Emrys el Dragón (Traducción)

Cap. 29: Luz Reveladora

En lo profundo de los bosques oscuros...

Superar las barreras de Emrys fue un reto, pero finalmente lo logró.

—Revoco. —Dijo Mordred con los ojos destellando de oro.

Su magia hizo retroceder las vides para crear una pequeña abertura, revelando un agujero gigante en el suelo.

Fue exactamente donde Emrys dijo que estaría.

Un suave chirrido llego a sus oídos.

—¿Qué-?

Mordred vio un par de ojos que lo miraban desde el fondo. Tentativamente, caminó por las escaleras, sin apartar los ojos de la figura del fondo.

Miró fijamente ajustándose a la poca luz. —Gracias por la advertencia, Emrys. —Murmuró con sarcasmo.

Un pequeño dragón blanco miraba a Mordred con interés. Casi del tamaño de un perro de caza, agitó sus alas mientras Mordred caminaba lentamente hacia él.

—Eh... hola. —Dijo, extendiendo la mano. —Emrys me dijo que cuidara de ti.

Ante la palabra de Emrys, Aithusa se animó, chirriando alegremente, luego lloriqueando y abatido, volando hacia el techo y volviendo a bajar; aterrizó a los pies de Mordred, apoyando su cabeza en la piernas del druida.

—Lo sé. —Mordred se agachó para estar a la altura de los ojos de la cría. —Todos estamos preocupados. Anoche, su magia... su presencia... se había ido. Él es Emrys, está bien.

El dragón blanco acarició a Mordred.

—Lo que sea que esté sucediendo, lo resolverá. Está bien, sé que lo está. —Mordred se estremeció, reprimiendo un sollozo. Su voz se quebró.

—Él tiene que estarlo.

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Knock, knock, knock.

—¿Señor? Su...

—Entra, Gaius.

Gaius cerró silenciosamente la puerta.

Arturo estaba mirando por la ventana.

—Tu padre me envió. Quiere que vea si los efectos del... "encantamiento" han desaparecido.

Arturo no se giró. —¿Qué le sucedió a Emrys?

—Bueno, señor, Emrys no fue llevado y encarcelado en una cueva debajo de Camelot, donde solía residir el Gran Dragón.

Arturo finalmente miró a Gaius. —¿El Gran Dragón fue encarcelado bajo el castillo?

—Creo que no dije tal cosa. —Dijo Gaius, con el fantasma de una sonrisa en su rostro.

—Entonces... padre no mató a Emrys. ¿Está vivo?

—Oh, no lo sé, —Dijo Gaius. —no me permitieron ir con ellos cuando arrastraron a Emrys. No vi nada.

Arturo sonrió. —¿Hay una cueva debajo del castillo?

—Sí, señor. Me sorprende que tu padre nunca te lo haya contado. Es lo suficientemente grande como para que un dragón se mueva libremente, si estuvieran tan dispuestos a encontrar su camino hacia adentro. Puedes entrar en las cuevas bajando un conjunto de escaleras en las mazmorras. Al fondo de las mazmorras, fíjate.

—Gracias, Gaius.

—¿Por qué?

Los dos hombres se sonrieron el uno al otro.