Capítulo VIII - Parte 1: TORMENTA DE VERANO

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ESTE CAPÍTULO RETOMA JUSTO DONDE SE QUEDÓ EL ANTERIOR (SIMONA Y DANTE HABÍAN IDO A CENAR AL "DANTE", QUE AHORA SE LLAMA "PHONEIX" Y EL DUEÑO ES PEDRO. AGUSTÍN, QUE ESTÁ EN ECUADOR CON MARILINA -HABÍAN HUIDO DE COLOMBIA-, LLAMÓ POR TELÉFONO DURANTE LA CENA Y DANTE PENSÓ QUE ERA EL NOVIO DE SIMONA 😝 DANTE SE PUSO CELOSO Y SIMONA NO SE ANIMÓ A CONTARLE QUE AGUSTÍN ERA SU HIJO.

ESTE CAPÍTULO ES "DE LA VIEJA ESCUELA", ASÍ QUE ESTÁ HECHO EN EL MISMO FORMATO QUE LOS ANTERIORES. ENJOY!:

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Dante cerró la puerta lentamente, con una leve presión, hasta que escuchó el click de la cerradura.

Suavemente, giró en su lugar y observó que la habitación estaba en penumbras. La tenue luz de la luna llena se filtraba a través de las blancas cortinas, otorgándole un halo de misterio a la noche.

Sus pies avanzaron dos pasos, tres, cuatro, hasta que el sonido de un interruptor lo hizo detenerse en el lugar, y, de pronto, toda la habitación cobró vida bajo la luz de la elegante lámpara que colgaba del techo.

-¿A dónde estabas? -La voz de Zoé resonó con fuerza desde el otro extremo de la habitación-.

Dante aún seguía paralizado, con una mano en el pecho; su corazón latía desesperadamente ante el sorpresivo encuentro. Con la otra mano, se refregó los ojos cansados, asaltados por la potencia de la iluminación repentina.

-Zoé... ¿Qué haces despierta? Son casi las tres de la mañana. Te dije que no me esperes.

-No te lo voy a preguntar otra vez. ¿A DÓNDE ESTUVISTE?

Dante no respondió nada. Terminó de avanzar los pasos que quedaban y tomó asiento en uno de los sillones. Zoé estaba prácticamente frente a él, parada al lado de la puerta de la habitación, descalza y con una bata de satín negro.

-La reunión en la discográfica se extendió más de lo planeado. Discúlpame, tendría que haberte avisado.

Zoé asintió y comenzó a caminar hacia el sillón en el que Dante estaba tirado, todo desparramado, con la camisa entreabierta y la cabeza sobre un almohadón. Ella se colocó entre sus piernas abiertas y puso sus brazos alrededor del cuello de él. Dante se adelantó en el sillón y la abrazó por las caderas, absorto ante la pequeña protuberancia que apenas sobresalía debajo del pijama de Zoé. Su bebé, al que, mentalmente, él no podía dejar de referirse como EL BEBÉ. Su mente jugaba contra su voluntad a un peligroso juego en donde la distancia emocional y la frialdad que sentía hacía ese niño que estaba gestándose en el vientre de su mujer se justificaba por el mal uso de las palabras.

Zoé acarició los brazos que la envolvían y suavemente los alejó de ella. Tomó las manos de él y lo hizo ponerse de pie. Quedaron cara a cara, con las manos todavía unidas.

-Dante. Mírame... Vos no estuviste en la discográfica.

Dante soltó las manos de Zoé para que ella no notara que las suyas habían comenzado a transpirar. Una risa seca escapó de su garganta y la adrenalina corría una carrera sin destino fijo en su sistema sanguíneo.

-Est.. estuve en la discográfica. Con Tomás. ¿A dónde iba a estar?

-No sé... Vos decime. Tomás ya me dijo.

Dante suspiró y desvió la mirada hacia la punta de sus zapatos. Se castigó a sí mismo y a su ingenuidad por confiar en que su representante guardaría silencio y prometió que en cuanto lo viera le iba a "explicar" la definición de discreción.

-¿Qué te dijo? -preguntó admitiendo implícitamente que su coartada se había caído.

-No importa lo que él haya dicho... Me importa lo que vos vayas a decir. Te doy 30 segundos para que repases la mentira y me la cuentes -añadió ella con una voz muy bajita, acariciando la barba de él con su mano derecha y dejando un rastro de besos en su cachete izquierdo.

Amarte en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora