Doce

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Taehyung empujó abriendo la puerta delantera de la oficina de transportes marítimos y la cerró rápidamente detrás de él para impedir que entrara el creciente viento.

La oficina principal estaba medio vacía, solo Taggart, el encargado, estaba en su escritorio. Levantó la mirada cuando Taehyung se acercó a él, y se quitó sus gafas.

—Llega temprano esta mañana, señor.

Taehyung se quitó su sombrero y guantes. —Los milagros suceden, Mr. Taggart, aunque en verdad, no me he acostado todavía. ¿Está mi hermano dentro?

Taggart pulió sus gafas sobre su pañuelo y asintió. —Sí, de hecho está, señor, siempre un madrugador, nuestro Lord Seok Jin.

—Y no olvidemos todas sus otras Divinas cualidades tampoco, ¿no?—Taehyung murmuró mientras se ponía en camino alejándose de Taggart a la oficina de su hermano, su corazón martilleando en su pecho, su boca seca.

Golpeó en la puerta, oyó la apagada voz de Jin pidiéndole entrar.

Su hermano estaba sentado en su escritorio, pluma en la mano, su atención fija en uno de los libros de contabilidad. A pesar de la frialdad en el cuarto de paneles de roble, su capa negra colgaba sobre la parte de atrás de su silla.

Levantó la mirada, la irritación clara en su cara de magníficos rasgos y en sus ojos violeta.
—¿Qué pasa, Taggart? Oh, eres tú Taehyung.

—Buenos días, Seokjin.

Taehyung ignoró el gesto de su hermano hacia él para que se sentara y en cambio encontró un lugar para plantar sus botas justo en frente del escritorio de Jin. Finalmente Jin levantó la mirada hacia él de nuevo.

—¿Pasa algo?

—Podrías decirlo tú. He tenido la desgracia de ser arrinconado por nuestro padre la pasada noche.

—¿Lo hizo? —Jin dejó su pluma y se recostó hacia atrás, su expresión cauta. —¿Y qué hizo que tuviera que hablar por sí mismo?

Taehyung apretó su mandíbula.
—Tú sabrás. Lo orquestaste puñeteramente bien.

—¿Qué estás insinuando?

—Le dijiste que yo sería el administrador perfecto de la finca para ti.

—Le dije que tienes una excelente cabeza para los negocios y que si él necesitaba alguna ayuda con los libros entonces no debería tener ninguna indecisión en ir a ti. —Seokjin se encogió de hombros. —Si él entendió que quería decir que tú deberías estar a cargo del manejo de las fincas, entonces, ¿seguramente eso era un elogio?

—Tú eres su heredero.

—Y tengo mi propio negocio para manejar, —Jin sostuvo su mirada, todo rastro de amabilidad desapareció de su cara. —Así que, ¿debo tomar el trabajo hasta que te sientas como interesado en él tú mismo?

—¿Qué diablos se supone que quiere decir eso?

—Sabes condenadamente bien qué, —Taehyung fulminó con la mirada a su
hermano. —¡Como de costumbre, consigues hacer lo que quieres, y yo tengo que sacrificar lo que deseo para teneros a ti y a Padre felices!

Seokjin levantó una mordaz ceja.
—No sabes lo que quieres. Todo lo que sabes es destruirte a ti mismo. Pienso que si sabias que Padre y yo creíamos que podías manejar las fincas, te daría un propósito, una razón para triunfar, una salida para ese lio que has creado.

Taehyung plantó sus puños en el escritorio de Jin y se inclinó hacia delante. —¿Cómo te atreves a presumir que sabes lo que necesito o lo que quiero? Todo lo que te preocupa es sobre ti mismo. Eso es todo lo que siempre te ha preocupado.

Perversión. » k.th (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora