Maldición!", "¡Maldición!" las blasfemias volaban como balas que pasaban. Nuestro jefe de escuadrón estaba muerto. Nuestro sargento estaba muerto. El zumbido de los rotores de los helicópteros de apoyo se habían ido hace mucho.
Las comunicaciones fueron cortadas. Nuestra compañía se había reducido a trizas.

La única razón por la que estaba vivo era porque había estado cubierto desde que mi amigo había caído.
Mientras los demás se mantenían firmes, y luchaban, yo me escondía en el revestimiento, temblando como una hoja.
Estos trajes especializados para la batalla, están hechos de un blindaje compuesto que es la envidia de todo el mundo, te cubren como arroz blanco.
Imaginen que logro pasar el primer asalto, dudo que de nueva manera pueda pasar el segundo asalto. Así que me quedaba fuera de la vista del enemigo por suficiente tiempo, el enemigo se habrá ido para cuando salga, ¿cierto?
Estaba horrorizado, estaba pálido del miedo, no sentía mis extremidades y empezaba a marearme cada vez más y más, luego empezaba las náuseas, no comprendía si era causa de los nervios de que aquí podía quedar mi vida o de que estaba agarrando un resfriado. Solo se que no quiero morir.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2019 ⏰

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