UNO

114 5 10
                                    

"Acepto el caos, aunque no estoy seguro que me acepte a mi

Bob Dylan

Suspiro antes de salir de mi cuarto, intento caminar sin hacer mucho ruido.

-No, cambiate- dice mamá apenas dándome un vistazo mientras sigue rellenando un sándwich de jamón y queso. 

Me miro en el espejo del pasillo, la falda está dos dedos por encima de la rodilla, es bonita y negra casi nunca uso faldas, pero hoy quise probar, porque él siempre quiso que lo hiciera.

- ¿que tiene de malo lo que llevo?- pregunto incómoda, de repente empiezo a sentir que tal vez si esta mal.

-Es impropio Lara- dice seca tomando otro sandwich.

Un suspiro lúgubre escapa de mis labios, y mi madre alza la vista hacia mi, frunciendo el ceño.- cambiate- zanja el tema.  

Y siempre ha sido así, no solo con mi ropa sino con todo.

-Es que ya no tengo tiempo, mamá. Louis ya está esperándome.- susurro inquieta. -si me llevas me daría tiempo- intento en vano que me dé un aventón.

-Bien Lara- se estrella sonoramente el cuchillo con el que untaba mayonesa en la mesón de la cocina y me mira mamá con recelo- Y si te llega a ver alguien de nuestra iglesia ¿Que van a pensar de ti? ¿de nosotros? ¡Que te apartaste del camino de Señor! ¿Es lo que estás buscando Lara? ¿Quieres quemarte en el infierno? ¿Eso quieres? - añade decepción en su tono. -primero Louis, Daniel se va lejos... y ahora...

-Bien, bien. Dios santo, solo es una falda, voy a cambiarme.

Veinte minutos después, con unos jeans (Por supuesto holgados) y bajando del autobús llego al centro de rehabilitación. Louis está afuera, sentado sobre su bolso (en el que probablemente no tiene nada más que una muda de ropa y su cepillo de dientes, después de todo, él no estuvo ahí voluntariamente) 

-Llegas tarde Lara- sentencia con solo darme un vistazo. La luz del día está en su punto más alto, por lo que sus ojos se entre-cierran cuando me da un vistazo.

-Mamá...- Agrego disculpandome, y eso es todo lo que necesita para suspirar y sonreír.

Louis se levanta de un brinco para abrazarme, está increíble y dolorosamente delgado, el cabello castaño oscuro (del mismo tono que el mio) completamente revuelto, seco y sin vida, su piel está pálida, las ojeras se hunden enfermamente bajo sus ojos dándole aspecto de calavera.

Él me abraza ignorando por completo el escrutinio que le he dado. -Te extrañé muchísimo- susurro. Louis hunde su cabeza entre mis cabellos y me aprieta con fuerza. -Yo tambien Lara.- la voz se le quiebra en mi nombre y sé que ha vivido un infierno ahí. 

  Mi hermano lucha con adicciones desde que entramos en bachillerato, el punto de clímax y tope de nuestras vidas. Obviamente, nadie podía saber que uno de los gemelos Bonalde era un drogadicto. Así que, Louis estuvo saltando de centro en centro hasta que mis padres decidieron internarlo en este. Notaron que a veces "las luchas contra satanás" resultan favorecedoras cuando intentas subir de nivel ministerial en una iglesia (o al menos eso creo yo), Por supuesto que creo que Dios puede ayudar a Louis, pero solo de forma voluntaria. En este lugar fue retenido a la fuerza... dos años sin ver a mi hermano y no lo reconozco, parece un muerto. 

-¿Tienes hambre?- pregunto señalando a una pizzería vieja al cruzar la calle. Mi hermano asiente sonriente -¡Si, por favor! ya no recuerdo que es comer solido. Todo lo que me dejaban comer, cuando me dejaban, era una sopa asquerosa.  

Sacro y ProfanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora