El ruido ensordecedor de la alarma del móvil hizo que despertase de mi profundo sueño. Estiré el brazo y, a tientas, apagué la alarma. Suspiré pesadamente y me revolví en la cama. Finalmente quedé boca arriba, mirando al techo a la vez que mis dedos revolvían mi pelo. Me gustaba estar así, en silencio, con las luces apagadas y sola, pero claro, yo no estaba sola.
—Venga, arriba.—Dijo María buscando mi mano para tirar de ella.
—¿Por qué me tiras siempre de la mano?
—Porque eres muy manejable, como eres tan pequeña. Pero es mejor así, a mi me gustan las personas pequeñas, me parecen adorables.
—El mejor piropo que me han hecho nunca.
—Pues que muermo tu novio.La fulminé con la mirada y ella se echó a reír. Me levanté de la cama, abrí el armario y cogí mi ropa para después entrar al baño cerrando tras de mí.
—Reche, dime que no te has enfadado.
—No me he enfadado, es que vamos a llegar tarde y no me gusta.
—Se nota que eres una persona a la que no le gusta llegar tarde, tranquila.
—¿Eso también es un cumplido?
—Como quieras tomártelo.Salí del baño ya cambiada y miré con una ceja alzada a María.
—Tía,¿te han dicho alguna vez lo bonitos que son tus ojos?
—Joan me lo suele decir mucho.—Joan, como me acordaba de él y no habían pasado ni venticuatro horas desde que se fue.
—Me vas a perdonar pero el chaval parece un sieso. Que es majo y muy guapete, pero no me parece nada del otro mundo, seguro que tienes a miles de tíos detrás de ti.Fruncí el ceño ante las palabras de María. Era muy directa, demasiado, y hablaba bastante mal.
—No sé a cuantos tíos tendré detrás pero yo quiero a Joan y no me hace falta cambiarle por nadie.
—Bueno, bueno. Espero que por lo menos sea bueno en la cama.—Rió mirándome.Me sonroje rápidamente y, tal vez por eso María se dio cuenta tan pronto.
—¿¡No habéis follado!?
—Tssss.—Coloqué una mano en su boca para hacerla callar y la destapé a los segundos.—¿Por qué gritas?
—Que fuerte, que fuerte.
—No es tan raro.
—¿Como que no? Nena si yo tuviese tu cuerpo me pasaría follando todo el día.
—Deja de hablar tan mal.—Me acerqué a la cama para coger la mochila y la colgué sobre mi hombro derecho.—Nunca se ha dado la oportunidad y ya está.
—Que especial, eres Alba Reche.Jamás esperé encontrarme con lo que me encontré cuando abrí la puerta. Natalia casi se cae de boca frente a la puerta de mi habitación. No me podía creer que estuviese poniendo la oreja y tampoco me podía creer que hubiese escuchado eso.
—Eh...esto...—Balbuceó Natalia.— Venía a por vosotras y... eso... iba a llamar y...
—Venga, cotilla.—Agarró su brazo y tiró de ella. Seguía sin entender la manía que tenía de tirar de la gente.Las clases avanzaron más lento de lo que esperaba y las miradas de Natalia no ayudaban. No se molestaba en disimular y eso me ponía de los nervios. A veces se mordía el labio y otras la tapa del boli bic.
•
•Llegué un poco antes de las 20:00 al pabellón, lo último que quería era llegar tarde a mi primer entrenamiento. Esperé sentada hasta que apareció Miki por la puerta. Una sonrisa se instauró en sus labios al verme.
—Buenas tardes Alba.—Dijo Miki acercándose hacia donde estaba.
—Ey.—Sonreí dulcemente.
—¿Llevas mucho tiempo esperando?
—No, no. Acabo de llegar tranquilo.
—Genial entonces. Las chicas no tardarán en venir, voy a sacar el material.
—Te ayudo si quieres.—Me ofrecí.
—Eres muy amable Alba, enserio.Solté una leve risa y negué con la cabeza mientras seguía el paso de Miki hacia el almacén. Cuando salimos las chicas ya habían llegado y Miki me presentó a todas una por una. Me sentí muy cómoda con ellas, Miki estuvo pendiente de mí durante todo el entrenamiento y me ayudó con algunas de las tácticas que habían aprendido antes de que yo llegara. Cogí mi bolsa de aseo y me caminé a los vestuarios, pero, antes de entrar una voz captó mi atención.
—Alba, me preguntaba si querías venir a cenar conmigo. Ya sabes...es un poco tarde y no sé...si no quieres no pasa nada.
—Claro que quiero, Miki. No hay ningún problema. Además...tengo hambre.—Solté una leve risa a la que él no dudó en acompañar.
—Te espero fuera entonces.
—Genial.•
•Salí del pabellón y busqué a Miki con la mirada, pero, de nuevo, ahí estaba. De pie, apoyada en la pared del pabellón y un cigarro entre los labios. Sonrió al verme y levantó la mano.
—¡Princesa! Como tú por aquí.
"Princesa".Esa palabra hizo que, como si de una descarga eléctrica se tratase, mi cuerpo temblase.
—Acabo de terminar el entrenamiento, ya me iba.
—¿Cenamos juntas?—Se apresuró a decir.
—Lo siento, ya he quedado con Miki.Noté como su mandíbula se tensaba y como sus labios atrapaban de nuevo el cigarro. Cerró los ojos durante unos segundos y, cuando volvió a abrirlos, lo fijó en los míos. Sus ojos desprendían molestia y...¿dolor?
—¿Estáis....?
—¡No!—Respondí rápidamente. Lo último que quiero es que piense cosas que no son.
—Ah.—Su voz sonaba más tranquila y eso me alegró.El sonido del claxon nos sacó de la conversación y miré hacia donde estaba Miki. Volví a mirarla y señalé el coche.
—Tengo que irme.
Tiró el cigarro y lo pisó. Se acercó a mi y mis piernas comenzaron a temblar ligeramente. Odio lo que me hace sentir. Odio sentirme así con tan solo una palabra o porque se acerque un poco. No podía controlarlo y me molestaba, porque yo siempre lo he tenido todo bajo control, hasta que apareció ella ayer.
—Buenas noches, princesa.—Susurró cerca de mi oído. Sonrió dulcemente y comenzó a caminar. Me quedé mirándola hasta que despareció de mi vista al girar la esquina. Suspiré y subí al coche de Miki.
—
—hola holita,¡aquí os dejo el capítulo de hoy! nos seguimos leyendo.
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Hoy no
Ficção AdolescenteAlba, de 18 años, es obligada a comenzar una carrera con la que no está de acuerdo, en una ciudad en la que no quiere estar y con una persona que se cuela en su vida casi sin quererlo.