Queremos verlo

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Durante poco mas de una semana, Papá y Mamá nos obligaron a limpiar y barrer hasta el más mínimo rincón de la casa, recuerdo que inclusive nos encontramos un pequeño nido de lagartijas; y no sé si era nuestra obsesión con los reptiles voladores o simplemente que estábamos muy cansados, pero le preguntamos a nuestro padre si era un terrible terror o algo por el estilo, a lo que nos respondía con un burlón "no".

También, parte del castigo era prepararle comida a Bocón y por eso pasábamos gran parte del día cuidando el caldero que tenía una extraña receta de leche y salmón hirviendo que según Bocón sabía a un pedazo del Valhalla. Mientras se calentaba ese raro guisado, Nink y yo notábamos que mamá y papá hablaban mucho sobre temas de leer las estrellas, fuerzas de viento, madera, mástiles y velas; cosa que despertó ligeramente nuestra curiosidad, ya había pasado bastante tiempo desde la última vez que nuestros padres hicieran expedición por mar a menos que fuese para comerciar.

Otro suceso peculiar puede ser aquella vez que papá vino con unos planos en sus manos pidiéndole a Bocón ciertos artículos y bastante cuero; habíamos escuchado que el dragón necesitaba un parche de cuero o algo por el estilo, pero no creíamos que iba a necesitar tanto material. Luego de un tiempo mamá llegó al taller con las monturas que cuelgan de su pared preguntándole a Bocón por el estado de dichas monturas. Después de esa pregunta hablaron por un rato, pero no pude escuchar casi nada debido a que estábamos trabajando lejos de la entrada.

Luego de unas horas se nos otorgó tiempo para descansar. Nuffink y yo fuimos a nuestro hogar para almorzar sin encontrarnos a nuestros padres en la casa; seguro estaban ocupados. Mientras comíamos encontramos el libro de dragones. Mi hermano y yo nos miramos y luego regresamos nuestra atención al libro. Esa noche estuve aterrada, Nuffink pudo haber salido herido, pero papá dice que el dragón creía que eramos un peligro para él y que solo reaccionó. -¿Crees que ya no nos tenga miedo?-, me preguntó mi hermanito.

-No lo sé... Tal vez ya sabe que somos buenos, ¿quién sabe?-, dije mientras bajaba la mirada hacia el libro.

Nuffink se levantó de su asiento, lo que me llamó la atención. Él caminó hasta la cocina, tomó un pescado del cesto de pescados envueltos en sal que había en la cocina y se dirigió a la entrada de nuestra casa. Luego me miró preguntándome si lo acompañaría a ver el dragón. Me confundió esa pregunta por que creí que tanto él como yo estábamos asustados del dragón. -No podemos ir; además, ¿qué te hace creer que no nos comerá vivos?, -le pregunté.

-Confío en lo que nos dijo papá: los dragones no son malos, solo se defienden. Le mostraré que no somos malos-, me respondió con toda certeza. Luego añadió: -Pero no quiero ir solo, quiero que me acompañes.

Decidí hacerle caso y lo tomé de la mano para que fuéramos juntos al salón. Al llegar hasta aquellas gigantescas puertas, Nuffink y yo acordamos ser tan silenciosos como fuese posible para que el cortaleña no reaccionara bruscamente. Abrimos la puerta tan lento como pudimos entrando al salón. Divisamos al dragón y nos escondimos juntos detrás de una columna como protección. La creatura dormía cuando entramos, pero nuestra presencia debió haberla despertado.

Mi hermano y yo nos inclinamos dejando parte de nuestro rostro descubierto para observar al dragón. Este nos miraba indiferentemente, pero decidió acercarse. Nosotros reaccionamos asustados lanzándole el pescado para distraerlo, lo cuál funcionó. El dragón engulló al pez de un solo bocado y devolvió su atención hacia nosotros en un abrir y cerrar de ojos.

Nink y yo escapamos del lugar saliendo del salón y resguardándonos detrás de esa gran puerta. A mi hermano le ganó la curiosidad y abrió lo suficiente para poder espiar al dragón con su ojo. El dragón estaba olfateando la puerta. -Míralo, está buscándonos-, anunció él.

-¿En serio?-, dije mientras trataba ver al dragón. Este miraba la puerta con un par de ojos llenos de curiosidad y ternura, al parecer quería que le diéramos más comida, o eso creímos hasta que se incorporó y regurgitó frente a la puerta la cabeza del pez que le dimos de alimento.

Asqueados, pero ligeramente fascinados nos alejamos del salón para ir de vuelta al taller y seguir con nuestra labor. Más tarde, en la noche, nuestros padres regresaron a casa con leña, cuero y pescado como para una semana. A la hora de dormir nuestro papá fue a arroparnos y a hablar un momento con nosotros. -¿Qué les pareció el dragón?-, dijo tomándonos por sorpresa.

-¡¿Cómo supiste?!-, exclamó mi hermano queriendo resolver aquella repentina intriga.

-Tengo ojos por todas partes-, susurró papá causándonos más confusión, -Y con eso me refiero a que Patán los vió mientras hacía guardia dentro del salón-, añadió mientras delataba a nuestro tío. Aún no sé cómo no lo vimos; lleva puesto una gran capa de lana negra todo el tiempo, ¡es imperdible!

-¡Anguilas!-, exclamé.

-Espero que les haya agradado el cortaleña.

-¡Era asombroso! Pero sigue siendo peligroso, creo-, explicó Nuffink, -Sus dientes eran aterradores.

-Pero no les hizo nada, ¿o sí?

Nuffink y yo nos miramos. -Bueno, no, solo nos olfateó mucho y luego vomitó medio pescado frente a nosotros-. Papá se mostró feliz por esto, según él eso significa que le caemos bien.

No pudimos esconder nuestra curiosidad por más tiempo y soltamos miles de preguntas: "¿Todos los dragones lo hacen? ¿Solo lo hacen con pescado o también con otra comida? ¿Es comestible lo que escupen? ¿Tenemos que hacer lo mismo para mostrar ser amigos?", etcétera, etcétera, etcétera.

Papá no podía responder todas las preguntas, seguramente porque estaba cansado; así que su mejor respuesta fue decirnos que lo investigáramos en el libro de dragones. Luego de eso nos cobijó y apagó la vela de nuestro cuarto.

No estoy segura si él se habrá dado cuenta, pero con esa respuesta él detonó sobre nosotros más interés sobre estas creaturas; así que, después de unos minutos, nos levantamos y bajamos a la sala para leer el libro, como siempre lo hacíamos, descubriendo cada vez más datos interesantes, generales y únicos de estas bestias.

Esa noche leímos mucho más que de costumbre, nos engullimos más de 30 páginas, creo yo. Mientras leíamos nos topamos con un dragón del que jamás habíamos escuchado o leído: el furia nocturna:

"La cría maldita del rayo y la muerte misma. Nunca enfrentar a este dragón. Tu única salida: esconderte e implorar a que no te encuentre"

Nunca habíamos escuchado una descripción tan terrorífica e interesante como esta, de verdad nos tenía intrigados. Ni siquiera el triple ataque, los dragones de jardín o el Giganticus Acuaticus Máximus, aunque eso ya era exagerado, se comparaba con lo que estábamos leyendo. El libro nos estaba hablando de un dragón que nadie había sido capaz de montar excepto por un vikingo.

A la mañana siguiente, mi hermano y yo fuimos a despertar nuestro papá y lo llevamos con nosotros a la colina para nuestro "ritual" matutino. Estábamos cerca del borde del acantilado cuando él nos preguntó por el dragón que debería dibujar.

-Dibuja un Furia Nocturna-, le pedí, cosa que lo tomó por sorpresa.

Mi hermano lo tomó del brazo y le dijo: -Por favor, Papá, ¡queremos verlo! 

HTTYD/CEATD: Dragones y HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora