Capítulo 14. Euforia

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Narrado por Nicolás.

A partir de ese día las cosas empezaron a cambiar y volvieron a ser tal y como eran antes, si bien, Edgar y yo no teníamos ningún tipo de relación, simplemente éramos “amigos”, teníamos ese hermoso secreto del cual nunca hablábamos, nos sentimos bastante atraídos el uno al otro y el tiempo en vez de romper esta atracción la había hecho más fuerte.  Me sentía feliz, sin duda estaba viviendo el mejor verano de mi vida.

Claro que Edgar me volvió a invitar a “ver películas” en un par de ocasiones más, donde “ver películas” era la excusa perfecta para acurrucarnos en su cama y disfrutar de tenernos cerca durante dos horas o incluso más si decidíamos poner otra película.

Y claro que también seguíamos manteniendo la relación con nuestras novias, Edgar seguía enamoradísimo de Daniela, igual que siempre y aprovechaba cada oportunidad que tenia para ir a verla, no entiendo cómo puede estar “enamorado” de Daniela y luego estar conmigo. Supongo que yo sólo le gusto, mientras que a ella la ama, la ama como lo ha hecho siempre. Y yo no podía romper ese amor por más que lo intente. Los celos me invadían cada vez que pensaba en Daniela, y es que odiaba que Edgar pensara en alguien más que no fuera yo.

Yo por mi parte, miraba a mi novia como 3 veces por semana… para tener sexo y después escucharla hablar sobre chismes, quejas y criticas. No me podía quejar.

Mis vacaciones se resumían en levantarme a las 2 de la tarde, prender el computador, ducharme, llamar a Edgar por Skype y jugar con él hasta que uno de los dos fuera interrumpido por la llamada de Brenda o Daniela. A veces pasábamos jugando toda la tarde, noche, hasta terminar acostándonos a las 6 de la mañana, estábamos viciadísimos y nos divertíamos bastante… Sí, el verano estaba siendo increíble y mientras los días pasaban más cerca estábamos de regresar a la universidad.

Faltaba como menos de un mes para empezar mi último año en la universidad, no quería regresar a las responsabilidades, tareas y esas cosas de Satanás, lo único bueno que le encontraba era que volvería a ver a Edgar a diario.

Una noche cualquiera después de escuchar la pelea de mi madre y mi hermana me encontraba tumbado en el sillón de la sala mirando la televisión, estaba aburrido. Miré a mi hermana salir de la casa vestida como tremenda puta junto con una amiga de ella que bien podría tener mi edad.

Bárbara estaba pasando por una etapa de rebeldía y no había forma de controlarla, mi mamá se había rendido, mi padre siempre estaba trabajando y yo… solía cuidar de mi hermana cuando era todavía más pequeña, pero luego apareció Edgar y decidí que ya no quería hacerla de niñero, simplemente empecé a ocuparme por otras cosas como la universidad, Brenda, y el hecho de que estoy enamorado de un hombre que a la vez es mi mejor amigo… Sí, ese tipo de cosas te mantienen realmente ocupado, así que sin darme cuenta fui dejando de lado a mi hermana y al resto de mi familia.  De todos modos… ¡no es mi culpa que mi hermana sea una puta! ¿O sí?, no culpo a nadie, mi madre la crió lo mejor que pudo. De seguro Bárbara se dejo influenciar por sus amistades y ahora es lo que es….

Mientras reflexionaba en cómo de repente había dejado que la integridad de mi hermana se fuera al carajo sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, había recibido un mensaje. Saqué mi celular con rapidez, podía predecir que era Brenda pero no. Leer el nombre de Edgar en la brillante pantalla de mi celular me sacó una sonrisa. “¿Películas?” era lo que decía el mensaje que me había mandando el amor de mi vida. Sonreí aún más. “Voy para allá” esa fue mi respuesta y en cuanto se envió apagué la televisión, subí a mi habitación a arreglarme un poco, tomé las llaves del carro y salí de mi casa extremadamente feliz.

Creía que Edgar había salido con su novia, pero no era así, ¡quería verme a mí!, mientras manejaba hacia su casa sentía mi corazón latir rapidísimo, siempre me emocionaba de sobre manera cuando sabia que en cuestión de minutos estaría con Edgar tirados en la cama.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora