Incapaz de dormir, ____(tn) se puso a hacer la maleta. Aún no la había deshecho del todo por lo que no necesitó mucho tiempo. El resto de la noche la pasó sentada en la cama con las manos apoyadas en el colchón mientras reflexionaba en silencio.
¿Por qué se había casado con Justin? Se había sentido desesperada, pero no tanto como para acudir a Kirk. No, había llamado a Justin y luego le había permitido tomar las riendas de su vida y exigirle matrimonio.
«Admítelo. Eres una soñadora incurable».
Durante los últimos cinco meses se había dejado llevar por todo aquello en lo que no creía.
A las dos de la mañana se tumbó en la cama, a oscuras, mientras observaba la luna llena por la ventana. Acababa de cerrar los ojos cuando un agudo dolor le atravesó el costado.
Automáticamente dobló las rodillas antes de que otra punzada de dolor le desgarrara el abdomen. No podía respirar, no podía pensar, ni siquiera decidir qué hacer.
Cuando la agonía se suavizó, rodó hasta el borde de la cama. Sentía un terror tan fuerte como el dolor. Terror por su hija. ¿Iba a perder a su bebé?
Las lágrimas inundaron sus ojos. A punto de apoyar los pies en el suelo, sintió una nueva punzada y cayó pesadamente al suelo de lado, sin poder respirar mientras el dolor le desgarraba por dentro.
—¡Justin!
La voz surgió débil y la puerta estaba cerrada.
—¡Justin! —gritó con más fuerza antes de derrumbarse ante una nueva punzada de dolor.
Cielo santo. Él no iba a acudir y ella era incapaz de ponerse en pie.
Las lágrimas empezaron a brotar con fuerza.
De repente oyó abrirse la puerta. La luz se encendió y unas pisadas atravesaron la habitación.
—¡____(tn)! ¿Qué sucede? ¿Es el bebé?
Justin se arrodilló a su lado mientras con las manos repasaba el cuerpo de su mujer. Al intentar girarla, ella soltó un grito de dolor.
—Dime qué te pasa, yineka mou. Dime cómo puedo ayudarte —añadió desesperadamente.
—Duele —consiguió balbucear ella—. Duele mucho.
—¿Dónde?
—El costado, mi estómago. Abajo. Por la pelvis. Dios, no lo sé. Me duele por todas partes.
—Tranquila, yo te cuidaré —dijo él con voz suave—. Todo saldrá bien. Te lo prometo —la tomó en brazos y la levantó del suelo—. ¿Estarás bien si te dejo tumbada en la cama un momento? Tengo que vestirme y luego te llevaré al hospital.
Ella asintió, incapaz de decir una palabra.
Justin entró en su dormitorio y dejó a su mujer en la misma cama sobre la que habían hecho el amor la noche anterior. El masculino aroma la envolvió y, curiosamente, la consoló.
Pareció tardar una eternidad en vestirse, pero al fin volvió y la levantó en vilo antes de bajar las escaleras y salir a la fría noche.
—Te instalaré en el asiento de atrás para que puedas tumbarte —murmuró—. Enseguida estaremos en el hospital. Intenta aguantar, yineka mou.
El coche arrancó y ella se acurrucó y apretó los puños. Intentaba combatir su deseo de gritar.
«El bebé no. Por favor, que no sea el bebé».
Apenas fue consciente de que el coche se paraba y de que Justin la tomaba en brazos otra vez. A su alrededor sonaban voces, sintió un pinchazo en el brazo, las frías sábanas de una cama, luces brillantes y luego un hombre que no conocía que la miraba a los ojos.
—Señora Bieber, ¿me oye?
Ella asintió e intentó hablar, pero Justin le apretó el brazo, ¿cuánto tiempo llevaba sujetándola?
—El quiste de su ovario ha provocado una torsión en la trompa. He llamado a su obstetra. Quiere que la preparemos para cirugía.
Un pequeño gemido surgió de la garganta de la joven. Justin se acercó aún más a ella y le acarició la cabeza.
—Todo saldrá bien, yineka mou. El médico me ha asegurado que recibirás los mejores cuidados. Nuestro bebé estará bien.
«Nuestro bebé». ¿Había dicho, «nuestro bebé», o se lo había imaginado? No conseguía pensar con coherencia. El dolor había disminuido y se sentía flotar sobre una nube.
—¿Qué me habéis hecho? —preguntó.
—Le hemos puesto algo para que se sienta un poco mejor —la enfermera rió suavemente—. En unos momentos la llevaremos al quirófano.
—¿Justin?
—Estoy aquí, yineka mou —de nuevo le acarició la cabeza.
—Dijiste «nuestro bebé» —ella luchaba por mantener los ojos abiertos—. ¿Crees que es tuya?
Hubo un momento de silencio durante el cual ella tuvo que pestañear con fuerza para mantenerlo en su línea de visión. Unas arrugas de preocupación cruzaban la frente de Justin. ¿Estaba preocupado por el bebé?
—Sí, es mía —dijo él con voz ronca—. Ella es nuestra hija, y estoy seguro de que cuidarás bien de ella durante la operación. Ahora descansa y no intentes hablar. Deja que la medicina te cure.
Ella le sujetó la mano con fuerza, temerosa de que, si lo soltaba, se marcharía. El movimiento de la camilla le asustó y tiró con fuerza de la mano.
—No te vayas.
—No me iré a ninguna parle —dijo él tranquilizadoramente.
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Una Aventura Clandestina
RomanceLuego del encuentro fogoso entre ____ Henley y Justin Bieber,él se entera que ella trabaja en uno de sus hoteles.Él quiere deshacerse de ella a toda costa ya que tiene una política muy estricta en cuanto a las relaciones personales entre el personal...