Han pasado ya dos semanas desde la última quedada de chicas que hicimos, no hemos podido quedar por los deberes y los trabajos que nos han estado mandando en el instituto.
Y ahora aquí estamos las cinco en una casa abarrotada de gente, con mucho alcohol y mucha música.
—¿De quién has dicho que era la casa? —pregunto, bueno medio grito por encima de la música.
—De un chico del instituto que es de la parte de ciencias. —me contesta Bianca.
—¿Le conozco? —pregunto por pura curiosidad.
—Pues no lo sé, es un chico rubio amigo de Javi y Abel. —me lo describe la morena.
—Pues no me suena para nada. —niego.
—Voy a hablar con él. —nos dice Lisa convencida, como si lo hubiera estado pensando desde hace tiempo sin hacernos caso a la conversación anterior.
—Suerte. —la deseamos todas antes de que se vaya.
Se aleja yéndose por la misma dirección, por la que antes hemos visto que Abel estaba hablando con sus amigos.
—Necesito ir al baño. —nos informa Eva.
—Te acompaño, yo también necesito ir. —le dice Bianca y las dos se van dejándonos a Amelia y a mí solas.
—¿Quieres una cerveza? —me grita Amelia sobre la música.
—Acepto. —grito también y nos dirigimos a la cocina.
Abrimos la nevera, sacamos dos frías para cada una y salimos de allí. Intentamos volver al sitio de antes, atravesando a quinientas personas por el camino.
—Por Dios esto es agobiante. —comenta bebiendo de su cerveza.
—¿Cómo crees que le estará yendo a Lisa? —le pregunto bebiendo.
—Seguro que bien, ya sabes ella es muy convincente. —bromea, por lo que sonreímos las dos.
Entonces en ese momento a lo lejos veo como Eva y Bianca pasan delante de dos chicas, las cuales se encuentran sentadas en el sillón, y de repente de la nada Eva les tira el contenido de un vaso a la cara. Las dos se les quedan mirando sorprendidas ante tal acto y después se levantan enfadadas para intentar seguirlas.
—Nos tenemos que ir. —nos indican nuestras dos locas amigas que llegan corriendo a donde estamos.
Dejamos las botellas y sin preguntar salimos las cuatro corriendo de lugar. Abrimos la puerta principal de la casa y afuera nos encontramos a Lisa y a Abel besándose.
—Lo siento, debo irme. —se separa de Abel y nos sigue, empezando a correr detrás nuestra.
Cuando estamos un poco más lejos, nos paramos para respirar y relajarnos.
—¿Qué ha pasado? —nos pregunta Lisa sin entender nada de lo que acaba de suceder hace escasos segundos.
—No sé pregúntales a ellas. —digo aún inclinada hacia delante con mis manos puestas en mis muslos.
—Que le he tirado el contendido de un vaso a la cara a dos chicas que estaban en la fiesta. —le contesta Eva sin ningún remordimiento.
—¿Por qué lo has hecho? —le pregunto aún sin entenderlo.
—Porque son unas tontas. —contesta simple.
—Habrá algo más. —dice Amelia mirándola.
—En realidad solo eso, se lo merecían. —dice Bianca sin dar más explicaciones.
—Bueno, ¿y ahora qué hacemos? —pregunta Lisa.
—Vayamos a tomar algo, es todavía muy pronto para irse a casa. —propone Eva —. Yo conozco un bar cerca de mi casa que seguirá abierto. —nos informa.
—Está bien, me parece buena idea. —acepta Bianca —. ¿Y vosotras qué decís? —nos pregunta a las demás.
—Por mi vamos al lugar. —dice Lisa.
—Pues por mayoría vamos al bar. —sonríe Eva, nos encaminamos hacia el lugar. Tras cuatro o cinco horas caminando llegamos.
—Por Dios, no pensaba que estaba tan lejos. —dice Eva sentándose en una de las mesas al lado de la ventana.
Nos sentamos todas y después de un rato un camarero se acerca a nosotras.
—Hola, chicas. —nos saluda amablemente —. ¿Qué queréis tomar? —nos pregunta con una libreta en la mano y un bolígrafo.
—Coca Colas para todas, ¿no? —nos pregunta Eva y todas asentimos —. Pues cinco Coca Colas. —pide por todas.
—¿Algo más, chicas? —nos pregunta después de apuntar y todas negamos.
—Gracias. —agradecemos todas.
—Ahora mismo las traigo. —nos sonríe antes de irse.
Nos quedamos un rato en silencio hasta que abro la boca para romper el hielo.
—Oye, ¿qué tal con Abel? —le pregunto a Lisa —. Por lo que he visto antes bastante bien. —sonrío divertida.
—Sí. Aunque no lo parezca, la verdad es que es un chico muy majo. —sonríe ilusionada.
—Me alegro por ti, amiga. —le sonríe Amelia de vuelta.
—Aquí están vuestras bebidas. —nos las trae el camarero en la bandeja.
—Gracias. —agradecemos todas y el chico se va dejándonos otra vez solas.
—¿Vais a volver a quedar? —le pregunta Eva curiosa a Lisa.
—Yo espero que sí, ya nos iremos escribiendo. —contesta esperanzada bebiendo.
—Veo que esa relación va viento en popa. —comenta Bianca sonriendo.
—Me alegro por vosotros, chicos. —le sonríe Amelia —. Ya ahí alguien más con novio, así ya no seré la única que no pueda quedar porque lo haya hecho con mi novio. —comenta ilusionada.
—Bueno tampoco quiero ir tan rápido. —le dice la susodicha dejando su vaso en la mesa —. Solo nos hemos besado una vez, no hemos hablado nada de ser novios, tampoco quiero ir muy rápido. —nos explica.
—Te entiendo, quién quiere novio con lo bien que se está sola. —la miro bebiendo de mi vaso.
—No hace falta que abandones el club de las solteras. —le comenta Eva sonriente.
—Exactamente, mira que bien estamos nosotras tres sin novio. —apoya Bianca lo que acabamos de decir Eva y yo.
—Pero, si están las tres amargadas. —nos sonríe Amelia burlona.
—Nosotras no estamos para nada amargadas, más bien felices, sin dar explicaciones y haciendo lo que queramos. —le digo de vuelta con una sonrisa.
—Exacto. —chocan los cinco Eva y Bianca conmigo.
—Bueno chicas de momento sigo perteneciendo a su equipo. —nos sonríe Lisa.
—Cuando te salgas nos tienes que entregar el carnet de socia. —le avisa Eva.
—Así que tenéis hasta carnet. —sonríe Amelia mirándonos.
—Claro que sí, nosotras somos profesionales. ¿Acaso lo dudabas? —le sonríe Eva.
—No, no para nada. —levanta las manos de forma inocente Amelia —. ¿Y cómo se llama vuestro club? —pregunta curiosa.
—Todavía no tenemos nombre fijo, de momento solo tenemos el de "El club de solteras". —le respondo sonriente.
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Solo iba a ser una cita
JugendliteraturPRIMER LIBRO Nora se encuentra en una de las peores situaciones de su vida, sus padres se han separado y su madre se refugia en el trabajo, dejándola totalmente sola. La vuelta al instituto después de un pésimo verano no será tan mala como pensaba...