Adam

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"Es un hombre excéntrico. Oculta todo bajo una careta que unas pocas personas han podido quitarle. Le gusta estar encubierto, le gusta pasar desapercibido. Se mueve como un ninja, alejado del escrutinio público, es un enigma, incluso para sí mismo. Ahí está ella, bajo un seudónimo, sin un rostro, porque el rostro que tiene la avergüenza. No puede superar sus demonios, no puede con sus fantasmas, es débil para eso, y es débil para todo". 

Ella arranca la hoja de papel en la que ha estado escribiendo, con la esperanza de que las palabras se le borren también de la cabeza, pero no. Uno no puede arrancarse los pensamientos, no se puede tumbar el cerebro y cambiarlo por uno nuevo, por uno que no tome tan en serio las cosas. 

Levanta la vista y ve entrar a la razón de sus delirios, su caminar desgarbado, la misma chaqueta de cuero que usa siempre, es muy delgado aunque de manos fuertes. Siempre lleva gafas oscuras. Tiene toda la pinta de un rockero amargado, aunque siempre ha sido amable. Pero ella lo sabe, él está deprimido, al borde del suicidio, quisiera conocer su historia. 

Al menos quisiera saber su nombre. 

Se termina su amaretto de un trago, aquél se sienta en su mesa predilecta; la más alejada, escondida y mal iluminada. Mira a todos y no mira a nadie. Siempre va solo. Si tan solo ella pudiera darle un poco de compañía, un poco de felicidad... ¡JA!, su mente se burla. Ella es incapaz de darle felicidad a nadie, cuando no puede darse felicidad a sí misma. 

El alcohol no la hace más valiente, la hace más sincera, lo que para ella es fatal. Su mente no para de decirle lo mal que está, lo fea que es, lo tonta, lo...

- ¿Tienes fuego? Joe está distraído esta noche... No me hace caso, aunque no lo culpo- el hombre delgado está de pie frente a su mesa ¿hace cuánto tiempo? No lo sabe. Está mirando al bar man, que en ese momento coquetea descaradamente (y fallidamente) con una clienta alcohólica. Pero ella no tiene ojos para nadie más, sólo para él, y él, vuelve su mirada a ella,  eso supone, esos malditos lentes negros...

Se apresura a buscar en su bolsa, ¿dónde estaba ese maldito encendedor? Él no se mueve, parece una jodida estatua y eso la pone nerviosa. No muestra sus sentimientos, desearía saber si está desesperado. Por fin encuentra al bastardo, se lo entrega inmediatamente, él lo toma y ella nota que lleva guantes negros. 

Enciende un cigarrillo y devuelve el encendedor, ella busca alguna pregunta, un ancla que lo haga quedarse en su mesa. -¿Cómo te llamas?- suelta de manera agitada, casi lo suplica, y él se da cuenta. Por una fracción de segundo ha sonreído. 

-Adam. 

No ha preguntado de vuelta, no tiene el menor interés en ella, no le interesa conocer a esa chica de piel cacariza, y aun así, se sienta, provocando un tsunami de emociones dentro de su miserable corazón. Adam lo sabe, puede darle un poco de felicidad. 

-Siempre te veo aquí, Adam. Siempre vienes solo...- dice ella torpemente. Casi balbuceando.

-Igual que tú- replica el aludido -siempre vienes sola. ¿No tienes a nadie?

-No. ¿Y tú?

-Tengo a alguien. Pero no está conmigo, por este momento. 

Hay un silencio prolongado, él repasa las posibilidades en su cabeza, ella repasa si se ha perfumado lo suficiente, si se ha depilado los lugares necesarios en su cuerpo, ¿su aliento será el adecuado? Quizá debería de conseguir una menta... Adam sonríe, al final su sonrisa resulta destellante, como si un cuarto oscuro de pronto hubiera sido iluminado con un foco gigante. 

-¿Te gusta la música?- pregunta Adam. 

-Me encanta la música- dice ella. Adam se levanta y extiende la mano. Ella se pone de pie, deja dinero a lo estúpido y toma la mano de Adam, no puede sentir el calor de su piel, debido a los guantes. Salen del bar.

Adam la lleva a su auto, y posteriormente maneja a su casa. Es un viaje silencioso, cada uno sopesando sus posibilidades. Llegan a una casa vieja, parece abandonada. Todo le parece fascinante, todo le gusta de él. Suben las escaleras, huele a vejez y olvido. Adam pasa de largo por la sala y reproduce un vinilo.

-Es mi música, espero que te guste. 

Ella sonríe y empieza a dejarse llevar por la música, él la mira, se sienta en su sofá y goza de los movimientos sensuales que ella deja salir, parecía tan triste, que Adam se sorprende de lo bien que se mueve. Siente un arrebato de deseo, pero es superior su hambre, su sed. 

-¿Quién eres?-le pregunta ella, dejando de bailar, se acerca peligrosamente. Adam se pone de pie y le toma ambas manos para comenzar a bailar juntos. 

-No soy nadie, he sido muchas personas a lo largo del tiempo. Estoy cansado de ello. 

-¿Me harás daño?

Adam sonríe, niega con la cabeza, él nunca quiso hacerle daño a nadie, ella simplemente se presentó en un día desafortunado. 

-Soy un vampiro sediento. Eso soy. Ella sonríe, sus cicatrices se marcan aun más en su rostro, y antes de que sepa qué ha pasado, qué ha hecho mal esta vez, él muerde su cuello, se quita las gafas mientra absorbe la vida de esa mujer. Y ella es bendecida, únicamente, con ver el verdadero color de su mirada. 






Hace mucho no escribo para publicar aquí, ._. ojalá les haya resultado entretenido. :3

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2019 ⏰

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