"Sacrifice"

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Cuando entré al bar la noche siguiente mi estómago se revolvió de solo verlo. Iba a irme, pero Jules me vio desde la barra y apuntó con su cabeza un vaso de whisky para que me acercara. Intenté hacer como si no lo hubiese divisado allí, pero ahí estaba en una de las mesas con otro tipo más. Vestía un lindo traje negro y su cabello prolijamente peinado, pero me dispuse a no dedicarle tiempo mirándolo. Tal vez que estuviera allí no se ligaba en nada a mi presencia.

—Es el lindo que te ha llevado la otra vez —comentó Jules desde su puesto de trabajo.

—Lo sé.

—¿Vino por ti? —preguntó sonriéndome divertido.

—No —respondí y bebí un sorbo de la bebida.

—Oye, Sharon —habló él acercándose por encima del mármol de la barra—, ¿no tienes miedo de meterte en algún drama un día de estos? —lo miré confundida.

—¿Por lo de Eric?

—Por todo —especificó su idea—. No conoces a esos tipos —me encogí de hombros esquivándole la mirada.

—¿Qué más da? —carraspeé antes de beber otro sorbo.

—Te ha mirado ya —mencionó cambiando de tema.

—¿Quién? —sabía que hablaba de Henry Taylor.

—El que te sacó.

Antes de que pudiera decir algo, Jules volvió a su trabajo cuando un tipo se acercó a la barra. Me concentré en mi bebida, sinceramente, no tenía ánimos de trabajar y me sentía incómoda en el bar con aquel tipo extraño tan cerca. Terminaría mi whisky y volvería a mi habitación.

—También pagaré el trago de la señorita —informó el tipo a mi lado, sacándome de mis pensamientos. Miré a Jules primero, luego volteé el rostro para divisar a quien me ofrecía aquella galantería.

—Puedo pagarme mi propio trago —le advertí mirándolo descaradamente.

Era un hombre promedio, de cabello castaño y ojos marrones, me sonrió con fanfarronería y luego sin basilar, mirándome a los ojos pasó por encima de la barra un billete en dirección a Jules.

—Dejo otro pago —informó en voz alta, sin dejar de mirarme.

—Me pagan por follar, no por tragos —insistí alzando la voz.

—Puta pero honrada —bromeó cínicamente. No sonreí, le mantuve fija la mirada.

—¡Buenas noches! —exclamó Sarah parándose a su lado. Debió haber visto la escena.

—Hola —respondió él sin dejar de mirarme—, ¿cuánto la noche?

—¿Con Sharon? —preguntó madame sonriéndole divertida— Es una pena, ya no está disponible —era la primera vez que ella estaba a mi favor.

—Tendré oportunidad de usar tu boquita para otra cosa —me advirtió entre dientes para luego alejarse. Sarah me miró detenidamente.

—Gracias por negar que pagara por mí —murmuré. Ella sonrió mirando hacia las mesas.

—El señor Taylor pagó por ti otra vez —me informó amablemente—. Está allí.

—No iré —le informé sin rodeos. Sarah me miró rápidamente.

—Ya pagó.

—Dije que no iré.

—Tienes un contrato conmigo, Sharon —me recordó siseando sus palabras con veneno—. No te golpeó, ni se portó mal contigo. Irás y serás su puta entonces, porque ha puesto buen dinero por ti, ¿entiendes?

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